Cap 26

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–¡Eso te queda fabuloso!. 

Exclamó Amara al ver a Melanie salir del vestidor, el vestido negro se le veía súper pues estaba realzando sus curvas y exaltando el brillante color de sus ojos.

–Es precioso, pero ¿estás segura que me queda bien? No es exactamente mi estilo.

–Nada de eso, un buen
vestido y los tacones adecuados le quedan bien a cualquier mujer.

-Todo se trata del corte. Además, el estilo vintage te queda a la perfección, pareces una modelo pin–up.

–Gracias.

Sonrió halagada por
el cumplido de su amiga

–Ese color te queda espectacular.

Amara sonrió y se dio una vuelta, la tela esmeralda realzando sus ojos y contrastando con el rubio de su cabellera.

–Ya estamos casi listas para volver a cenar con los chicos.

–¿Casi? Qué falta?.

–Lo que llevaremos debajo de estos vestidos.

Dijo con tono travieso.

Horas más tarde.  La casa estaba impregnada de una fragancia deliciosa, las dos mujeres encontraron a Bill en la cocina. Recién estaba apagando el fuego y las ollas estaban cubiertas para mantener la comida caliente.

–Llegaron justo a tiempo.

Dijo Bill y se giró para encarar a las chicas.

Sus pupilas se dilataron al ver a Melanie y Amara. Su mujer llevaba el cabello suelto, sus ondas cayendo sobre sus hombros hasta rozar su cintura ceñida en un vestido esmeralda que abrazaba las curvas de sus caderas hasta las rodillas. Las medias que envolvían sus piernas eran de un encaje ornamental que hacía juego con la gargantilla del mismo material que rodeaba su cuello y bajaba como un ancla entre sus pechos. Los altos tacones negros con suela roja le incrementaban su estatura por unos diez centímetros, pero aun así su cabeza no llegaba hasta la clavícula de Bill.

Tom entró a la cocina, y al igual que su hermano, admiró a las dos mujeres después de su día de chicas.

Dónde el vestido de Melanie abrazaba sus curvas, el vestido de Melanie contaba con una falda acampanada que se estrechaba en su cintura, el escote en V atraía la mirada a su busto, no sólo por el escote, sino la decoración de cintas negras que evocaban los barrotes de una jaula que contenían sus voluptuosos pechos.

–¿Les gusta?.

Pregunta Amara en tono coqueto, tomando a Melanie de la mano para darle una vuelta y luego ella, luciendo sus atractivos atuendos.

–Están bellísimas.

Dise Tom sin dejar de apreciarlas.

–Creo que esta noche deberíamos empezar con el postre. Dise Bill.

–Eso suena bien. Responde Melanie.

– ¿Qué hay de postre?.

–Ustedes dos.

Replica con una sonrisa hambrienta en su rostro.

Una sonrisa complacida ilumina su semblante y Amara dice guiñándole el ojo a Melanie.   

𝚃𝚑𝚎 𝚝𝚎𝚊𝚌𝚑𝚎𝚛 𝚊𝚗𝚍 𝚝𝚑𝚎 𝚊𝚙𝚙𝚛𝚎𝚗𝚝𝚒𝚌𝚎 (𝚃𝚘𝚖 𝙺𝚊𝚞𝚕𝚒𝚝𝚣)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora