Capítulo 39

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Viernes por la noche.

- Feh, ¿es tan necesario ir? - se quejó, sentando en la cama, mientras la joven revolvía su armario, en busca del look perfecto.

- Fue una semana intensa - respondió sin mirarlo - Deseo despejar mi cabeza - volteó, sonriendo - Y me encantaría que estuvieras ahí.

- No dije que no iría - se puso de pie, acercándose y abrazándola por detrás, mientras ella pasaba su brazo por atrás de su nuca, acariciando su melena plateada - Es sólo... que se me ocurren mejores cosas para hacer contigo, antes que ir a una discoteca.

- ¿Me extrañaste? - sonrió, mientras él besaba su cuello.

- Toda la semana - murmuró contra su piel.

- Sólo fueron tres días - rio.

- Es demasiado para mi - la volteó, besándola apasionadamente.

Ella sostuvo su rostro entre sus manos, deteniendo el movimiento de sus labios y se alejó unos centímetros, dándole pequeños besos en su rostro, antes de soltarlo.

- Tal vez... podríamos ir a dormir a tu departamento - sonrió.

- Pequeña traviesa - le devolvió la sonrisa.

- Hermana - pronunció, abriendo la puerta - ¿Qué están haciendo? - abrió ampliamente sus ojos.

- Se llama abrazo, enano - lo miró, apretando más el agarre en el cuerpo de la joven - Y es más placentero cuando no estás presente - bromeó.

- No sea bruto, señor Taisho, ya sé lo que es un abrazo.

- ¡Keh! ¿Cómo me llamaste?

- Señor Taisho...

- ¡No eso! Lo otro... niño.

- Ya - sonrió - ¿Qué sucede, Sota?

- Mamá pregunta si van a cenar aquí o se irán.

- Dile que cenaremos.

- ¿He? - se sorprendió - Kagome... ¿estas... estas segura?

- Claro - lo miró, sin perder la sonrisa - Ellos ya te conocen...

- Así es - intervino - Todos sabemos que eres el novio de mi hermana.

- ¡Hugh! - se sonrojó, cruzando sus brazos y desviando la mirada.

- De acuerdo, Sota - tomó al niño por sus hombros, acompañándolo hacia la salida - Has cumplido tu misión, ya puedes retirarte.

Cerró la puerta, apoyándose en ella, mientras lo miraba divertida.

- ¿Qué? - preguntó en un tono hostil.

- El rojo aún no se va - señaló sus mejillas - ¿Te avergüenza cenar con mi familia?

- No es eso - volvió a sentarse - Pero... es como... una presentación formal.

- ¿Una presentación formal? - rio, cruzando sus brazos, interesada en saber más.

- Si, es decir... hemos compartido poco tiempo con tu familia... y... estoy seguro de que me preguntarán muchas cosas... querrán asegurarse de que sea bueno para ti.

- Bueno... - caminó nuevamente a su armario - Estoy segura de que querrán saber como eres, pero no son malas personas ni te ven con malos ojos - tomó una remera, examinándola detenidamente - Sota te adora, al igual que Rin... estoy segura de que mi madre y mi abuelo también lo harán... sé que ya les caes bien - lo miró, ampliando su sonrisa.

Él se quedó mirando su rostro un momento, con sus orbes dorados posados en su tierna sonrisa y el pequeño rosado que se formaba en sus mejillas cuando se encontraba verdaderamente feliz. Sintió como su corazón golpeaba su pecho, no de manera nerviosa, si no de forma cálida, casi como si todo lo que estuviera viviendo fuera un sueño, uno del que no quería despertar.

DesconocidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora