Aunque Samantha aseguraba encontrarse bien para volar, Liam no la quiso arriesgar y prefirieron caminar por un rato y la ayudó sosteniéndole la escoba.
Iban por los tranquilos senderos de la colina, ella se sujetaba de los hombros de su compañero y en sus manos sostenía el Libro de las Brujas.
Pararon un momento a tomar un respiro, todavía sentía un mareo por el enorme esfuerzo que desempeñó.
—¿Necesitas algo?—preguntó Liam, preocupado.
—Sólo un respiro—respondió recargándose en el tronco de un árbol.
Su enorme libro le resbaló de las manos y se abrió por la mitad, Liam estuvo por volver a tomarlo, pero mejor se apartó.
—¿Segura que estás bien?—se preocupó Liam.
—Sí, es sólo que... demasiada magia, es complicado romperla, en especial cuando no sabes que hiciste—sonrió.
Samantha intentó sostenerse, pero su peso la empujó hacia el frente, Liam le brindó sus brazos para que descansara; otra vez, sus rostros se encontraron muy cerca, tanto que pudieron apreciar hasta el menor detalle de las sonrisas que se brindaron.
La chica extendió una mano, liberando una capa de humo que los envolvió tan rápido que Liam apenas tuvo oportunidad de preguntarse lo que sucedía, en un segundo ya estaban en medio de la calle de Spring Hill.
A Liam le costó un poco recuperarse, parpadeó un par de veces y al primer paso se dio cuenta de su inestable equilibrio.
—¿Qué fue eso?—preguntó.
—Transportación—contestó Samantha—. Imaginé que nos ahorraría mucho tiempo.
—Mejor vayamos a comer—sugirió Liam.
Ahora era él quien necesitaba ese respiro, aguardó un poco y entraron a Brunny's, no tardaron en conseguir una mesa, pidieron algunos bocadillos y se relajaron entre sus aromas y el calor.
—¿Qué necesitas para acabar con esto?—Liam apuntó a las nubes en la ventana.
—Al parecer, más energía y lograr equilibrar mis emociones—respondió, echándose sobre la mesa, decepcionada.
—No suena tan complicado—admitió Liam.
—¿Ah no?
Bueno, Liam lo pensó un segundo, igual que muchos humanos tenía cientos de sentimientos encima que lo volvían un tornado incontrolable, la diferencia era que sus cambios de humor no eran tan poderosas como para causar daño.
—Puedes ir a un psicólogo—le sugirió.
—Sí, ¿y qué le digo?—se rio Samantha—. Ayúdeme, necesito acabar con un hechizo.
Los dos se burlaron.
—Y... ¿por qué no buscas ayuda de otra bruja?
Con los ojos, Samantha le indicó que guardara silencio.
—Lo siento, sólo fue una idea—Liam se llevó un par de papas a la boca.
—Mi padre no quiere que busque a otras brujas—continuó—. Piensa que podría terminar en peligro.
—¿Peligro?—se interesó—. ¿Por qué?
Samantha resopló e hizo un gesto con la boca, como si ya no le quedara opción.
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HECHIZO
ParanormalLa lluvia no es muy común en Spring Hill, un bonito pueblo soleado, donde nunca pasa nada extraordinario, hasta que la llegada de Samantha Black, una enigmática chica, junto con su padre, parece estar relacionada con el clima y mantiene a todos intr...