Leticia se adentró en su habitación. Aparentaba una fortaleza inquebrantable, pero en el fondo, y a escondidas, se desmoronaba, se permitía llorar, desahogar sus sentimientos. Se dejó caer sobre la cama, boca abajo, cruzando sus brazos a la altura de su cara, escondiendo la misma entre ellos, dejando brotar las lágrimas reprimidas que albergaban sus ojos marrones.
El sonido de la puerta abrirse de pronto la descolocó, haciéndola voltear, sentándose sobre la cama.
Fernando entró sin tocar, hecho una fiera.
F: ¿Me quieres explicar qué es eso que anunciaste en la cena?
L: Lo que escuchaste. Me voy.
F: ¿Por qué lo haces? ¿Qué pretendes con todo esto? ¿Te has vuelto loca, o es que quieres volvernos locos a los demás?
L: Ninguna de las dos cosas. Es lo más sensato que he decidido últimamente (secó las lágrimas que habían rodado por sus mejillas segundos atrás, tratando de que Fernando no lo notara, pero fue inútil, él lo notó).
F: ¿Y por eso lloras? ¿A quién quieres engañar Leticia?
L: No pretendo engañar a nadie. Solo me iré. Es lo mejor. Y lloro porque así soy yo, ya lo sabes, ¿no? Lloro por todo. Me da un poco de nostalgia dejar de nuevo mi casa, es todo.
F: Piensa en nuestros padres, no puedes hacerles esto, están muy tristes y desconsolados, ¿no te importa? ¿O acaso es que te vas con tu amiguito ese que vino de allá? ¿El tal Aldo Domenzolín?
L: Es Domenzaín, y si me voy, o no, con él, no es asunto tuyo. En cuanto a mis padres, no te preocupes, ellos están acostumbrados a que yo esté lejos.
F: Eres una inconsciente. Mejor di la verdad, no soportas que me case con MArcia. Es eso, ¿verdad? Admítelo.
Leticia se levantó, enfrentándolo.
L: Por supuesto que no lo soporto, es una loca, sabes que nunca me ha caído bien. Pero eso es todo, no malinterprestes las cosas. Tu puedes hacer lo que quieras, finalmente.
F: Estás celosa.
L: ¿Qué? Por supuesto que no (rio sarcásticamente), ni lo sueñes.
F: Estás ardiendo en celos, reconócelo (se acercó a ella, para quedar frente a frente, más cerca). Por eso no soportas verme con ella, porque aunque no quieras aceptarlo, sigues amándome. Estás muerta de celos, igual que lo estoy yo, cada vez que te veo cerca del tipo ese, el tal Aldo.
L: Te volviste loco. Eso quedó en el pasado.
Fernando la tomó de los hombros, con fuerza.
F: Te conozco muy bien, conozco cada gesto que haces, cada mirada, cada palabra. No me puedes engañar.
Leticia lo miró tan de cerca, que se puso a temblar. No quería quebrarse ante él, no debía. Pero ver sus ojos intensos tan de cerca, mirándola con esa mirada que gritaba que aún la amaba, que gritaba furia, que gritaba pasión e impotencia, la hizo desvaneserce. Sintió que su cuerpo dejoó de responder, se debilitó, sintió que las piernas se le doblaron, y que las fuerzas se le esfumaron. Fernando la sostuvo con fuerza, rodeándola completamente con los brazos.
F: ¿Qué te pasa? Lety, ¿qué tienes?
En ese momento, entró Carolina a la habitación. Al ver la escena, no estaba segura de qué hacer, pero antes de poder decidir algo, Fernando la volteó a ver, pidiéndole ayuda.
F: Ayúdame a recostarla sobre la cama, no se qué le pasa.
Carolina se acercó de prisa, dándose cuenta de que Leticia estaba muy débil.
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La verdad oculta.
FanficLeticia: Una joven dulce, simpática, inteligente y muy bella. Estudió Administración de empresas, y aunque su padre ha sido un poco duro con ella, ella anhela poder trabajar en su empresa "Conceptos", al lado de sus dos hermanos: Carolina y Fernando...