Capítulo 27

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Ignorando las advertencias de su amigo, el cual le recomendó que esperara a que Kagome se tranquilizara, tomó un taxi, con rumbo a la casa de la joven. Al llegar, subió los grandes escalones, encontrándose con Rin limpiando los vidrios de la tienda.

- Hola - dijo tímidamente al acercarse - Rin, ¿verdad?

- Inuyasha - sonrió, sorprendida - Si si, es mi nombre, ¿Qué te trae por aquí?

- Vine a hablar con Kagome, ¿se encuentra en la casa?

- Bueno, aún no ha llegado - miró la hora en su reloj de muñeca - Pero ya debe estar en camino.

- ¿Puedo esperarla?

- Seguro, ¿quieres pasar a la tienda? No suelen venir muchas personas a esta hora.

- Sólo si no es molestia.

- Para nada - sonrió - Pasa.

Ingresaron, él sentándose frente al mostrador, mientras ella lo rodeaba, colocándose del otro lado. El peliplata tomó su celular, marcando su número nuevamente, frunciendo el ceño al instante.

Maldición, aún lo tiene apagado.

- ¿Sucede algo? - preguntó, al notar la expresión en el rostro del joven.

- Bueno... Kagome esta enfadada conmigo - sonrió levemente - Y... necesito hablar con ella.

- Por eso viniste...

- Si... no se... si estarás al tanto, al parecer, ella y tú son bastante cercanas.

- Así es - sonrió, acomodando un pequeño adorno al lado de la caja - Prácticamente crecimos juntas, pero... últimamente, no hemos tenido mucho tiempo para hablar.

- Claro... lo había olvidado, eres la secretaria de Kagura.

- Segunda, en realidad - rio - Mi trabajo consiste más en enfocarme en los casos que ya están a punto de resolverse... Ayame es la encargada de los nuevos y futuros casos.

- Kagome me dijo que, la primera semana, estuviste con mi hermano - ella asintió - ¿Cómo es trabajar con él?

- Bueno... al menos, para mi, fue... muy bueno.

Inicio del flashback.

Tres días habían transcurrido desde que había comenzado a trabajar con Sesshomaru y Bankotsu, sin embargo, sus nervios se mantenían siempre alerta al llegar a su puesto.

Se sentó en su escritorio, dejando sus cosas en el mismo momento en que el teléfono sonó.

- ¿Señor? - respondió.

- ¿Puedes venir a mi oficina?

- Cla... claro .

Cortó, poniéndose de pie y caminando hacia allá, ingresó, encontrándose con el hombre pasando sus ojos por sus papeles.

Vaya... es... hermoso.

Pensó, apartando rápidamente aquellas palabras de su mente, antes de que su cuerpo la delatara y el rubor encendiera su rostro.

- Toma asiento - la miró, con una expresión gentil, una que jamás había visto .

- Gracias - pronunció de manera automática.

- Dime, Rin... ¿Cómo te encuentras? - pudo notar que se sorprendió levemente - ¿Te has sentido cómoda estos días?

- Bu...bueno, si, es decir, sólo llevo tres días, pero han sido muy tranquilos.

DesconocidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora