Capítulo 5

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Aclaraciones: la portada e imágenes adjuntas me pertenecen.

。・ 。 宿儺 。・ 。

Pasaron las semanas sin previo aviso, y los entrenamientos empezaron en el momento en que Yuji se fue recuperando físicamente de su estado. Aunque era bastante torpe peleando, a partes iguales también terco. Fallaba una y otra vez, pero se volvía a levantar. Uraume iba empezando a entender por qué el Emperador lo había elegido.

—¡Mueve más los pies!

—¡Sí!

Yuji apretó la katana de madera que sujetaba entre sus pequeñas manos.

—¡Y gira más la muñeca!

—¡Sí! —asintió con vehemencia.

Uraume se había encargado personalmente de revisar al chico casi a diario, pues le había confesado que era curandero. Además mandó al cocinero del palacio hacer una dieta estricta para ganar peso, ya que Yuji rozaba la malnutrición. Tiempo después, ya se estaba recuperando, se veía más sano, menos pálido y era capaz de hacer ejercicio físico sin caer agotado.

Últimamente le había mandado varios manuscritos algo más complicados que los libros infantiles que solía leer, comenzaba a ser capaz de entender kanjis cada vez más difíciles. El tiempo pasaba sin previo aviso en el palacio, ajeno a la gente que vivía fuera.

—Paremos un momento —ordenó el albino, señalando con la cabeza que dejase el arma.

—Puedo seguir —había protestado Yuji con una mueca.

—Debes descansar un poco, de lo contrario en una batalla real estarías muerto.

El muchacho tenía la frente arrugada, además de ella de sudor. No iba a negar que necesitaba sentarse un momento y tomar el aire que me faltaba desde hacía buen rato, pero no quería mostrar que aún estaba débil. No cuando parecía que su relación con el curandero había mejorado un poquito.

—En una batalla real no hay pausa alguna —negó, como si fuera una obviedad.

El albino le arrebató la katana de madera y la tiró al suelo, junto al montón de armas de práctica que estaban usando. No quería repetirse mucho más.

—Siempre tan cabezón —Uraume puso los ojos en blanco pero le dedicó una pequeña sonrisa llena de malicia— Haremos una pausa breve, de lo contrario te mandaré copiar un libro entero como castigo.

Yuji sintió la sangre de su rostro huir imaginando tal tarea, ¿él escribiendo todas esas letras tan difíciles? Podría tardar años, odiaba estudiar. Prefería mil veces entrenar, aunque le mandase dar veinte vueltas alrededor de los terrenos del castillo. Solo pudo agachar la cabeza mientras su tutor se marchaba.

Se dejó caer en el suelo, ignorando el polvo que acababa de levantar con su propio trasero. No había nadie más en el patio trasero del jardín, esa zona era para el entrenamiento personal del Emperador o eso le había dicho Uraume, pero ni él estaba por allí. Ciertamente las únicas personas con las que había tratado desde que estaba en palacio eran el albino y los sirvientes.

Nada más. Bueno, luego estaban esos sueños extraños, esos que empezó a tener la primera noche que durmió en su nueva habitación. No paraba de aparecer en aquella laguna oscura de sangre rodeada de oscuridad. Una y otra vez escuchaba como alguien le hablaba pero nunca podía ver su rostro.

Ciertamente a veces su noche transcurría allí parado, mirando a la nada, o andando buscando un final, pero siempre regresaba al inicio, postrado abre el trono de cráneos de animales, hablando con ese hombre, o eso intuía por la gravedad en su voz.

Run, little boy (SukuIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora