Capítulo 45

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Kagome

Su mirada me traspasó en el mismo segundo en el que me encontré con ella. Pude notar como recorrió todo mi cuerpo, casi como si estuviera fotografiándome con sus ojos. Tal vez suene como tonta, pero me pareció que, en el fondo, estaba tan sorprendido como yo, al mismo tiempo en que una estela de furia se desprendía de su interior.

- ¿Kagome? - voltee a ver a mi madre, quién me observaba con preocupación - ¿Estas bien?

No logre responder, por lo que miró al frente, percatándose de la presencia de aquel hombre, quién ahora, había fijado sus ojos en ella.

- ¿Lo conoces? - me preguntó.

- No... ¿y tú?

- Tampoco... supongo que deberíamos seguir - sonrió, tratando de transmitirme calma y confort.

Desgraciadamente, él dio un paso en nuestra dirección, sin dejar de observarnos. Mi respiración amenazaba con detenerse en cualquier momento, pero, a pesar de ello, continúe caminando al lado de mi madre.

- Sólo ignóralo - murmuró, mirando el camino frente a nosotras.

Ojala pudiera hacerlo.

Pensé, sin apartar mis ojos de los de él, los cuales se mantenían en ella. Instintivamente tomé su brazo, casi como si buscara protegerla y pude ver como una sonrisa macabra se formaba en sus labios.

La adrenalina recorrió mi cuerpo al pensar en lo que podía suceder si decidía abalanzarse sobre nosotras, aún así, de algo estaba segura: Yo protegería a mi madre, aunque me costara la vida.

Unos pocos pasos nos separaban, cuando escuché aquella voz en mi cabeza.

Es él.

La misma mujer, que había hablado en mis sueños, resonó repentinamente en mi mente, al mismo tiempo en que él pasaba a nuestro lado, ignorándonos por completo, o eso pareció.

- Hija, ¿estas bien? - sentí la cálida mano de mi madre sobre mi brazo, regresándome a la realidad.

- Si... si, estoy bien - sonreí, notablemente aliviada.

No pude evitar mirar sobre mi hombro, creyendo que volvería a encontrarme con su mirada, sin embrago, él no volteó.

- ¿Qué querías preguntarme?

- ¿He? - me sorprendí al darme cuenta de que me había olvidado completamente de Kikyo.

- Dijiste que querías hacerme una pregunta... te veías bastante preocupada - me miró - ¿Estas bien? Tu piel, está pálida.

- Si mamá - traté de sonreír un poco más - No importa... disfrutemos el día.

No me anime a continuar con la conversación, después de todo, demasiado tuve al ver a aquel hombre, el cual me dejo una sensación bastante perturbable y el presentimiento de que este no seria nuestro único encuentro.

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- ¡Keh! - lanzó el teléfono al sofá y colocó ambas manos apoyadas a su rostro, mientras su codos descansaban sobre sus piernas.

Sabía que Kagome tenía razón, al igual que sus padres, aún así, no se encontraba motivado para avanzar con su investigación. Por un momento pensó en llamar a Miroku y salir a dar un paseo, sin embargo, la voz de Kagome regañándolo, pasó por su mente.

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