Cap 32

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Amara y Bill reían y se sentían muy felices, sentían que su familia estaba completa pero que aún asía falta un remolinito que les desordenara toda la casa y entre risas Bill comentó:

–Creo te empezare a dar placebos Melanie.

Ella se quedó confundía a su comentario. Tom igual no dudo en preguntar:

–¿Por que ? , tratas de envenenar a mi mujer. Replico con una mala cara.

Bill se encargaba de comprarles las pastillas anticonceptivas alas chicas ya que Amara y ella asistían con el mismo ginecólogo, Bill se encargaba de mensualmente mantenerlas seguras de que tomaran cada píldora sin pretextos. Por lo cual él siempre las compraba pero ahora que Tom se casaría el quería un sobrino o sobrina que lo llamara tío.

–No hermano es que quiero que la folles mucho y que en una de tantas folladas que le des me des a mi la sorpresa de que la embarazaste, quiero un sobrino y lo quiero ya.

Tom se quedó tonto con ese comentario y Melanie solo levantó una ceja sorprendida por su anhelo.

–Ah sí .... Pues por qué no dejas de follarte a Amara por el culo y le haces tú uno, así tendías ese bebé 24/7 Bill.

Bill hizo una mueca de disgusto y con su mano la acercó a sus labios en seña de hacer cerrar un sierre de lado alado, como si no hubiera dicho nada. Todos soltaron una carcajada ante su acción.

Tom abrazó a Melanie desde atrás, rodeando su cintura, su mentón apoyado sobre su hombro y susurró en su oído.

–¿Sabes qué Ingeniera?

–Dígame Profe.

–El negro no es un color adecuado para el verano.

Su mano libre hallando la cremallera de su toga y deslizándola hacia abajo. Bill y Amara miraban la escena, sus ojos se abrieron al ver lo único que llevaba puesto debajo.

La tela negra cayó alrededor de sus tacones rojos, dejando su cuerpo al descubierto, sus piernas envueltas en las medias que iban sujetadas a medio muslo por los tirantes negros del liguero del corsé, el cual acentuaba su cintura y la voluptuosidad de sus Pechos a punto de salirse de la tela que
las cubría con cualquier movimiento y saldrían. El triángulo de su sexo estaba acentuado por las líneas de la tanga, cubriendo todo menos su intimidad; era una invitación explícita y sin censura.

Melanie resolló cuando el líquido burbujeante cayó por su escote. Tom susurró.

– Permíteme refrescarte un poco.

vaciando lo que quedaba en su copa sobre el generoso pecho de su mujer.

La otra pareja contemplaba a la joven recién graduada como lobos a su presa, hoy era un día para ella, y todos querían que fuese inolvidable.

Tras despojarse de su ropa, Amara se acercó a Melanie y hundió su lengua en la unión de su escote, bebiendo la champaña que se había acumulado entre sus senos, lamiendo la piel desde su pecho hasta llegar a sus
labios.

Amara se movió a un lado de Melanie sin dejar de besarla para cederle el paso a Bill, cuyas manos fueron directamente a liberar sus Pechos. Sus manos ásperas deslizaron la tela hacia abajo, sus dedos acariciaban su botones hasta dejarlos como diamantes.

Tom seguía a sus espaldas, se
había arrodillado y contemplaba la sensual curva del culo de Melanie antes de enterrar el rostro en su carne, hallando su abertura inundada con la lengua. Pero su lengua no buscó el rumbo hasta su clítoris que palpitaba con deseo; Melanie gimió contra la boca de Amara trazó su orificio más privado con la lengua, lamiendo el anillo apretado de su culo.

𝚃𝚑𝚎 𝚝𝚎𝚊𝚌𝚑𝚎𝚛 𝚊𝚗𝚍 𝚝𝚑𝚎 𝚊𝚙𝚙𝚛𝚎𝚗𝚝𝚒𝚌𝚎 (𝚃𝚘𝚖 𝙺𝚊𝚞𝚕𝚒𝚝𝚣)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora