Capítulo VI

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Tocan el timbre y me levanto del sillón. Aún estoy con la remera que tuve puesta durante el concierto. Julia se rió todo el camino al estadio, pero, al finalizar el concierto, me pidió la imagen para ponérsela en una funda del celular. Abro la puerta y veo a papá quién, al ver mi remera, estalla en risa.

– Muy buena idea, hija, pero podrías haber elegido una foto que me favorezca más. –dice antes de saludarme cómo corresponde y entrando al departamento.

– Pero, mirá. Salís buen mozo cuando estás serio. –digo cerrando la puerta y riendo.

Mi remera recrea el póster oficial de la gira The Eras Tour de Taylor Swift con fotos de algunos jugadores de la selección y con una de papá en el centro. Tagliafico se encuentra en el espacio que corresponde al disco debut de Taylor; el Cuti, en el espacio de Fearless; Paulo, en el de Speak Now; Enzin está en el de Red y Juli en el de 1989; el capi está en el espacio referido al disco Reputation; Marcos, en el espacio de Lover; Di María, en el espacio que representa al disco Folklore; y Paredes, al del disco Evermore. Fue una promesa que le hice a Dios y al universo si lográbamos conseguir entradas con Julia.

– ¿Cómo estuvo el show? –pregunta papá sentándose en la mesa y agarrando el termo para cebarse un mate.

– Lo mejor que vi en mi vida. –digo sentándome con él. Acto seguido, comienzo a mostrarle todas las fotos y videos que tomamos con Julia, le cuento todo lo que pasó y me pasó anoche. –Te juro, pa, que, cuando cantó Long Live, no podía dejar de hacerme una peli del mundial. Intentaba estar presente y pensar en lo que estaba viviendo, pero pensar en ustedes y lo que lograron fue mucho más fuerte.

– ¡Hija! Era el sueño de tu vida, ¿y lo desperdiciaste así? –dice dejando el mate de golpe.

– No lo desperdicié, pa. Fue una manera diferente de verlo, de sentirlo. Me abracé a Julia y no dejábamos de llorar. Sabemos lo que lucharon para llegar ahí... y lo lograron. Y nos llenó de orgullo de tal manera que solo podemos pensar en ustedes con canciones como esa.

– ¿Y en la del "Spider boy"? –dice cebándose un mate y conteniendo la risa.

– Acá te muestro el video. –digo tomando mi celular y abriendo el video mientras tomo el mate. Lo adelanto y le muestro la parte en la que todos los Swifties pensamos en Julián: Julia y yo nos filmamos riéndonos y haciendo el festejo de gol de mí amigo. Recién me doy cuenta que en el fondo se escucha claramente a una chica que grita "te amo, Julián Álvarez". Papá se queda consternado, petrificado de lo que acababa de escuchar. Prontamente, comienza a reír a carcajadas.

– Sabíamos que habíamos llegado al corazón de la gente, pero no para que una chica le declare su amor de esa manera a nuestros jugadores. –dice en medio de sus risas.

– ¡Y eso no es nada! Pibas con camisetas y todo había. Decí que no eran todas, sino parecía más un partido de fútbol que un concierto. –digo tomando el mate que me da. – ¡Ay! Mirá lo que me dieron. Es para vos. –digo sacando de mi cartera una pulsera de mostacillas con los colores de Boca y el título de la canción Seven. –Sé que parece un chiste, pero la vi y se la cambié a una chica para que la tengas vos.

– Te juro que parece una tomada de pelo. –dice mirándome seriamente, sin querer agarrar la pulsera.

– ¡Pero no lo es! No lo pienses en relación a que perdieron la Libertadores, pensalo en relación a todas las fotos y videos que nos mandamos relacionados al siete en los días previos a la final, pensá en los memes que nos mandábamos sobre esto. Pensá en los videos de los chicos buscando referencias a la séptima que me mandaste, los que grabó Eli. Pensalo en relación a todo eso.

– Voy a ver si lo pienso en relación a eso o si lo pienso como una cargada de mi hija gallina. Si te hubiese conocido desde la panza de tu madre, serías más bostera que el Diego. –dice tomando la pulsera y sonriendo mientras ladea su cabeza.

Sé todo lo que le duele no haber estado desde el primer minuto. Me lo dijo Elisa una vez cuando tenía quince años y se cumplía el decimosegundo aniversario desde que nos conocimos. Por eso, una vez cumplí los dieciocho, hizo una de las fiestas más grandes que vi en mi vida: porque festejaba nuestros quince años como padre e hija.

Continuo mostrándole fotos y videos a papá hasta que se hace la hora del almuerzo y pedimos dos hamburguesas con papas fritas a McDonald's. Mientras esperamos, le pido que escuche lo que preparé para el final: tomando como punto de partida algunos tangos, los "deformo" de diversas maneras, logrando así piezas musicales nuevas. Papá hace como que no está: va y viene, busca la comida, la sirve en platos y come tranquilo, lava los cubiertos y vasos utilizados y los seca, acomoda su bolso y guarda cosas que se olvidó la última vez que vino y saca otras que se olvidará. Cuando termino de tocar, y mientras almuerzo, toma tarjetas que tengo sobre la mesada y me consulta por conceptos teóricos, así repaso. Una vez que terminamos, bajamos al garaje del edificio, papá se sienta en el asiento del piloto y yo voy de copiloto, y me lleva hasta la facultad. Mientras tanto, hablamos de la siguiente fecha FIFA, del partido que se les viene contra Uruguay en la Bombonera y el partido contra Brasil en el Maracaná.

Al llegar a la facultad, presento mi carnet para poder entrar el auto en la cochera y bajamos los dos y caminamos hasta la puerta del auditorio. Este final es abierto al público ya que los profesores insisten en que es el paso previo a la presentación del proyecto de egreso, por lo que papá se sienta al final del auditorio.

– Ganales por goleada. –me dice antes de abrazarme, llenándome de confianza en que podré aprobar este examen.

Entrego mi libreta y me voy a sentar con Brisa, quien está rezando su seguidilla de Avemarías. Esta vez no seré la última, ya que hay dos estudiantes con apellidos que comienzan con la letra V. Así que, ahora, comenzamos a esperar todos nuestros turnos. Sacó mi rosario y comienzo a rezar el primer Padre Nuestro. Luego de casi dos horas en las que tanto mi padre en su silla como yo casi nos dormimos la siesta, escucho a la profesora Papadopulos llamarme. Subo al escenario y me dice que tome el instrumento que prefiera y comience a tocarlo. Elijo el piano y comienzo a tocar lo preparado. Una vez finalizada la pieza, bajo a buscar mi libreta. La abro en el espacio de la materia y veo la nota: un 9. Más que conforme, corro a los brazos de mi padre a llorar de la alegría.

– ¿Cuándo tenés el próximo final? –dice una vez nos separamos.

– En el primer llamado de diciembre rindo "Letra y Música III" y "Composición y arreglos IV", y en el segundo, "Industria musical" y "Letra y música IV"; y en febrero, "Historia de la música II" y en marzo, "Arreglos para ensamble II". Y en diciembre, presentar la tesis. Espero que para esa estés acá con los nenes y Eli, así festejamos toda la familia completa.

– ¡Ya estás! Felicitaciones, hija. Ahora, a internarse en el predio a entrenar y estudiar.

– ¿Puedo llevar la guitarra?

– Mirá que Lauti se defiende y va a arrancar a tocar todo el día.

– No va a poder porque la voy a estar tocando yo todo el día. –digo sonriendo.

Manejo hasta mi departamento donde me armo una pequeña valija para llevar algo de ropa, mi computadora y un par de libros, junto con mi guitarra, la que me regaló mamá con tanto esfuerzo para cuando me recibí del secundario. Tomo mis cosas para higienizarme y un par de toallones y bajo a guardar todo en el auto, siendo acompañada por papá y su bolso. Guardamos nuestras cosas en el baúl y partimos a Ezeiza. En el recorrido, que dura treinta y un minutos, papá pone una lista de reproducción compartida que tenemos en Spotify donde tenemos temas de Juan Carlos Baglietto, Jorge Fandermole, Silvina Garré, Fito Páez, Taylor Swift, Billy Joel, Olivia Rodrigo y Niall Horan.

Labyrinth | Emiliano MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora