Capítulo 30

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Valeria's POV

-Yuri está conmigo, papá -le dijo ella.
-¿Contigo? -inquirió.
-Si... es largo de contar ahora. Pero para hacerlo corto, nos perdimos, el caballo escapó y estamos atrapados en el establo de los Mcadams.
-Dios santo -suspiró Byron -Juro que llegué a pensar lo peor. Gracias al cielo estás bien, mi vida. Y por suerte bien acompañada.
Ella miró a Yuri y le sonrió.
-Si, muy buena suerte.
-¿Están bien protegidas? ¿Podrán aguantar hasta que la tormenta acabe? -le preguntó.
Valeria miró a su alrededor. Gracias a la luz, aquel lugar ya no era tan tétrico. Miró hacia la ventana y vio el fuerte viento que había.
-Si, papi... estamos bien. Podemos esperar.
-Cuídate mucho, mi cielo -dijo dulce -Y ahora pásame con Yuri.
-Adiós -se despidió ella y le dio el teléfono a la ojinegra.
-Señor -dijo ella al atender. Valeria la observó atenta, reparando en aquel gesto de concentración. ¿Por qué era tan linda? Sacudió la cabeza -Está bien, señor, no se preocupe.
Colgó y le devolvió el aparato.
-Aquí tienen, muchachas -dijo el viejo Mcadams entrando de nuevo.
Se giraron a verlo y se acercaron a él. Les había traído todo lo que les había prometido. Yuri tomó las cosas.
-De verdad muchas gracias, señor Mcadams -le dijo Valeria -Y... perdón por creer que estaba muerto.
El anciano sonrió cortamente y volvió a caminar hacia la salida.
-No se preocupe, niña. No me ha hecho ningún mal. Ahora las dejo. Que pasen una buena noche.

Valeria se acercó a Yuri para buscar algo que ponerse. Ella le dio una vieja remera de mangas largas y un pantalón gris de dormir. Valeria los aceptó más que encantada. Fue hacia un rincón para cambiarse. Yuri también se apartó para hacer lo mismo. Se cambiaron el silencio, escuchando los movimientos del otro. Valeria se aguantó las ganas de girar a verla... no podía hacerlo. Suspiró aliviada al sentirse seca y abrigada. Volvió hacia el fuego y vio que Yuri terminaba de colocarse la remera.
-Ven, vamos a comer un poco -le dijo mientras se sentaba.
-No tengo hambre -dijo Valeria y se sentó a su lado. Pero entonces su estómago gruñó. Yuri la miró divertida y le tendió un poco de pan.
-Mentirosa, tu panza está implorando por un poco de lo que sea.
Ella rió y tomó el pan. Volvieron a quedarse en silencio, comiendo despacio. El sonido de un rayo llegó a sus oídos y la luz se fue en un instante.
Valeria buscó la mano de Yuri en la oscuridad, pero encontró que ella se acercaba por detrás y la abrazaba, formando un refugio para ella con su cuerpo. Más tranquila se apoyó contra su pecho. Al parecer la luz se había cortado. Ella pensó en Freyder, sabía lo miedoso que era con la oscuridad.
Entonces sintió que Yuri tomaba una de sus manos y la elevaba un poco, ella miró sus manos unidas y observó sus diferencias. Su mano era un poco más grande que la de ella, era fuerte y caliente.

Yuri no podía creer lo que sus ojos estaban viendo. Ella tenía el anillo que le había regalado antes de que se fuera. Con uno de sus dedos acarició la pequeña joya.
-Aun lo tienes -murmuró más para sí misma que para ella. Pero ya que Valeria estaba apoyada contra su pecho lo escuchó.
-Siempre lo cuidé mucho, por eso lo tenía guardado -le contó y giró un poco la cabeza para observarla. Yuri miraba fijamente su mano -Fue raro... antes de volver hacia aquí lo había estado perdiendo cada dos por tres, por eso había decidido guardarlo en mi joyero.
Yuri alzó ambas cejas y siguió mirando el anillo. Aquello era bastante extraño. Se tocó el pecho con la otra mano, buscando su medallita. Y allí estaba, pegada a su corazón.
Desde que Valeria estaba allí, no había vuelto a perdérsele.
¿Aquello era casualidad o algo más?
El silencio que había allí adentro los dejaba escuchar con perfecta claridad los sonidos de la lluvia y el viento. Entre ellas ya no había tensión, solo un poco de confusión. Yuri sintió como el cuerpo de Valeria se relajaba contra ella, y supo que estaba por quedarse dormida.
-¿Vamos a dormir? -le preguntó.
Ella solo asintió. Se pusieron de pie y Yuri arregló un poco el improvisado colchón que había armado. Le dio el paso y ella se acostó. La tapó con una de las sábanas y se sentó en el suelo, a su lado.
Valeria la miró extrañada. No esperaba que Yuri se sentara allí, sino que se acostara a su lado. El colchón era amplio y ambas entraban perfectamente.
-Yuri, ¿acaso vas a dormir ahí sentada?
Ella la miró algo sorprendida por su pregunta. No tenía ningún problema en dormir así, no le resultaba incómodo.
-Sí, ¿Por qué?
-Ven aquí, Yuri -le dijo y abrió las sábanas indicándole el lugar -Entramos las dos... no quiero que duermas sentada.
Estaba sorprendida, sí. No esperaba que Valeria le dijera aquello. Sintió cosquillas en la panza, pero sacudió la cabeza.
-Yo... no creo que sea correcto.
Valeria sonrió.
-Hablas como una anciana, Ojeda-le aseguró -Cuando éramos niñas dormíamos hasta en el suelo del establo juntas...
'Pero ya no somos niñas' -pensó ella.
-Lo sé -le dijo -Pero yo aquí estoy bien. No quiero que duermas incomoda.
-¿Puedes dejar de tratarme como a una princesa? No lo soy. Conozco los dolores, las incomodidades. No soy de cristal, Yuri. No me rompo. Ni me quejo.
-Pero le temes a las tormentas...
-Eso le puede pasar a cualquiera. Desde a la princesa Carolina de Mónaco, hasta a un pobre hombre que duerme en la calle.
-No me refería a que no eres fuerte o capaz, vale -le sonrió -Solo... aagh,nada.
Se puso de pie y se acostó a su lado. Valeria sonrió abiertamente sin que ella la viera. Estaba segura de que aquello era solo una tonta excusa.
-¿A quién iba a abrazar si no era a ti cuando haya un rayo? -le preguntó.
Yuri suspiró, se acomodó mejor y abrió sus brazos para ella. En ese momento un trueno llegó y Valeria la abrazó más rápido de lo que se tarda en dar un respiro. Una estúpida sonrisa se le escapó, ella la hacía sentirse así. Su corazón latió rápido cuando Valeria apoyó la cabeza en su pecho.
-Hasta mañana, súper Ojeda -le dijo. Yuri sonrió aún más.
-Hasta mañana, bonita.

Yuri'sPOV

Yuri comenzó a despertarse, por el suave canto de un pájaro. Abrió un ojo para encontrarse en un lugar que no era su habitación. Miró a su alrededor y reparó que estaba en un viejo establo. La luz del sol entraba implacable por la ventana. Entonces se despertó del todo y recordó por qué y con quien estaba allí. Bajó la mirada hacia el suave peso que descansaba contra su pecho. Su corazón comenzó a latir rápido al tener su bello rostro tan cerca. ¿Cómo podía ser tan hermosa? ¿Cómo podía hacer latir su corazón de aquella forma?
Debería estar sintiendo rencor por ella, por haberle roto el corazón siendo solo una niña. Pero extrañamente no podía sentir aquello por ella. Y lo que sentía la confundía, la abrumaba. Se encontró levantando la mano y corriendo el cabello castaño que caía sobre su frente. Lo llevó detrás de su pequeña oreja,en una caricia silenciosa. Ella se movió un poco, pero no despertó. Se concentró en mirar cada facción de ella, cada línea de expresión. Estaba complemente relajada, una pequeña sonrisa parecía tirar de las comisuras de sus labios. Sus pestañas se arqueaban elegantes e imponentes en aquellos ojos suavemente cerrados. Con cuidado acarició aquella parte de su rostro, luego bajó por su nariz, siguió bajando hasta descansar el pulgar contra su labio inferior. Estaba húmedo y algo tibio. Hizo una pequeña presión separándolo del otro labio y entonces un suave suspiro escapó de la boca de ella. Al instante el dejó de tocarla.
Valeria se removió de nuevo y esta vez sus ojos se abrieron lentamente. La miró algo confundida con los ojos entrecerrados, pero luego de unos segundos le regaló una linda sonrisa.
-Buenos días -lo saludó con la voz algo rasposa.
-Buen día, vale -dijo algo nerviosa. Ella volvió a cerrar los ojos sin dejar de sonreír. Se acomodó para seguir durmiendo -Oye, no sigas durmiendo. Debemos levantarnos, hay un sol radiante.

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