Capítulo XV

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Abro los ojos lentamente. Siento cómo la prematura y calurosa brisa veraniega entra por la ventana semi abierta de mi habitación junto con los rayos del sol. Miro a mí alrededor buscando el control remoto para prender la televisión y poder ver las noticias: a diez días del balotaje se ha comenzado lentamente la transición; se "tiran palos" de un lado y del otro, ninguno queriéndose hacer cargo de la situación... típico en Argentina.

Apago las noticias y me levanto para desayunar. En unos días tengo finales, pero el yeso me quita todas las ganas que puedo llegar a tener por estudiar y/o hacer algún trabajo integrador de contenidos. Mientras preparo el desayuno y me apeno de mí misma, pongo un poco de música. "Silver Springs" de Fleetwood Mac nunca le hizo mal a nadie. Tomo dos rodajas de pan lactal y las pongo en la tostadora, para luego poner a calentar el agua para el café mientras canto "So I'll begin not to love you. Turn around, see me runnin'. I'll say I loved you years ago, tell myself you never loved me, no." Canto y bailo mientras termino de preparar la mesa para el desayuno. "I'll follow you down til' the sound of my voice will haunt you. Give me just a chance. You'll never get away from the sound of the woman that loves you."

Me siento a desayunar mientras pongo una serie para ver. Navego por Amazon Prime de un lado a otro sin encontrar algo que me pueda entretener, hasta llegar a mi serie favorita, la que miro cada vez que estoy aburrida o cuando no sé qué ver: Fleabag. Arranco la segunda temporada. ¡Cómo amo a Andrew Scott! Miro el capítulo por enésima vez mientras escucho cómo suena mi teléfono celular por los mensajes de WhatsApp que estoy recibiendo. Ojeo el celular y puedo ver los mensajes de mis amigas: todas y cada una de ellas me envían mensajes recordándome que hoy sale el séptimo álbum de estudio de Ed Sheeran.

Termino mi café con leche a la par del capítulo y me siento en mi sillón predilecto a escuchar "Autumn variations", el nuevo disco de uno de mis cantantes ingleses favoritos. Comienza "Magical", la canción que abre la obra, con la siguiente línea: "One touch, electric shock, eyes locked, like, did you feel that too?" y los recuerdos de la noche del 16 de noviembre me invaden la memoria, algo que no me había pasado antes. Puedo sentir la yema de sus dedos rozando la descubierta piel de mi espalda. Puedo sentir sus ásperos labios besando delicadamente mi cuello. Puedo sentir cómo su intenso y suave perfume me invade. Puedo sentir cómo toca lo que tiene que tocar y en el momento en que debe hacerlo. Puedo ver en mi memoria cómo me hizo sentir plena de una manera que nunca nadie me había hecho sentir. Puedo ver en mi memoria sus marrones ojos penetrando en mi mirada. Recuerdo cómo lo dejé ir la mañana siguiente, solamente para decir cosas que en el fondo no siento, que en el fondo no creo, que solo concuerdan con el discurso que tengo sobre él. Recuerdo la mirada que me regaló hace una semana, mirada que me comunicaba lo preocupado que estaba. Lo recuerdo sacándome de la brutal policía, recuerdo su cara de terror al verme. Si tan solo hubiese sabido el porqué... Recuerdo lo que me dijo una vez en el predio de la AFA, "Si te pasaba algo... ¿Con qué otra puedo pelear cuando son las concentraciones? Haces que esto no sea tan aburrido."

Recuerdo cómo le pedí que se quedara conmigo. Recuerdo nuestro beso.

Recuerdo cómo lo dejé ir.

¿Cómo es posible que una simple canción me lleve a recordarlo de pies a cabeza, afirmando que tengo sentimientos hacia él? Pero no lo amo. No. Esa palabra nunca se utiliza, y menos para Emiliano.

⚽⚽⚽

Una vez que termino de guardar la ropa que mamá me había dejado doblada, escucho que suena el timbre de mi casa. Me acerco y veo que son Vale y Cata, dos de mis amigas de la facultad. ¿Tengo ganas de verlas el día de hoy? Hoy no quiero ver a nadie. Dejo que suene el timbre. Si era mamá, le abría, pero solo porque es mi mamá (y porque me da la mano que ahora necesito). Dejo que suene el timbre mientras pongo a sonar "Summer of '69" de Bryan Adams en el volumen más alto posible para así dejar de escuchar el tedioso sonido de que me están llamando.

Labyrinth | Emiliano MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora