Capítulo 76

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Inuyasha

- ¿Seguro que quieres escucharlo?

La manera en la que respondió provocó que mi segunda sangre comenzara a inquietarse. Podía ver que estaba golpeada, sus marcas eran visibles ante mis ojos, pero... ¿realmente se atrevieron a algo más? si la respuesta era afirmativa, sabía que no lograría responder de mi.

- Dime la verdad. - respondí, aspirando una gran bocanada de aire, mientras apoyaba mi mentón sobre la parte superior de su cabeza. - ¿Qué sucedió después de que salí de la habitación?

- ¿Escuchaste la voz del hombre que me trajo aquí?

- Si y sé que no lo conozco.

- Tienes razón... su... su nombre es Kirinmaru... y es el hermano de Magatsuhi.

Magatsuhi es el hermano de un hombre llamado Kirinmaru... uno de los jefes de la mafia más grande de toda Francia, la Unione Corse.

Las palabras que su hermano le había profesado la noche anterior, pasaron por su mente, provocando que un escalofrío recorriera su espina dorsal.

- ¿Qué te hizo? - pregunté, dando por hecho lo que ya me imaginaba, después de todo, estábamos hablando de un cabecilla de una mafia.

- Inuyasha... no...

- ¡¿Qué te hizo?! - no deseaba gritarle, sin embargo, necesitaba que ella fuese clara, que no me ocultara nada.

Su cuerpo se tensó ante el tono de mis palabras y sentí un hueco en mi pecho. Se suponía que yo debía protegerla y, en ese mismo momento, la estaba asustando.

- Lo siento, Kag... - ni siquiera intenté reprimir mis lágrimas. - Pero... necesito que me lo digas... necesito... - apoyé mi frente sobre la suya. - Necesito que me digas... si te toco de una forma...

¡Maldición! Ni siquiera era capaz de pronunciarlo.

- Si... - murmuró, casi sin aliento.

Si.

Su respuesta se reprodujo como un eco que, en lugar de desvanecerse, aumentaba cada vez más. Mi cuerpo se encendió de inmediato, sin darme tiempo siquiera a intentar controlarme.

Ese maldito... abusó de ella...

Sentí mi sangre quemarme la piel sobre ella, mi pecho se endureció de tal manera, que mi respiración se volvió pesada, mi vista se nubló de golpe, casi como si hubiese sido cubierta por una lluvia rojiza

No conocía el rostro del maldito, sin embargo, ya imaginaba su cabeza entre mis dedos manchados de sangre, su sangre. Nadie iba a tocarla a Kagome, A MI KAGOME y vivir para contarlo, no mientras yo respirara.

- ¿Él... te vi...? - el grueso y ronco tono de mi voz resonó en medio del silencio, sin embargo, aquella palabra se volvía impronunciable, aún en ese estado.

- Él... - notó lo que me sucedía y se alejó un poco, tal vez sintiendo que, de repente, toda la habitación se había convertido en una bomba a punto de estallar.

- Dilo.

- Él... introdujo sus dedos en...

El sonido seco de las sogas, que envolvían mis manos, cortarse abruptamente, interrumpió su frase, seguido del ensordecedor crujido de la tubería, la cuál quería arrancar junto con las cadenas que me unían a ella.

DesconocidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora