Capítulo 10

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La mañana estaba soleada y nostálgica. Ella sabía muy bien que era su último día en México y el solo pensarlo la hacía llorar y le causaba un enorme nudo en el corazón.
No volvería a ver a Fernando, en mucho tiempo. Y tal vez nunca regresaría a vivir a aquel lugar donde ellos acostumbraban a verse, a ese lugar donde había crecido, a ese lugar que tanto quería.


Leticia salió de la casa. Se iba a despedir de sus amigos, de sus lugares favoritos y desde luego, de su amor, para siempre.

 Se iba a despedir de sus amigos, de sus lugares favoritos y desde luego, de su amor, para siempre

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En Los Ángeles se encontraba ese joven desesperado, tan joven y ya con el corazón roto. No se consolaba y solo pensaba en ella, en esa mujer que lo había traicionado.


V: Si sigues así Aldo te vas a enfermar (Le advirtió su hermana, preocupada).

A: ¿Y cómo quieres que esté después de que Paulina me engañó? Viviana, yo la amaba, ella era como un consuelo para mí, ella era mi ilusión. Le entregué mi cariño, ¡mi amor!

V: Te dije que esa bruja-mujer o sea, brujer, no valía la pena. Ya lo decía yo, algo no me daba buena espina.

A: Eso no quita el hecho de que yo la amaba (Contestó con amargura).

V: Aldo debes aprender que a veces las mujeres no somos tan buenas como se nos pinta. Algunas, por supuesto.

Eso era algo que Aldo ya lo había comprobado, y estaba seguro de que esa herida jamás cerraría. En cambio, Viviana se dio cuenta de que su hermano necesitaba algo para curarse de ese mal de amor y es aquí donde aplicó el viejo y famoso truco: para olvidar a una mujer, se necesita a otra mujer. Entonces le presentó a su amiga Carmina. La invitó un día a comer a la casa con la excusa de que tenían trabajo que terminar.

V: Aldo, te presento a mi amiga Carmina.

C: Hola, Aldo.

A: ¿Qué tal? Bueno, yo me tengo que ir, se cuidan (Aldo no dudó en salir tan rápido como pudo).

Aldo les dio la espalda y se fue con los hombros caídos, cosa que realmente desconcertó a Carmina. Ella era una mujer bella: alta, bronceada cabello largo y un poco rizado, color castaño claro. Delgada y de ojos pequeños y expresivos.

C: ¿Qué rayos piensa tu hermano? (Estaba como desencajada)

V: Compréndelo ¿sí? Está lastimado, muy herido.

C: Bueno, no te preocupes, yo lo voy a curar. Él no va a resistir mi belleza y mi encanto. Yo lo haré olvidar sus penas de amores, yo lo haré olvidar a la mujer que le rompió el corazón, ya verás Viviana.

 Yo lo haré olvidar sus penas de amores, yo lo haré olvidar a la mujer que le rompió el corazón, ya verás Viviana

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