Capítulo I [Editado]

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Llueve a cantaros. Papá ha decidido quedarse conversando con el tío sobre las tácticas a implementar en la próxima fecha FIFA: nos enfrentaremos a Uruguay y a Brasil, los dos clásicos de nuestra Selección nacional, nuestros grandes rivales. Nunca hay un partido tranquilo cuando nos enfrentamos a alguna de esas potencias sudamericanas. Igual, no podemos decir nada porque nosotros no somos una selección tranquila.

Mientras espero que papá termine de conversar con el tío (para que pueda darme las llaves del auto y así poder irme del predio en paz), tomo mates con mis amigos y conversamos de trivialidades: desde el concierto de Taylor que está por realizarse en nuestro país, hasta la buena racha que está teniendo el Tottenham después de la salida de Kane. Cada vez que hablamos de este tema, Cristian dice que se había encariñado con el ex-capitán de los Spurs, pero que está feliz de que su amigo sea ahora el capitán (y él poder ser el segundo al mando del equipo). Cada vez que se habla del concierto de Taylor en el gran Monumental, yo comento lo emocionada que estoy de que voy a poder cantar You belong with me desde el fondo de mis pulmones, abrazada a Julia, la esposa de Marcos.

Cada vez que estoy acá, en el predio de la AFA, pienso en lo suertuda que soy: otras darían su vida por salir con alguno de estos, mientras que ellos me cuidan como a una hermana.

– ¡Che!, dale que se enfría el mate, microfonito –me dice Enzo antes de que le dé el último sorbo para luego pasárselo.

– Me parece que nuestra querida Mica está en la nube de Valencia –dice Julián golpeándole el brazo con su codo– ¿Hay alguien en tu mente?

– Sí, tu novia, zapallo. –le digo con ironía.

– Re que no te la aguantas a ella –retruca Enzo haciendo "montoncito" con la mano detrás de pasarle el mate a Cristian. A lo que los hombres comienzan a reírse. Y, bueno, Enzo tiene razón: ella tiene un pequeño (gran) historial de meterse con novios de amigas, incluso estando ella en pareja.

– No, pero, ¿no es linda? –digo siguiendo el chiste, a lo que Julián me mira con cara de muy pocos amigos.

– Entonces, nuestra peque va a cumplir su sueño de ver a la Taylor en vivo. Pensar que comenzaste la campaña del año pasado... –dice Gonzalo, pidiéndole el mate a Enzo.

– ¡Sí!, ya veo que canta Change como canción sorpresa y yo con las tres estrellas –digo completamente orgullosa de mis amigos.

– ¿Y el Spider boy?

– ¿King of thieves? Lo voy a gritar desde el fondo de mis pulmones –digo corriendo a abrazar a Juli, quien hace una mueca al recibir mi abrazo.

– ¡Bien que el otro día estabas caído porque no venía porque tenía que terminar un parcial! –dice Nahuel, riéndose de la cara de mi amigo más íntimo.

– Y, si me prometen una cosa y después no la cumplen, ¿qué querés que haga? –dice Juli defendiéndose mientras sigo abrazándolo por el cuello– A demás, ese era un secreto entre nosotros, culia'o.

– ¡Jamás te lo prometí, no sé qué decís! –le digo soltándolo y dándole un pequeño golpe en la cabeza.

Y es en este momento que veo a papá meneando su cabeza de un lado al otro mientras el tío le sigue dando propuestas; pero como el director técnico es él, tiene la última palabra. Ellos dos son inseparables, nada ni nadie pudo interponerse entre ellos, ni siquiera el secreto de mamá. Lionel Scaloni y Pablo Aimar, dos de las mentes brillantes detrás del funcionamiento del equipo.

Al verme, papá me sonríe y estira sus brazos para que vaya con él, por lo que lo hago. Al abrazarlo, me pregunta cómo me fue en el parcial, para que pronto yo le diga que tengo el mejor promedio de la comisión y que en el acto de cierre del ciclo lectivo seré la abanderada de la bandera papal, ya que un estudiante de Abogacía (un boludo tremendo) tiene mejor promedio que yo. Mi tío me felicita y dice que está orgulloso de mí mientras papá me choca los cinco. Me da las llaves del auto y, seguido de robarle el mate a Cristian y tomar el último del termo, emprendo camino al auto. Mientras salgo del salón de usos múltiples, escucho cómo mis amigos se burlan de mí: está el mito que dice que, si te tomas el último mate, te vas a casar. Realmente es lo último que va a pasar ya que no estoy en el radar de nadie.

El camino al estacionamiento no es largo, pero gracias al aroma de los árboles mojados, aprovecho cada paso para relajarme. Han sido unos cinco años bastante extenuantes y repletos de estudio y trabajo. Más de una vez me han dicho que no es necesario que estudie esta carrera para trabajar de lo que más amo, pero no tengo el oído absoluto de Charly, no el talento pianístico de Fito ni el talento vocal de Garré, por lo que decidí entrar a la Facultad para perfeccionarme y así intentar llegar a la vara que ellos me han inspirado a tener.

Llego al auto y me subo. Me pongo el cinturón de seguridad, veo y salgo de reversa. Manejo lentamente hasta la puerta donde, luego de revisar mi carnet, me desean un buen viaje. Manejo tranquilamente mientras escucho Midnights de Taylor Swift, preparándome para ver en vivo uno de los mejores conciertos de la historia. Al llegar a mi departamento, saludo a Eduardo, el encargado del edificio, antes de subir. Dejo mi cartera en el primer sillón que veo y me deshago de mis zapatillas, para tirarme sobre otro sillón. En seguida prendo la televisión. Veo que en TNT están, como todos los días, pasando una película de Harry Potter, por lo que la dejo de fondo sabiendo cómo concluirá porque, bueno, soy gran fan.

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Suena mi celular y me despierto de la siesta que comencé antes de que dijeran el primer Expecto Patronum de la película. Veo la hora: 21:30. Debería pensar en qué comer, si pido delivery de hamburguesas o si me hago unos fideos con manteca. Respondo a la llamada, es mamá.

– ¡Hola, ma! ¿Cómo estás?

– Bien, hija. ¿Y vos?

– Nada de qué quejarme. Decidiendo qué hacer para la cena – le digo mientras me rasco la cabeza, y antes de bostezar.

– Cocina algo, si no nos vas a fundir a tu padre y a mí, entre el alquiler y la facultad...

– A papá difícilmente lo funda. Mientras jugó en Europa, la juntó con pala.

– Tampoco fue tan así, igual, Mica. Y vos lo sabés bien – dice con un dejo de seriedad en su voz.

– Es verdad –más de una vez mamá me ha recordado lo suertuda que soy de que mi padre haya tenido la posibilidad de trabajar de lo que siempre quiso, a pesar de no venir de una de las familias más pudientes del país–. Y, ¿A qué viene esta llamada?

– A que el fin de semana que viene voy a Buenos Aires. ¿Podré quedarme con vos?

– Ay, mamá. ¡Sí! lo único es que nos vas a tener que aguantar a los millonarios. Juega River y Demicho se está ganando unas cuantas puteadas.

– ¿Vas a la cancha?

– No, pero viste que tengo una radio bastante particular –digo riendo.

– Sí, los gritos de la hinchada directo desde el Monumental te dicen más que cualquier relator –comenta, para posteriormente reírse.

Cuando cortamos la comunicación con mamá, decido ponerme a hacer los fideos y, mientras tanto, ver una de mis películas favoritas: "Mujercitas" de Greta Gerwig.

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N. A.: Y un día se volvió a las locuras de la adolescencia...

¡Hola! Soy Ana. (Es un poco raro escribir esto sabiendo que no lo va a leer ni el loro, pero acá estamos.) Creo que la última vez que escribí una "Nota de la autora" no sabía ni qué era una nota de autor, pero hacemos lo que podemos.

Espero que les guste (o, aunque sea, que le den una oportunidad), y nos estamos leyendo en los próximos capítulos.

💙

N.A. II: ¡Buenas noches! En visperas de la publicación de un nuevo capítulo he decidido hacerle unos pequeños cambios a este. Nada muy esencial, pero que creo que son necesarios para aclarar desde el comienzo algunas cuestiones.

¡Nos estamos leyendo! 💙

Labyrinth | Emiliano MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora