Capítulo 13

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Aclaraciones: la portada e imágenes adjuntas me pertenecen.

。・ 。 宿儺 。・ 。

Han pasado varios días desde que Sukuna no lo visitaba por la noche, y Yuji ya lo añora. No es algo que diría en voz alta pero echa de menos su compañía. Su relación ha cambiado bastante desde esa noche en que intimaron —o más bien la maldición de divirtió a costa del joven—. Y aún cuando se levanta por las mañanas piensa en ese día, en las veces que quiere repetirlo.

Ahora él lo invita a su área innata pero solo lo observa. Nota algo raro, ¿cansancio? Ya no es tan juguetón como antes, ya no intenta provocarlo con cada palabra. Se limita a sentarse en su trono de huesos y escucharlo hablar de lo duro que ha sido Uraume con su entrenamiento una vez que había descubierto que existe la magia, ahora estudiaba el doble.

Yuji intentó entablar conversación con él más de una vez, pero sus respuestas eran tan secas y su mirada tan cortante, que no quiso aventurarse más.

—¿Estás bien? —preguntó aquella vez.

Sukuna lo miraba aburrido entre esas profundas ojeras marcadas, dispuesto a ignorarlo una vez más. Aunque realmente sí lo estaba escuchando, no es algo que confesaría pero le prestaba atención. Lo hacía siempre.

El joven, muy muy en el fondo deseaba o más bien quería que la maldición volviese a ser rudo con él, que lo usase, o que simplemente lo tocase. No deseaba sentirse solo una vez más, y si esa era su retorcida manera de sentir algo de cariño, bienvenido sea.

También lleva tiempo sin ver a Yuko, en concreto desde que se acostaron. Intentó buscarla, pensando que sería ella la que aún le servía las bandejas de comida fuera del dormitorio, pero pronto descubrió con decepción que era otra mujer la encargada.

No quiso preguntar a Uraume porque aún recordaba la conversación que tuvo con él y no quería pasar vergüenza en su posible interrogatorio. Lo que no vio venir es el ambiente de hostilidad que se cernió sobre el palacio, al igual que las nubes de tormenta que cubrieron el cielo tras su entrenamiento.

Le daba igual la lluvia, sentía que algo iba mal, su instinto no lo engañaba. Le vendría tan bien unas palabras tranquilizadoras de su padre, pero ahora estaban tan lejos, llevaba mucho sin saber de él pero deseaba en el fondo de su corazón que todo me fuese bien ahora que tenía dinero para vivir.

Entonces dejó todo de lado y marchó a dar un paseo por los jardines exteriores del palacio, tal vez tomar el aire no le vendría nada mal. Los sirvientes corrían a resguardarse bajo los tejados de algún edificio, llovía intensamente.

—Un baño anticipado... —bromeó Yuji, notando su cabello empapado caer sobre su rostro.

Sus pies se hundían en el barro del suelo, la ropa estaba calada y sentía cierto frío que podía notar hasta en los huesos, recuerdos de lo mal que lo pasaban con la época de lluvias torrenciales viviendo en la casa de paja y barro. Aún así le gustó, se quedó un rato largo mirando el cielo, las gotas golpeaban furiosamente su rostro.

Momentos breves de reflexión sobre su vida y sobre lo que acontecía en el futuro. ¿Era feliz? Pregunta complicada de responder en su cabeza, porque dudaba en haberlo sido alguna vez, siempre se había centrado en simplemente sobrevivir, en ser fuerte por su padre y su abuelo, en seguir adelante independientemente de los obstáculos que tuviera delante.

Tras seis meses en el palacio no se sentía tan fuera de lugar, aunque aún se encontraba distante de comportarse como alguno de esos nobles acomodados. Feliz o no, debía pelear por su futuro, y ahora también recaía en sus hombros el futuro de toda la nación, porque Itadori desconocía que la vida del Emperador se iba apagando lentamente y estaba solo en su mano poder salvarle.

Run, little boy (SukuIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora