Capítulo 11

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Fernando buscaba la manera de desahogarse. Pero no quería hacerlo con sus papás para no levantar sospechas, así que decidió hacerlo con su hermana menor, Carolina.

F: Solo dime, ¿por qué?... ¿Por qué carolina? (No podía dejar de llorar. Realmente lo destrozaba el hecho de que Leticia se hubiera ido)

C: Ella no es mala como crees.

F: ¡Lo es! ¿Cómo tuvo corazón para irse, y de esa manera? Es una ingrata.

C: No pudo despedirse de nosotros, pero fue para que no estemos tristes. Yo la entiendo, lo hizo con nobleza.

F: ¡Fue egoísta! Me dejó sin importarle nada. Me dejó solo...

C: No estás solo Fer, yo estoy aquí. O ¿acaso no valgo nada para ti?

Él estaba llorando sin consuelo, pero el escuchar esas últimas palabras de Carolina, lo hicieron sentirse culpable y un ser miserable, pero esto no quitaba de su mente a Leticia, su hermana menor, y lo mucho que le dolía su partida.

La puerta interrumpió la conversación de los dos hermanos, antes de que Fernando pudiera responder.

C: Adelante... pase quien sea (Carolina permitió el paso a su habitación).

M: Hola (Marcia saludó, abriendo la puerta).

C: Marcia, creo que no es buen momento para que estés aquí.

M: ¿Qué te pasa Fernando? ¿Por qué lloras? (Preguntó, ignorando a Carolina)

F: Leticia se fue, pensé que lo sabías (Contestó Fernando en un hilo de voz).

M: Lo sabía, pero no pensé que te afectara tanto.

F: Ni siquiera me dijo "adiós". Se fue así, sin decirme nada (contestó desconsolado).

M: Creo que necesitas desahogarte, ven, vámonos.

Marcia lo jaló de la mano.

C: Ay pero que tipa tan desagradable (pensó Carolina).

Fernando quedó sorprendido al ver aquel lugar a donde llegó con Marcia: No era cualquier lugar sin importancia, era de hecho uno de los lugares más importantes: donde solía verse con Leticia.

F: ¿Qué estamos haciendo aquí? (Preguntó desconcertado, y dando media vuelta para irse)

M: Espera, no te vayas. Este lugar será ahora donde siempre nos veremos, para platicar. Aquí puedes desahogarte conmigo, expresar lo que sientes, llorar también, si gustas.

F: Este lugar es, es... Muy especial para mí (dijo con amargura).

M: Con mayor razón Fernando. Vamos a vernos aquí, siempre que quieras.

El aceptó, no tanto por Marcia, sino porque ese lugar le recordaba a Leticia, que, aunque en estos momentos creía odiarla, pero a pesar y por encima de eso, la amaba.

M: Fernando, debes olvidarte de Lety, de TU HERMANA.

F: ¿Mi hermana? ¿Por qué tenía que ser mi hermana?

M: ¿Qué?

F: ¡La odio! No sabes cuánto.

M: Fernando que te pasa, me estas asustando.

F: Perdóname Marcia, tú no tienes la culpa de nada. Esto es cosa mía.

M: Tienes toda la razón. YO NO TENGO LA CULPA.

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