Aclaraciones: la portada e imágenes adjuntas me pertenecen.
。・ 。 宿儺 。・ 。
La cabeza de Yuji, extrañamente, llevaba días en silencio, Sukuna no hizo acto de presencia en ningún momento. Parecía haberse resignado a que el muchacho hiciera lo que le viniera en gana, al menos eso pensaba él. Estaba profundamente equivocado y pronto se daría cuenta.
Sukuna, ahora sentado en su trono cruzando las piernas, se miraba despreocupadamente la longitud de sus violáceas uñas, pensativo. Se mordió la del pulgar, tenía una idea en mente. Había reunido toda la información que le había contado Junpei al mocoso, además de todo rastro de energía que él mismo había detectado durante los paseos por el bosque de Itadori y estaba seguro de algo.
—Es una maldición —pronunció en alto—. Una de categoría especial, concretamente. Un brujo no se atrevería a hacer algo así.
Los brujos eran hechiceros corrompidos, que acaban usando la magia para sus propias ambiciones donde se incluye el asesinato. Pero fue lo primero que descartó, un brujo no tendría ninguna razón para matar a aquellos aldeanos muertos de hambre.
A menos que estuviera estudiando necromancia, cuya idea también rechazó pues no había rastro de altares de sacrificio o runas talladas para invocar a los muertos. Lo que enfrentaban era algo peor.
Estaba tan calmado, meditando tranquilamente porque también calculó el poder aproximado de aquella maldición y por supuesto que era mucho más bajo que el propio Sukuna. Se le hinchaba el pecho de orgullo.
—Nadie puede igualar al rey —murmuró entre risas, descruzando las piernas y levantándose de su trono.
Pese a toda esa fachada de confianza había algo más escondido, cierta preocupación por su recipiente. Sukuna era fuerte, tenaz, inigualable, pero Yuji era tan diferente. Había entrenado, sabía pelear y no desconfiaba de sus capacidades pero temía otra cosa: su corazón. Si se diera el caso, ¿sería capaz de matar a otros humanos? Claramente sabía la respuesta, Yuji no era capaz de matar a nadie. Después de que se prometiera ayudar a toda persona que necesitase de él, era inútil pedir que se enfrentase a un humano.
—Y para eso estoy yo —dijo Sukuna, respondiendo a sus propios pensamientos.
Había permitido una unión de su alma con Yuji de por vida por una buena razón, su existencia ya no tenía sentido pero desaparecer pondría al muchacho tan triste, que ya se sentía suficientemente responsable de la muerte de su familia como para terminar de dejarlo solo. Él le importaba, demasiado para su gusto, pero la verdad es que nadie puede elegir de quien se enamora. Ni siquiera el Rey de las maldiciones.
¿Enamoramiento u obsesión? Es lo primero que se cuestionó meses antes. Al principio solo veía a aquel niño como un objeto de usar y tirar, dispuesto a complacer a su Amo, poder usarlo a su antojo y desfogarse. Devorarlo completamente, disfrutar de su piel, de sus labios, de sus ojos llorosos, sus manos temblorosas.
Pero pronto todo eso cambió, aceptó a Yuji como un igual y supo que lo añoraba cuando se marchó del castillo pero así todo era mejor. Y en sus últimos momentos no paraba de pensar en él, de reproducir en bucle cada momento juntos, esos escasos instantes de caricias, besos y sexo. Verlo sonreír le provocaba una extraña sensación en el estómago, una que no había sentido nunca en toda su existencia, pero era cálida, agradable. Creyó que había perdido toda humanidad en él hasta que forjaron un vínculo y se prometió cuidarlo para siempre.
Así que esperaría pacientemente a que Yuji avanzase con sus investigaciones sobre el misterioso pueblo y ya decidiría cuándo intervenir, principalmente para evitar que se acercase demasiado al peligro. Estaba más que dispuesto a cumplir sus votos matrimoniales.
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Run, little boy (SukuIta)
FanficYuji, del clan Itadori, es elegido por el emperador para ser su aprendiz y próximo sucesor. Nunca ha creído en las cosas sobrenaturales, pero tal vez es el momento de hacerlo. Sukuna x Itadori (+18 gore, sexo, palabras vulgares, sangre y heridas, c...