Cap 14

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Melanie despertó con los primeros rayos del sol que se asomaban por la ventana. La respiración de Tom era profunda y rítmica, él seguía dormido, sus cuerpos aún en sueño se aferraban el uno al otro de brazos y piernas.

Melanie observó su rostro, perdiéndose  en cada rasgo de su cara, admirándolo.

Hubiera permanecido perdida en
aquella contemplación, pero sus necesidades básicas reclamaron su atención. Con cautela se desenredó de su abrazo, y tras salir del baño se vistió solamente con la camisa de Tom, enrollando las mangas largas, solo tapaba la mitad de sus muslos.

Bajó descalza por las
escaleras, allí en el recibidor estaba su mochila y sus dos maletas.

Sacó una sencillas bragas rosas y se la subió por las piernas, es curioso como la falta de ropa interior bajo una prenda enfatiza su ausencia.

Siguió a la cocina, la casa estaba tranquila y silenciosa, pero el aroma a café le hizo saber que no era la única que estaba despierta. Se sirvió una taza y quedó fascinada al ver a Amara practicando yoga con la superficie de la piscina reflejando los movimientos de su silueta.

Salió a la terraza y se sentó callada a ver el espectáculo. Cautivada en la fluidez de sus movimientos, las líneas y curvas que hacía con su cuerpo como si no requirieran ningún esfuerzo, su figura estirándose con perfecta
naturalidad.

Plantaba los pies sobre el suelo, inclinaba su torso hasta que sus palmas estaban al lado de sus pies, su nariz tocando sus rodillas, para luego subir las dos piernas, rectas como flechas apuntando al cielo. Era como si la fuerza de sus brazos fuera igual a la de sus piernas. La rectitud de su perfil permitía ver la innegable curva femenina de sus pechos, su cintura, sus culo, su figura era de una atleta esbelta que había esculpido su cuerpo durante años.

Abrió las piernas como una Y,
para luego bajar una, después la otra, completamente abierta sobre
el suelo, un pie apuntando hacia el norte y el otro hacia el sur, sus manos juntas como en una oración al cielo que luego terminaron a la altura de su corazón.

Melanie sentía ganas de aplaudir
después de ver esa exhibición física.

Amara rodeó la piscina y se acercó a su inesperada espectadora con una cálida sonrisa en el rostro.

–Buenos días linda. Se inclinó y le dio un beso en cada mejilla.

–Por lo visto no soy la única pajarita que despierta con el sol. ¿Cómo pasaste la noche? ¿Dormiste bien?.

Melanie sonrió tímida y respondió

– Sí, hacía mucho que no dormía tan bien. Se mordió el labio recordando todo lo que había visto y hecho.

Pensó en lo que le había dicho Tom anoche, "a ellos les encanta que los miren". Sentía una curiosidad por saber más a lo que se refería con eso, y cómo es que él sabía eso, pero los modales incapacitaron su lengua; por lo que abordó un tema más sencillo.

–¡Eres extraordinaria! ¿Cómo aprendiste a hacer eso?.

–Gracias. Me tomó unos cuantos años, pero creo que en resumen puedo decir que he aprendido con cada respiración. Cuando aprendes a controlar tu respiración controlas tu mente, y cuando controlas tu mente, controlas tu cuerpo.

–Está bien Señor Miyagi. Después me vas a decir que podré aprender a balancearme sobre mis brazos como si fuesen mis pies si le hago un tratamiento de cera a tu auto.

Amara alzó la ceja divertida.

– ¿Tú has visto Karate Kid?.

–Claro. Tenía que conocer la historia entre Johnny y Daniel cuando vi Cobra Kai.

Amara echó la cabeza atrás y rio.

–Pues si quieres aprender a caminar con las manos, primero tienes que
aprender a pararte correctamente sobre tus pies.

Tomó a Melanie por las manos, llevándola con ella hasta el borde de la piscina.

–Párate aquí en el centro, los pies separados a la altura de tus caderas. Le indicó.

Melanie estaba con la espalda hacia la piscina azul y Amara estaba parada frente a ella, actuando como su reflejo a medida que le instruía cómo posicionarse.

Cuando Melanie juntó las palmas con sus brazos extendidos sobre su cabeza, Amara contempló las curvas suaves de su pecho se juntaron contra la blanca camisa de Tom que llevaba puesta. El dobladillo de la camisa rozaba sus muslos, tentándola a descubrir el resto de su piel.

–No olvides alinear tus caderas y pegar el ombligo a la espalda. Dijo Amara.

–¿Cómo pego el ombligo de la espalda?.

–Sería más fácil si pudiera verte el abdomen.

–La camisa de Tom te queda un poco grande.

Dijo guiñándole el ojo y Melanie sonrió traviesa y ruborizada.

–¿Te la puedo anudar en la cintura?.

Melanie asintió.

–Sí, claro.

Menos mal que se había puesto
la ropa interior.

Su corazón comenzó a latir acelerado cuando Amara desabrochó los botones inferiores de la camisa.

Parecía que cada segundo era una hora, tenía la camisa abierta como un triangulo desde el medio de su abdomen. A Melanie se le erizó la
piel cuando los dedos de Amara rozaron su vientre, justo encima de la liga de sus bragas.

Amara agarro cada extremo de la camisa y la enudó alrededor de su cintura. Melanie no entendía por qué sentía la boca seca y la sensación delatadora de su humedad impregnando su ropa interior, solo esperaba que Amara no se diera cuenta del efecto que estaba teniendo sobre su cuerpo. Pero Amara sí se daba cuenta, sus ojos notaron cuando su piel se estremeció, y como sus pezones se endurecieron, sus botones rígidos apuntando bajo la tela. Su corazón palpitaba feliz en su pecho, respiró profundamente y se concentró en la tarea de seguir provocando a Melanie hasta que no pudiera resistirse más a una curiosidad tan secreta que quizás ni ella misma sabía que la tenía.

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Lo que se se viene es hot 🥵🔥agarrense

𝚃𝚑𝚎 𝚝𝚎𝚊𝚌𝚑𝚎𝚛 𝚊𝚗𝚍 𝚝𝚑𝚎 𝚊𝚙𝚙𝚛𝚎𝚗𝚝𝚒𝚌𝚎 (𝚃𝚘𝚖 𝙺𝚊𝚞𝚕𝚒𝚝𝚣)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora