Capítulo 19 Por favor, mantenga a su hijo lejos de Samantha.

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Ese miércoles, los Osos de Ericksen enfrentarían a los Leones en un partido que debían ganar.

Liam permanecía muy concentrado, se esforzó mucho en los entrenamientos, debía tener su concentración en el juego, debía de estar preparado para todo esa noche.

—Ahora, salgan y derroten a esos gatitos—exigió el entrenador.

—¡Sí!—se alzaron en una sola voz.

Un golpe en el hombro por parte de Robin hizo que Liam saliera corriendo con el resto del equipo hacia una efusiva audiencia en el gimnasio, los admiradores explotaron en gritos y aplausos al verlos salir.

La única que se mantenía reservada era Samantha, que no acostumbrada los sitios tan bulliciosos ni estar en medio de tanta gente, mucho menos en una actividad como esa.

—Hola señorita Black—le saludó el profesor Charles.

Aún tenía en su mente ese raro encuentro que tuvieron días atrás, no estaba muy contenta de que él se sentara a su lado—incluso trató de encontrar un nuevo lugar—, el profesor fingía ponerle atención al juego y las golosinas que comía, le ofreció un poco de chocolate a su alumna, pero lo rechazó.

El partido comenzó, la bola se levantó en el aire y de un salto la atrapó Liam, corrió entre sus rivales con gran agilidad, levantando gritos de apoyo por parte de los aficionados, cuando lo acorralaron, le pasó el balón a otro compañero que se la regresó de inmediato y encestó los primeros puntos, incluso el entrenador festejó.

Liam se mostró más confiado, en forma, el jugador que durante años consiguió la victoria para los Osos de Ericksen; así estuvo durante todo el encuentro, ganando, superando a sus oponentes en muchos sentidos, valiéndose de los demás jugadores para alcanzar lo que deseaba.

Cuando acabó la primera mitad del encuentro, Liam y su equipo dominaban el tablero.

—Que gran juego, ¿no?—preguntó el profesor Charles.

—Sí—respondió Samantha, sin mucho ánimo de iniciar una conversación.

—¿Así que tú y Liam...?

—Somos amigos—dijo simplemente.

—Ya veo—contestó el maestro antes de beber su soda—. Es un buen tipo, no tan buen estudiante, pero se ve que lo aman por aquí.

—Sí.

Lily asistió más en contra de su voluntad, pasó lo que nunca imaginó, que Liam se alejara de él por culpa de alguien más.

A pesar de todas las chicas con las que estuvo en su vida, ninguna fue tan importante como para que la olvidara; en una ocasión, por ayudarla en la florería, Liam olvidó una cita con su novia de ese entonces, esto le causó problemas, pero no le importó.

—Siempre tendré espacio para mi mejor amiga—respondió Liam ese día.

Sólo que ahora, parecía haber sido atrapado por una especie de hechizo. Nunca habían pasado tanto tiempo sin hablarse, no le respondía los mensajes, ignoraba su existencia por completo. Por dentro, Lily sufría como nunca.

En los vestidores, el entrenador repasaba las jugadas que realizarían a partir de ese momento, sobre todo, debían enfocarse en la defensa, aunque iban ganando, no debían confiarse.

—Liam, necesito que te quedes en el área y apoyes a Howard—le pidió el entrenador.

—Claro.

El partido continuó, la segunda parte tuvo más dificultades, pero igual los Osos pudieron hacerles frente a sus rivales, Liam siguió anotando puntos y al final, consiguieron ganar el juego, provocando una gran alegría en todos.

El festejo se extendió por mucho, sus compañeros lo abrazaron y todos brincaron de la felicidad que les regresó después de su último resultado.

—Fue un placer señorita Black—se despidió el maestro—. La veré en clase.

La chica asintió levemente, mientras el profesor sólo se perdió entre la multitud y se fue, Samantha ya no lo soportaba, sintió que se quitaba de encima una cadena.

La gente pasó a felicitar a Liam.

—Jugaste increíble, muchacho—le dijo un hombre con un elegante traje negro.

—Gracias—dijo con el aliento que todavía le quedaba.

—Vengo de la Universidad de Castleville, sería un honor contar con alguien como tú en nuestras filas.

Le entregó un folleto con toda la información que necesitaría revisar.

Sus padres no tardaron en aparecer para felicitarlo por su triunfo y por su futuro.

—¡Excelente, hijo!—su padre le demostró su afecto abrazándolo por los hombros.

Lily alcanzó a Liam, se reencontraron tras varios días sin verse y pareciera que, por un segundo, la algarabía a su alrededor se detuvo y sólo quedaron ellos dos, como antes, como siempre.

—Buen juego—alcanzó a decir Lily.

Liam se pasó una toalla por el rostro para quitarse el sudor.

Samantha apareció entonces, tímida y retraída, con una pequeña sonrisilla.

—¡Samantha!

Liam corrió a alcanzarla, no esperaba el abrazo que recibió de su parte, ni siquiera cuando la levantó y la hizo girar.

—Felicidades—comentó, sonrojada.

—Supongo que eres mi amuleto mágico—le dijo.

Ambos rieron por lo bajo ya que sólo ellos entendían ese chiste.

La familia de Liam se acercó. Samantha se sorprendió de que la tomara de la mano con entusiasmo.

—Ah, mamá, papá, ella es Samantha.

Al igual que muchos otros, los señores Cooper se quedaron sorprendidos por la apariencia de la muchacha, que no se ajustaba al resto de las novias que su hijo solía tener.

—Mucho gusto—se presentó.

—Hola—respondió la madre sin mucha cortesía.

—Estaba pensando, si podía invitar a Samantha a cenar una noche en nuestra casa—comentó Liam.

Sus padres parecían pensárselo, lo cual era extraño, la puerta de su hogar siempre estaba abierta para los amigos de sus hijos.

—Sí, ¿por qué no?—aceptó su madre.

Eso alegró más a Liam que a su invitada.

Salieron al estacionamiento con el resto de la multitud, era una noche donde apenas se apreciaba la luna, en medio de todo, permanecía el señor Black, sosteniéndose en su bastón y, si no fuera por la poca iluminación, verían la molestia marcada en su rostro.

—Es hora de irnos—le dijo a su hija.

Samantha se acercó a su padre, quien de inmediato encaró a la familia Cooper.

—Por favor, mantenga a su hijo lejos de Samantha.

Los padres de Liam y todos alrededor no sabían cómo reaccionar.

—¡No me puede alejar de ella!—Liam dio un paso al frente alzando la voz.

—Hijo—su padre lo detuvo, temiendo que perdiera el control.

Samantha y su padre se marcharon mientras la lluvia volvía a caer, sorprendiéndolos, excepto a Liam, que sabía lo que significaba.


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