CAPITULO 22

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Kayla

— ¿Que mie...? — No pude protestar cuando su mano se aparto de mi boca porque me quedé sin habla y casi sin aire cuando se posiciono encima de mi.

¿Que mierdas?

Yo estaba con la boca abierta, de mi boca no podían salir palabras tenía la garganta seca.

— ¿C-Como has entrado? — Tartamudeé, no lo entendía.

El me miro con una sonrisa de lado y con sus ojos verdes.

— La próxima vez no dejes la ventana abierta — Se acercó a mi oreja para susurrarme y senti su aliento caliente.

Tragué duro, se me había olvidado bajar la persiana y cerrarla.

— ¿Que haces aquí? — Estaba muy nerviosa, hasta sentía escalofríos subiendo y bajando por mi columna vertebral.

Inhale y éxhale cuando su mano se encontró con mi cadera, era grande comparado conmigo.

— ¿No lo sabes, cariño? — Me pregunto yo negué con la cabeza apretando los labios cuando me apretó la cadera. — ¿Lo has besado de verdad? — Así que todo era por eso, si lo había besado o no — Respondeme — Exigió, ahora era mi momento de reírme un poco.

— ¿Te importa? — Le pregunté falsamente sorprendida.

— Joder, pues claro que me importa — Me respondió y eso sí que no me lo esperaba, pensé que me iba decir que era una creída, pero al parecer no — Dímelo ¿O le tengo que preguntar a él? — Parecía enfadado.

— No, no lo he besado, pero algún día lo haré — Le prometi.

— Que lastima que ese día no vaya a llegar nunca. — Me dijo con una tristeza fingida yo fruncí el ceño.

— ¿Que quieres? — Le pregunté, esa tendría que haber sido la primera pregunta que le deberia haber hecho.

— Eso mismo me preguntaste hace un mes y ahora se lo que quiero — Me respondió.

Ni siquiera me dejo decir nada porque su boca se encontró con la mia y fue como encontrar la fuente de agua para que mi garganta no estuviera seca, yo le acerque a mi cogiéndole de la nuca y cerré los ojos por la sensación que me daba.

Me cogio de la cintura y me dio la vuelta para que yo quedara encima de él, se apoyo en la pared sin dejar de besarme y yo quedé sentada encima de él, como la primera vez que le bese.

Me separé por un momento de él para poder respirar, pero el ni siquiera me dejo apartarme, me volvió a coger de la nuca y me atrajo a él de nuevo.

Sus besos eran mucho mejores que cualquier otro que me hubieran dado, sus labios encajaban perfectamente en los míos, literalmente me estaba comiendo, sentía que me iba a abrir un labio y yo no podía seguirle el ritmo.

Solo me dejaba hacer, sus manos fueron a mi cintura y me atrajeron mucho más a él y sentí su bulto presionar mi muslo interior y gemi, esto que sentía, joder, era muy diferente a cualquier cosa que hubiera sentido antes, no quería que dejara de besarme, de hecho quería que llegara a algo más.

Sus labios dejaron los mios y me queje, el solo sonrió, sus labios se dirigieron a mi cuello y me empezó a besar desde la oreja hasta la clavícula.

— Nash — gemi cuando pasó toda su lengua lentamente por el recorrido en el que había dejado sus besos.

Me mordí el labio recordándome que mis padres estaban en la misma planta y nos podían escuchar, y eso no es lo que queríamos.

Su boca bajo un poco más allá de la clavícula llegando al valle entre mis pechos, nunca nadie me había tocado ahí, pero a lo mejor también era porque nunca me había sentido así.

Nuestra rivalidad perfecta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora