Capítulo XXVIII

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Miro la pantalla del celular. Es mamá.

– Hola, ma – la atiendo como si nada.

– ¿Se puede saber dónde estás? –me grita desde el otro lado de la línea.

– ¿Eh? –pregunto. No entiendo a qué viene tal pregunta.

– Estoy en tu casa. Te había dicho hace un mes que veníamos con los abuelos a festejar el cumpleaños de mamá. Y no estás en casa –continúa con sus gritos. Me había olvidado por completo del cumpleaños de la abuela.

– Decile a la abuela que lo siento, que...

– ¡Dónde estás, Benedetta?

– En... en Birmingham –al principio, dudo en decírselo. Pero no hay manera de salir de esta.

– ¡Qué? –escucho que grita. Me imagino la cara de mis abuelos al verla gritar, ya que nunca les gustó mucho que lo haga (y menos si era para conmigo).

– Sí, mamá...

– ¿Y la facultad? –pregunta casi indignada por esta situación. Parece que le preocupa más la facultad que mi ausencia en el cumpleaños de mi abuela.

– Rindo recién en la segunda quincena de febrero. Yo...

– Ya te estás volviendo –ordena.

– Mamá, tengo pasaje de vuelta para el 14 –digo. Y veo cómo Emiliano me mira y hace un gesto que no logro descifrar. Yo, por mi parte le hago un gesto de que después hablamos.

– ¡Te volvés ya! –vuelve a gritar.

– Vuelvo el 14, ma. Son solo cuatro días más. El quinto ya estoy volando para allá.

– Esto te va a salir caro, jovencita –dice completamente seria.

– Ya sé, ma...

– ¿Tu papá sabe de esto? Claro que sabe de esto, él te debe haber dado la plata –dice indignada ya que cree en una complicidad de papá.

– Me la dio Juli.

– ¿Juli?, ¿Julián? –dice atónita.

– Sí, Juli Julián –afirmo su pregunta.

– ¿Tu padre no sabe de esto?

– Mamá, tengo veinticuatro años. Creo que puedo decidir si puedo o no tomarme un vuelo.

– Es increíble, Micaela. Esto es increíble.

– ¿Puedo o no puedo? Porque tengo entendido que la mayoría de edad es a los dieciocho, y la plata no te la robé a vos...

– Se la sacaste a tu amigo.

– Me la dio mi amigo. No se la saqué. Antes de que me diese cuenta, ya tenía la plata para comprar el pasaje –digo señalando el verdadero accionar de Juli–. Ma, tranquila. Llego a Argentina el 14 a las 20:00. Y el primer final lo rindo el 16. Vengo bien con el estudio. Tan bien que una semana de vacaciones no me va a hacer desaprobar.

– Más te vale, querida. Nos vemos cuando vuelvas. Y, para que sepas, si fueses menor estarías castigada.

– Hasta luego, ma –digo con una sonrisa. Mamá es increíble.


– ¿Cómo que volvés el 14? –pregunta repentinamente cuando termino de colgar la llamada.

– Sí. Si compraba menos días salía muchísimo más, así que saqué para una semana –digo encogiéndome de hombros frente a la pregunta de Emiliano.

Labyrinth | Emiliano MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora