Capítulo 8

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Aclaraciones: la portada e imágenes adjuntas me pertenecen.

。・ 。 宿儺 。・ 。

El tiempo lucía espléndido. El cielo completamente azul y despejado, el sol en lo alto, los pájaros volando de un lado a otro. Itadori tarareaba una melodía al ritmo en que entrenaba de nuevo con la katana en mitad del jardín. Aún no había rastro del paradero de Uraume, pero él era perfectamente capaz de hacer las cosas sin tener a su mentor presente.

En cierto momento se detuvo y se sentó a descansar en un banco de piedra situado al lado de una bonita fuente. Todo estaba en paz, salvo cuando escuchó unos pasos acercándose. Curioso, esperó a que aquella muchacha apareciera por una de las puertas que daba al exterior.

—Amo Itadori —saludó la chica, inclinando la cabeza excesivamente— Me mandaron atender sus peticiones personales a partir de ahora. Uraume se ha marchado de viaje y me ha encargado su cuidado.

—Estoy bien, no necesito nada.

—Insisto. Es lo que se me ha ordenado.

Yuji miró a la chica de cabellos marrones recogidos, poseía una figura esbelta y alta, tal vez de su misma altura, ropas blancas e impecables.

—Me puedes llamar Yuji si quieres —dijo él, frunciendo el ceño, odiaba la excesiva veneración que debían guardar los sirvientes.

—Eso es algo indebido... —murmuró la chica ante su mueca— Debo tratarlo con respeto.

—¿Entonces al menos puedo saber tu nombre? —pidió, ofreciéndole la mano.

—Yuko, señor —respondió, ignorando su mano tendida, volviendo a inclinarse— Yuko Ozawa.

—Es un nombre muy bonito —dijo Yuji, tomando la mano de la muchacha sin previo aviso a modo de saludo.

Ella se tensó, conocía el protocolo y debía seguirlo a rajatabla, para una simple sirvienta como ella estaba prohibidísimo mantener contacto físico con algún miembro de la familia para la que trabajaba —pero no en otros ámbitos. Miró a todos lados, nerviosa, pero para su suerte estaban solos.

—Gracias... —dijo ella, agachando la cabeza para esquivar la mirada del chico.

Yuko no quiso aceptar que había sentido una especie de corriente eléctrica al rozar la mano de Itadori, pues era su trabajo servirle y no podía permitirse pensar nada más. Además, él seguía con la mitad de la ropa quitada por el ejercicio y era inevitable quedarse viéndolo demasiado rato. Era un chico bastante popular entre las sirvientas más jóvenes.

Atento, educado, atractivo... Siempre agradecía a todos en el castillo por cualquier cosa que hicieran, se notaba de lejos que Yuji no había nacido noble. Y por ello se sintió tan feliz cuando Uraume le pidió que se encargase de él esa semana que estaría de viaje fuera de la ciudad.

El muchacho siguió entrenando ante la presencia de la chica las horas siguientes. Él hacía algún comentario al aire para mantenerla entretenida, supuso que trabajar tantas horas allí debía ser un suplicio.

—¿Entonces cuál es tu comida favorita?

Yuji giraba el arma entre sus dedos hábilmente mientras miraba de reojo a Yuko.

—Una vez probé el takoyaki en un festival, era muy pequeña pero aún recuerdo su sabor... Era maravilloso —terminó esa frase sonriendo, cosa que no pasó desapercibida para él.

—Alguna vez te llevaré a un festival, prometido —rió el muchacho de cabellos rosados, divertido por la situación.

—Es muy amable —asintió ella con un leve sonrojo en sus mejillas.

Run, little boy (SukuIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora