CAPITULO 33

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Kayla

Mis padres estaban esperándome abajo, había subido solo para bajar mi maleta y mochila, ya me había despedido de Jane y Keyla, que habían venido para dejarme y despedirse y también de Nash, solo que de él me despedí en el instituto.

Eran las 3 de la tarde y teníamos que estar allí a las 5 para coger el vuelo, cuando baje, casi corriendo por las escaleras, vi que ya estaba allí el taxi, metieron las maletas en el maletero y yo me senté atrás con mi madre y mi hermano.

Mi madre se ponía muy nerviosa en los aeropuertos, sobretodo cuando solo quedaba 1 hora para embarcar y todavía nosotros no habíamos facturado las maletas.

—Estoy cansado mamá —Replico mi hermano mientras esperábamos en la cola para facturar las maletas.

—Espérate un poco, solo hay 5 personas delante de nosotros. —Le contesto mi madre y Cam resoplo.

—Kayla —Llamó mi atención —¿Y si vamos a comprar algo? —Me pregunto con cara angelical y yo negué con la cabeza.

—¿Porque no? —Se enfado.

—Porque Cam queda muy poco para que nos facturen las maletas y no os va a dar tiempo —Respondió mi padre por mi.

—Pero yo tengo hambre —Replicó.

—No te preocupes, hay comida en el avión —Le dije y me miro enfadado, cuando por fin llegó nuestro turno, ya no estaba tan enfurruñado, ahora solo quedaba esperar.

Nos dejaron montar un poco antes de nuestra hora de embarque y mi padre y yo nos sentamos juntos mientras esperábamos a mamá y a Cam que habían ido al baño, después montaron y se sentaron detrás de nosotros.

Yo me puse los cascos y estuve así un buen rato, leyendo y hablando con las chicas, hasta que nos trajeron la cena, que no estaba tan mala como pensaba que estaría, hace 2 años que no volaba en avión la última vez fue también para lo mismo.

Llegamos allí casi a las 11 de la noche y nada más bajamos del avión mientras esperábamos un taxi escribí a Nash diciéndole que ya habíamos llegado y no tardo en contestarme.

Ahora solo faltaba llegar a la casa de mis abuelos, siendo sincera no me gustaba mucho Washington, es donde se había criado mi madre, pero a mi no me gustaba, prefería mi querido San Diego.

— ¿Falta mucho? —Pregunto Cam por segunda vez en tan solo 15 minutos en taxi y la respuesta de mi madre era la misma de hacia cinco minutos.

—No —Esta vez era verdad todavía recordaba la casa de los abuelos a las afueras y también el vecindario donde vivian.

—Entonces ¿Los abuelos no saben qué vamos? —Pregunté y mi madre me contestó negando con la cabeza.

Cuando llegamos por fin a la casa de mis abuelos, me quedé observando la casa mientras mis padres sacaban las maletas, seguro Cam apenas recordaba la casa, el solo tenía 7 años la última vez que estuvimos aquí.

Tocamos la puerta y cuando mi abuela abrio y nos vio, todos dijimos  sorpresa, mejor dicho nuestros padres dijeron sorpresa, nuestra abuela llamó al abuelo y nos abrazo y nos dijo lo que siempre decía siempre que nos veía.

—Que mayores estáis, sobre todo tu, Cam. —Le agarro los cachetes mientras decía esto.

Tampoco había crecido tanto o a lo mejor yo no lo notaba ya que me veía todos los días en el espejo, pero Cam si había crecido bastante, para ser exactos unos 6 cm desde la última vez que vio a los abuelos.

Después de habernos saludado, subimos a nuestras habitaciones, Cam y yo compartíamos cuarto y cama, a mi no me importaba y a él tampoco, mis padres tenían su propia habitación en casa de mis abuelos.

Nuestra rivalidad perfecta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora