Cap 23

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La tecnología disponible en la casa de Tom era de punta. El televisor pantalla plana que ocupaba la sala era enorme, por lo que las imágenes se veían de gran cálidas.

Los cuatro se sentaron en el sofá, las dos mujeres en el centro; Tom  operaba el televisor con su móvil, e instantes después Melanie veía cuatro cuadros en la pantalla, cada uno un ángulo diferente, la toma de cada cámara que Tom tenía en el jardín. Estaba viendo
lo que había sucedido esa mañana en la piscina. Observar en tercera
persona cómo Amara tocaba su
cuerpo mientras le enseñaba las secuencias de yoga la estremeció; y aunque sabía que la empujaría al agua en cualquier momento, su
corazón latió asombrado al verlo suceder.

Cuando se estaban besando voraces en la piscina, el corazón de Melanie no era
lo único en su cuerpo que palpitaba. La motita de su clítoris latía entre sus piernas, excitada al verse a sí misma y a Amara, besándose en la pantalla, sus manos explorándose mutuamente.

El efecto de aquellas imágenes alimentaban el fuego en cada uno de ellos.

Amara acariciaba el muslo de Bill, su mano cada vez más cerca de la erección que prensaba contra sus pantalones, mientras la mano de él jugaba con la liga elástica de las mallas de su mujer.

Melanie al ver tal acción de la pareja se paralizó y se bloqueó total mente sin saber qué hacer, Tom tomó la mano de esta y la llevó así entrepierna para que acariciara su miembro rígido, por en sima de la tela. Mientras la mano de Tom ya se había aventurado bajo su camiseta y jugaba con sus suves pechos.

Las escenas en la pantalla se volvían cada vez más intensas, el deseo se respiraba en la sala.

Cuando Melanie volteó la mirada a la izquierda, Bill acariciaba el
cabello dorado de Amara mientras su cabeza subía y bajaba rítmicamente sobre el regazo de su amante.

–¿Qué te gustaría hacer?.

Le susurro Tom al oído mordiendo este y  sin dejar de explorar sus curvas con la mano.

Melanie se mordió el labio inferior y le dijo en voz baja.

–Me gustaría saber a qué sabe... Ella.

-Me encantaría ver eso. Replicó Tom.

–Pero antes déjame liberarte de tanta ropa.

La desnudó en movimientos fluidos, dejándole puesta únicamente la tanga negra. Sus ojos apreciaron las voluptuosas curvas de su alumna, la besó sensualmente antes de seguir contemplando sus movimientos a medida que se acercaba a la rubia.

Deslizó las manos por sus muslos hasta las caderas, Amara reaccionó arrodillándose sobre el mueble, realzando el corazón que dibujaba sus culo en esa posición.

Melanie acercó el rostro a su centro, inhalando su fragancia femenina a través de la delgada tela de su ropa. Amara gimió alrededor de él miembro de Bill que entraba y salía de su boca, estremecida por la acción sutil e íntima de la morena, deseosa de que la liberara de su vestimenta. Su deseo se realizó momentos después, Melanie deslizó las prendas por sus piernas hasta quitárselas por completo, revelando su sexo húmedo que parecía un fragmento de fruta madura entre sus muslos.

El aroma de su excitación la atraía, y cuando recorrió su centro de un extremo a otro Amara sintió escalofríos  bajo su piel.  Melanie exploraba su sexo con la lengua, con cada lamida descubriendo el sabor cítrico de sus
jugos, la textura de sus pliegues, lisos y tersos mientras más penetraba su sexo, carnosos por fuera. La mota  hipersensible en el ápice de su vagina era deliciosa, pequeña, hinchada, que arrancaba más vocalizaciones de placer de la rubia cada vez que Melanie  la lamía.

𝚃𝚑𝚎 𝚝𝚎𝚊𝚌𝚑𝚎𝚛 𝚊𝚗𝚍 𝚝𝚑𝚎 𝚊𝚙𝚙𝚛𝚎𝚗𝚝𝚒𝚌𝚎 (𝚃𝚘𝚖 𝙺𝚊𝚞𝚕𝚒𝚝𝚣)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora