Capítulo 8

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El reloj marcó las 16:00 en punto y, luego de haber tenido que ayudar a atender una urgencia, por fin pudo sentarse en la sala y tomar su celular. Se quitó el barbijo y prendió la pantalla, sonriendo como una tonta ante ella.

Vaya... además de cuidar a tu hermano, trabajas en el hospital, si que eres completa.

- Inuyasha - murmuró, tecleando su respuesta, sin embargo, la borró rápidamente y, en su lugar, tomó una selfie, sonriendo ampliamente y se la envió.

Las medicina es mi pasión.

Envió el archivo con aquel texto, sorprendiéndose ella misma de la manera en la que había respondido, lo cual era totalmente inusual, ya que, siempre había sido cauta cuando se trataba de alguien desconocido, pero con Inuyasha era diferente.

En ese momento, Jinenji ingresó, sentándose al frente de ella, suspirando.

- ¿Tarde larga? - sonrió.

- No te das una idea - se quitó el barbijo - Ingresé a las 06:00 y ya he visto a tres pacientes críticos.

- Jinenji - murmuró - Es duro, lo sé... yo vengo de una urgencia, una señora mayor, tuvo un infarto y está en cuidados intensivos, tuvimos que contener a su hija.

- A veces me pregunto, ¿por qué elegimos esta profesión?

- Porque amamos la vida - respondió, sin dudarlo - Y queremos ayudar a quienes están sufriendo, para que sigan viviendo.

- Vaya - sonrió - Si que eres profunda, Higurashi.

- De nada - rio.

Momentos después, Eri ingresó, sorprendiendo ala mujer.

- ¡Eri! - sonrió - No sabía que también venias.

- Hola Kagome, en realidad, vine a cubrir a Yuca, no sé que compromiso tenía.

- Comprendo, ¿pudiste ver a la señora que ingresó hace una hora?

- Si - su semblante se tornó triste - No parece tener un buen pronostico - miró su reloj - Y ya hay que verificar el suero.

- No te preocupes, yo iré.

- ¿Segura?

- Si, descansa un poco.

Salió de la pequeña habitación, atravesando la guardia, en dónde notó que más gente había llegado, sin embargo, no parecía haber riesgo de vida. Ingresó al ascensor y se dirigió al tercer piso, en donde se encontraba la sección de terapia de adultos. La sala estaba repleta de personas, cuyos familiares estaban al borde de la muerte. Pasó entre la multitud, saludando cordialmente a todo aquel que la miraba, ingresó a la sala de la paciente, encontrándose con su hija.

- ¿Cómo se encuentra? - preguntó tiernamente.

- Bueno... aún respira - murmuró la mujer.

Sus ojos estaban hinchados y la punta de su nariz completamente roja, lo cual era un claro indicativo de que había estado llorando durante todo ese tiempo. Kagome se acercó, observando el suero y todos los aparatos conectados a la anciana.

- ¿Sigue igual? - preguntó, buscando algún tipo de consuelo en la respuesta de la morena.

- Lo lamento - murmuró.

- No - sonrió, tristemente - No tienes que sentirte mal... debes ver esto más veces de las que yo podría imaginarme.

- Bueno... más de las que desearía - volvió a mirar a la mujer en la cama.

- ¿Sabes lo que más lamento? - nuevas lágrimas comenzaron a salir.

- Dime - se acercó a la mujer, quién se encontraba con sus codos sobre sus rodillas, mirando al suelo.

DesconocidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora