Capítulo 25

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Sus cuerpos se estrecharon con fuerza, sintiendo como una electricidad recorría cada centímetro del mismo, y sus corazones palpitaban con tanta intensidad que amenazaban con salir de su sitio.

Las lágrimas de Fernando se mezclaron con las de Leticia, y sus pieles se reconocieron mutuamente. Fernando estaba desconcertado pues no entendía qué hacía Leticia ahí. Se suponía estaba muy lejos de ahí.

F: ¿Qué... qué haces aquí, Lety? (Preguntó Fernando, entre lágrimas)

L: Vine por ti, Fernando (ella lo miró con intensidad, fijamente a los ojos).

Fernando quedó más asombrado. Pero al mismo tiempo, se sentía feliz.

F: Pero tu, ¿no ibas a irte a Los Ángeles? Pensé que estabas con...

L: Shh, no digas nada (Leticia se abrazó al cuello de Fernando, y recargó su cabeza sobre el pecho de él, quedando su oído pegando en el lado izquierdo de su pecho, justo donde se podían percibir los latidos del corazónde Fernando). No puedo dejarte Fernando. Ahora se la verdad, se que... No somos hermanos (dijo entre sollozos).

Fernando sintió angustia. Eso significaba que ella había sufrido mucho al enterarse de la verdad. Leticia era muy sensible, y al enterarse de la verdad, él hubiera querido estar con ella para consolarla.

F: Como... (aclaró su voz, que comenzaba a quebrarse) ¿Cómo lo supiste Lety?

L: Me lo dijeron Humberto y Teresita. Ellos fueron por mi a donde Aldo me tenía secuestrada y....

F: ¿Qué? ¿Secuestrada? (El semblante de Fernando cambió de inmediato. De nostalgia, a coraje. De tristeza, a enojo... Quería tener a Aldo frente a él para darle su merecido) ¿Cómo se atrevió? ¿Dónde está ahora? Le voy a enseñar a respetarte (se separó de ella, angustiado).

Leticia lo jaló de la mano, suavemente.

L: Cálmate Fer... Eso ya pasó.

F: Ese tipo ¿qué se cree? ¿por qué hizo eso?

L: Cuando fuiste a buscarme al aeropuerto, Aldo me llevó con él. Primero pensé que era lo mejor, pues pensé que ya estabas casado con Marcia, por eso me dejé llevar por Aldo. Pero tenía la incertidumbre de qué querías hablar conmigo. Me entró una angustia enorme. Yo quería volver, quería hablar contigo... Pero fue entonces cuando Aldo no me dejó. Ya estábamos arriba del auto, dirigiéndonos a no sabía dónde. Me llevó a una casa de campo de su familia. No me dejaba ir porque decía que quería ayudarme, que yo no tenía la mente clara y que debía esperar. Aldo no quería perderme. Él ha sufrido mucho Fernando. Ha perdido mucho en la vida  y por eso...

F: No lo justifiques, por favor. Aldo tiene que aprender que así no se hacen las cosas. ¿Cómo se atrevió?

L: Después vemos eso. Ahora lo importante es aclarar las cosas, tu y yo (Leticia suspiró). Yo les hablé a "mis papás", cuando Aldo salió a comprar cosas. Inés, la empleada de la casa, me ayudó. Entonces, Humberto y Teresita, junto con Caro y Tomás, fueron por mi a la casa de campo y me llevaron de regreso a casa. Ahí, me dijeron la verdad. Apenas podía creerlo. No soy hija de los Mendiola.

Fernando la abrazó nuevamente, rodeándola fuerte con sus brazos, apegándola a su pecho.

F: Lo sé. Me enteré el mismo día de mi "boda" con Marcia. Yo tampoco podía creerlo. Por eso fui a buscarte al aerpouerto, quería decírtelo, quería que lo supieras, quería consolarte, y que me consolaras, sentí frustración al saber la verdad, pero al mismo tiempo un gran alivio (sonrió con dulzura). Quería gritarte a los cuatro vientos que te amaba, que nuestro amor podía ser limpio.

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