Capítulo VII

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El recorrido nos llevó más de lo pensado, ya que la lluvia que parte la tierra ha hecho un fenómeno casi imposible: Taylor acaba de anunciar que su show de esta noche será llevado a cabo el domingo en el mismo horario. Solo puedo pensar en todas aquellas que no pueden ir esta noche a causa de la lluvia, de todas las Swifties mojadas, rezando que nada fuera de lo normal suceda, que ningún accidente suceda.

Llegamos al predio e, inmediatamente bajamos nuestras cosas, veo que solo el cuerpo técnico ha llegado a la concentración, ya que en los próximos días llegarán los jugadores. Una vez saludamos a los compañeros de mi papá y a mi tío, encaro directamente a la que es mi habitación: es la primera en el pasillo y es la de enfrente a la de mi padre y mi tío, por lo que es claro signo de que nadie puede entrar ahí, ni siquiera para practicar partidas de truco (principalmente porque no lo sé jugar).

A eso de las 20:30 nos encontramos los presentes en el comedor. Para cenar, Antonia nos cocinó sus famosas milanesas con puré. Nos sentamos alrededor de una de las mesas redondas todo el cuerpo técnico y yo. Lo que más me gusta de este escenario ya vivido tantas veces es conversar con los profes y ver cómo planifican un mundo tan distinto al mío. Por eso siempre intento sentarme cerca de Rodrigo Barrios y Luis Martín, dos de los principales encargados de que esta maquinaria funcione.

Conversamos de diferentes tópicos a lo largo de la cena... bah, escucho cómo conversan a lo largo de la cena, recordando anécdotas de sus juventudes, desde cómo recuerdan el mundial sub20 del 97 hasta lo que fue recibirse de la facultad, creyendo que no llegarían a estar a donde están ahora. Cada vez que escucho a "los profes" me lleno de energía pensando que, aunque no haya comenzado mi carrera de músico en mi adolescencia, aún hay tiempo para llegar a lo más alto.

– ¿Y, sobri?, ¿cómo venimos con la carrera? –me pregunta mí tío.

– ¡Bien! Estoy a seis finales y la tesis de recibirme. –digo feliz de este contexto.

– ¡Excelente, Mica! Vas a ser una gran profesional. –me dice Matías Manna.

– Gracias, Mati. –le respondo con una sonrisa.

– Y... ¿no te podemos convocar para nada? –me pregunta Walter, pero mirando a papá.

– No, lamentablemente. Mi título no me habilita a hacer nada de su mundo.

– ¡Qué lástima! Si no, hablamos con Tapia para que compongas la cortina para cada vez que juega la Selección. –agrega, a punto de reír, Ayala.

Continuamos conversando sobre temas de actualidad hasta que se hacen las 23:00, por lo que me despido de la mesa y me retiro a mi habitación. Al llegar, abro mi computadora y me pongo a ver una de mis películas favoritas, "diez cosas que odio de ti". Amo al personaje de Kat y cómo evoluciona al conocer a Patrick.

Hoy, 11 de noviembre, vuelve a tocar Taylor en vivo en el Monumental. Papá y su equipo tienen las últimas veinticuatro horas para planificar el entrenamiento previo al encuentro contra Uruguay. Yo me siento en mi cama y comienzo a trabajar en el proyecto de aprobación de "Letra y Música III".

Busco entre mis cosas una libreta tapa dura color celeste. Al encontrarla, la abro y encuentro una de las primeras canciones del año que escribí. Creo que es una de las mejores cosas que he escrito, así que comienzo a practicarla en la guitarra:

Largas noches sola

Cuando vos te ibas,

Y yo quedaba a oscuras

Pensando que me querías.

Labyrinth | Emiliano MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora