Capítulo 12

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Aclaraciones: la portada e imágenes adjuntas me pertenecen.  Contenido sexual.

。・ 。 宿儺 。・ 。

—Como te has portado bien, te permitiré una petición, mocoso.

El pecho de Itadori Yuji no daba para más, sentía el corazón en el pecho, en la garganta y en las heridas de su cuello y boca. Sus labios estaban llenos de cortes y mordiscos, podía saborear el sabor de su propia sangre, le inundaba cada papila gustativa. Entremezclada con la saliva de Sukuna, no sabía muy bien cómo ordenar su descontrolada cabeza.

—¿Y bien?

Se permitió llenar los pulmones una última vez antes de responder a aquel demonio. Sukuna aún lo repasaba con la mirada como si de un simple cacho de carne apetitoso se tratase. Se sentía un objeto usado, pero lo peor de todo es que no le desagradaba la idea. No iba a actuar como un santo y negar lo que él había despertado en su cuerpo, jamás pensó tener ese lado masoquista, ahora conjuntaba a la perfección con el sadismo del Rey de las maldiciones.

—Quiero acabar...

Sin duda, había elegido al muchacho perfecto.

—Desnúdate —volvió a ordenar Sukuna, sus ojos carmesíes brillaban de forma peculiar.

E Itadori simplemente se levantó de su incómodo asiento e hizo caso al monstruo. Terminó de apartar la tela hecha jirones y desabrochó su cinturón, retirando el resto de ropa que aún llevaba. Sukuna lo saboreaba aún a distancia, el muchacho todavía seguía excitado, pero apartaba sus ojos de él por vergüenza. Quiso taparse con sus manos pero él no se lo permitió.

—Ahora sí, date placer para mí.

—Yo... —murmuró Itadori, intimidado por esos ojos rojos.

Sukuna apareció a su espalda, ya sentado en su querido trono y volvió a palmear su pierna en señal de invitación. Se relamió los labios, le encantaba el sabor de ese chico. Yuji agachó la cabeza pero hizo caso a la maldición, sentándose en su regazo. Pronto, el hombre abrazó su cintura y lo pegó aún más contra su cuerpo.

El joven tuvo varios segundos para observar al demonio que ahora lo sostenía. Si bien tenía su mismo aspecto, él parecía mucho más salvaje. Sus facciones eran idénticas, pero ese par de ojos añadían puntos extra a lo extraño que era todo. Alzó la mano y acarició su rostro, pese a esa sonrisa macabra que decoraba sus labios torcidos, se veía extremadamente atractivo. Era bello, sí. Sukuna frunció el ceño, ese contacto fue inesperado para él, pero aún así no reclamó.

¿Sería muy egocéntrico por su parte excitarse con su propio cuerpo?

Compartieron segundos de miradas cómplices, uno con admiración, otro con simple lujuria y rabia contenida, y el muchacho se atrevió a acortar la distancia para invadir más el espacio personal del demonio, jugar con sus labios, besarlo o intentarlo más bien. Torpemente rodeó su cuello hasta unirse con él, las narices de ambos se rozaban, era un momento agradable e incluso íntimo hasta que Sukuna decidió tomar iniciativa.

Clavó sus pulgares en la cintura del chico, un grito salió de lo más hondo de su garganta si no fuera porque el demonio mantenía su boca ocupada, y ahora que Itadori había abierto bien sus labios, aprovechó para introducirle la lengua.

—Mmm... —gimoteó el muchacho contra el hombre intentando apartarlo, pero no tenía la fueza necesaria.

Sus afiladas uñas hacían brotar la sangre en su abdomen, dolía mucho. Además Sukuna lo estaba practicamente asfixiando, sentía la boca llena por él. Su lengua se movía tan frenética que apenas podía respirar. Los segundos pasaron eternos y el demonio por fin dejó al chico libre. Itadori se limpió las lágrimas acumuladas en sus ojos. Su cuerpo comenzó a temblar pero no precisamente de frío.

Run, little boy (SukuIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora