Capítulo 4

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Salió afuera, mirando a ambos lados y abrió ligeramente sus ojos al ver aquella cabellera plateada dándole la espalda, mientras que, al frente del joven, la silueta de su compañera se distinguía.

No debería interrumpirlos.

Pensó, desacelerando sus pasos.

- ¡Kagome! - volteó - Pensamos que te habías quedado a entrenar - pronunciaron las tres jóvenes, acercándose a la entrada, con unos refrescos en sus manos.

- Chicas - desvió su camino, hacia sus amigas - Lo lamento, pero se me va a hacer tarde, sin embargo - volvió a mirar a los jóvenes - No quiero entrometerme en su plática.

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Caminaron a la salida en silencio. El corazón del peliplata latía a mil por hora, sin entender del todo porque, mientras que su mente volvía a reproducir aquella dulce fragancia, casi con miedo de olvidarla. Disimuladamente, miró por el rabillo del ojo a Kikyo.

¿Por qué siento la necesidad de saber quién es esa chica?

Frunció el entrecejo, después de todo, no quería arruinar las cosas con la mujer que caminaba a su lado por alguien a quién ni siquiera conocía.

Salieron a la acera e hicieron unos pasos a la derecha, quedando a unos metros de la entrada, él se colocó de espaldas, observando fijamente a la joven.

- Pensé que no vendrías.

- ¿Bromeas? Sólo estaba a unas calles - sonrió.

- Inuyasha... yo... quería verte - desvió la mirada, sonrojándose un poco.

- Eh... yo... yo también - comenzó a sentir que un ligero calor envolvía sus mejillas.

- Sé que ambos estamos ocupados con nuestros compromisos, pero... - regresó su vista a él - Me gustaría, que cuando termine el intercolegial, tú y yo, tengamos una cita.

- ¿De verdad?

Su cuerpo se tensó, al mismo tiempo en que trató de disimular los latidos de su corazón y la sorpresa en su rostro.

El perfume... ella... está cerca.

- Si - la mujer sonrió - Me pareces un buen chico, Inuyasha y... quiero conocerte mejor - antes de que pudiera responder, la mujer dio un paso al costado, mirando detrás de él, asintiendo - Lo lamento... debo irme.

- ¿He? Eh... bueno, está bien - fue lo único que logró articular.

- Llámame... cuando quieras - le sonrió, pasando por su lado, en dirección a sus amigas.

Él permaneció inmóvil, no por las palabras de la chica que le gustaba, si no por la persona que se encontraba a sus espaldas y aún no conocía. Contuvo el aire, volteando lentamente hacia el pequeño grupo de 5, que seguía parado en la entrada del edificio.

La joven del perfume, al igual que Kikyo, se encontraba dándole la espalda, sin embargo, ésta vez no pensaba moverse de su sitio.

Sus orbes dorados se dilataron, al mismo tiempo en que sus mejillas hirvieron, en el mismo momento en que, aquella desconocida, volteó, mirándolo directo a los ojos.

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- ¿Es su novio? - preguntó Ayumi.

- No creo - respondió Eri.

- Lo conoció en una de las fiestas de sus amigos - acotó Yuka - Pero él nunca avanzó con ella.

DesconocidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora