Capítulo 42

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Advertencia: En el capítulo de hoy hay MUCHO lemon, asique están en todo su derecho de no leerlo si no lo desean. Sin más preámbulos, comencemos.

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Inseguridad

Abrió ligeramente sus ojos, al mismo tiempo en que se estiraba. Rápidamente, su mano chocó con la espalda del peliplata, quién se encontraba a un extremo de la cama. Lo miró, acariciando suavemente su cabello, mientras emanaba una cálida sonrisa.

Luego de un par de minutos aclarando su mente, se dispuso a levantarse y caminar en dirección a la cocina. No era la primera vez que se quedaba en su departamento, por ende, ya sabía donde se encontraban las cosas. Tomó la taza que él le había apartado, del interior de una de las alacenas, al mismo tiempo en que la cafetera realizaba su trabajo. Volteó, apoyándose sobre el mesón, observando el panorama.

El departamento no era grande, no teniendo en cuenta que quién se lo había regalado, era su hermano millonario, sin embargo, la decoración y la limpieza, lo volvían un lugar agradable en el que estar. La sonrisa en sus labios se esfumó en el momento en el que comprendió aquello en lo que ni siquiera, pensado hasta ese momento.

- Inuyasha conoció a Yura cuando tenía 18 años... la misma edad que poseía cuando Sesshomaru le regaló este lugar - murmuró.

De repente, el lugar dejó de ser tan cálido como ella lo percibía. Su mente comenzó a jugarle malas pasadas, provocando que se imaginara a Inuyasha y Yura, charlando, abrazándose y besándose en diferentes zonas.

- No puede ser - murmuró, cerrando sus ojos - Seguramente han tenido sexo en cada parte de aquí.

Tu insignificante mes a su lado, no se compara con nuestros 4 años de relación.

Las palabras de la mujer atravesaron su mente, provocando que la molestia en su pecho aumentara y la angustia rápidamente la invadiera.

- ¿A que le temes, Kagome? - se preguntó a si misma, en voz alta - ¿A que te deje por ella? ¿O a no ser lo suficientemente importante para él?

Ambas.

Suspiró, volteando para servir su café, cuando sintió el peso de aquellos ojos dorados, observándola a la distancia.

Inuyasha

Abrí mis ojos e inmediatamente voltee en busca de su calor, sin embargo, ella ya no estaba. Miré la silla al lado de mi puerta, corroborando que su ropa se encontraba allí, descartando cualquier loca idea que me dijera que había decidido irse en mitad de la mañana.

Gracias a mi agudo olfato, pude percibir el olor a café, proveniente de la cocina, por lo que me levanté inmediatamente. Salí de la habitación y camine por el corto y oscuro pasillo, hasta llegar al final de la pared que lo conectaba con la cocina. Me asomé y la vi, tenía sus manos apoyadas en el mesón y la mirada perdida en algún lugar del suelo. Mis ojos la recorrieron de extremo a extremo, apreciando su indiscutible belleza, la cual aún me sorprendía, a pesar de no ser la primera vez que nos despertábamos juntos. Mi playera le quedaba perfecta, a pesar de ser ancha para su delgado cuerpo, lo único que me molestaba, era su extensión, ya que no me permitía ver más arriba de sus muslos.

- ¿A que le temes, Kagome? - me sorprendió - ¿A que te deje por ella? ¿O a no ser lo suficientemente importante para él?

Aquellas palabras me dejaron perplejo. Rápidamente, mi mente viajó a través de mis recuerdos, en busca de alguna frase o acción, que hubiera provocado que se sintiera de esa manera, sin embargo, nada apareció, por el contrario, siempre había tratado de asegurarme de ser claro y hacerle saber lo que sentía por ella.

DesconocidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora