Capítulo 1: Primer amor

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Valeria POV

Giró para encontrarse con ella. Le dedicó una tímida sonrisa y sus mejillas se enrojecieron. Siempre se enrojecía cuando Yuri estaba cerca. Sentía aquel cosquilleo lindo en el estómago y sentía aquellas molestas ganas de tomarle la mano y no soltarla. 

—¿Qué haces aquí? —le preguntó y se armó de valor para mirarla.
Su amiga, Sami, siempre le decía que una persona se da cuenta de que alguien gusta de él cuando esta no lo mira a los ojos. Tenía que mirarla sí o sí.

—Te estaba buscando. Mañana te vas a la capital, y no sé cuándo nos volveremos a ver —le dijo ella.
Valeria sintió que las cosquillas se hacían más seguidas y algo parecido a la angustia se coló entre sus emociones. Sabía que no iba a volver por mucho tiempo. Su padre había decidió enviarla a estudiar a Londres. La iba a extrañar tanto.

—No pienses en eso. Volveré —dijo dulce.
—¿Cuándo?
—No lo sé. Pero volveré.
—Mi madre dice que Lotres...
—Londres —la corrigió esbozando una pequeña sonrisa.
—Lo que sea —continuó —Queda muy lejos... tomé prestado un mapa del señor Byron para cerciorarme. Y sí, queda muy lejos ¿Y si te pasa algo? ¿Y si me necesitas?—preguntó Yuri con impaciencia.
—Habrá mucha gente para cuidarme, salvaje —dijo divertida.

Yuri no pudo evitar sonreír, dejando ver sus dos paletas separadas. Salvaje, apodo que ella le había puesto un día que ambas jugaban en los matorrales del campo y ella se había comportado tal y como ella la había llamado.
—Sé que habrá mucha gente cuidándote —continuó. Se rascó la nariz y luego el mentón. Se sentía nerviosa —Pero son gente desconocida...
—Mi amiga Sami está allá —comentó.
—Esa niña exasperante... —murmuró. Ella rió por lo bajo.
—Me gusta que utilices las palabras que te he enseñado —le dijo.
—Odio esas palabras que me enseñaste —aseguró —En la escuela se ríen de mí por tu culpa...
—No conozco a tus compañeros de escuela. Nunca los has traído a la casa o me has hablado de ellos. ¿Por qué? —ella caminó un poco hacia un costado acercándose inconscientemente, al caballo.
—Porque son todos unos idiotas...
—¡Eso es una palabrota! —ella lo retó divertida.
—Solo saben pelearse y buscarme pelea. Porque saben que siempre les gano.
—Porque eres una salvaje.
—Exacto.

Ella comenzó a jugar con la punta de su vestido, apretándolo y arrugándolo en la palma de su mano. Las cosquillas de su estómago aún no se iban.
—La señorita Dolores dice que ella podría enseñarte en casa como a mí...
—No, eso no.
Valeria la contempló en silencio por unos cuantos segundos. Tenía ganas de decirle muchas cosas. Sabía que dentro de un par de horas ya no se las podría decir

—¿Vas a extrañarme? —le preguntó ella.
Volvió a caminar hacia el caballo, y entonces chocó con él. El inmenso animal chilló e hizo un relinche. Ella lo miró asustada, pero de pronto sintió una mano que tomaba la suya y la apartaba un poco de la fiera.
—Es un potro salvaje, como yo —le dijo Yuri.
Ella giró la cabeza para observarla. Ahora estaba a su lado y sostenía su mano.Al parecer no tenía ninguna intención de alejarse o soltarla.
En eso Sami se había equivocado. Ella no era como los demás niños... A ella no le molestaba tomarla de la mano, tampoco que ella la hiciera tomar el té o que le enseñara como hablar apropiadamente.
—No sé porque papá lo compró justo ahora que me voy —se lamentó.
—Lo hizo para que no le tomaras cariño y no te doliera tanto dejarlo... ¿Cómo quieres llamarlo?
—¿Es niño verdad? —inquirió.
—Macho... se dice macho.
—Lo que sea —dijo Valeria tratando de imitar la expresión de ella cuando le decía así. Ella rió quedamente —Quiero que se llame White.
—¿Quieres tocarlo? —preguntó.
Miró nerviosa al caballo y volvió la mirada a los verdes ojos que estaban frente a ella.
—No lo sé... tengo miedo.
Ella tomó con más firmeza la mano de Valeria, para acercarla con cuidado al caballo.
—White —lo llamó ella, por su nuevo nombre. El caballo levantó un poco la cabeza y las miró —Así es como te llamas ahora, potro.

Se acercaron más. El animal parecía tranquilo. Pero a ella no la convencía. Yuri estaba detrás de ella y todavía sostenía su mano. Estiró sus manos hasta que la de ella se apoyó primero en el hocico de White. El caballo se quedó quieto,recibiendo la caricia. Yuri hizo que ella moviera la mano un poco más.
—¿Lo ves? Él no te hará daño. Sabe que eres su dueña —le dijo.
La miró a los ojos. Parecía ese príncipe del cuento que ella siempre leía. Un príncipe un poco particular, ya que siempre estaba jugando en el barro o con los animales y era mujer. Pero era tan linda. La iba a extrañar, de todo esto aella era a la que más iba a extrañar.
—¿Lo vas a cuidar por mí? —le preguntó. Yuri se alejó para que ella continuara acariciando a su nuevo caballo por si sola.
—Claro que sí, cuando vuelvas no lo vas a reconocer de lo lindo que va a estar—dijo con una sonrisa.
Ella sonrió y se alejó del caballo para acercarse a Yuri. Vio que algo brillaba colgando en su pecho. Semi sonrió. Hacía casi dos meses que Yuri había cumplidolos trece.
—¿Aun tienes mi regalo? —le preguntó. Ella asintió y lo buscó. Alzó a la vista una pequeña medallita de oro. Valeria la tomó para mirarla —Siempre la vas a cuidar, ¿verdad?
—Siempre voy a cuidarla. Siempre voy a cuidar todo lo que tenga que ver contigo. Porque... porque... —dejó de hablar.
—¿Por qué? —quiso saber ella.
Yuri sintió aquel tonto cosquilleo en la boca del estómago. Parecía que se acababa de comer un enjambre de mariposas.
—Porque yo te quiero, enana —se animó a decir al fin.
Ella sintió una felicidad que nunca había sentido.

Yuri sacó algo del bolsillo de su pantalón y se lo tendió. Ella lo tomó apresuradamente y sin dudarlo abrió la pequeña cajita. Sus ojos no podían creer que lo que estaban viendo.
—¿Lo compraste? —dijo Valeria anonadada.
—Si —asintió ella tímidamente —Dijiste que te gustaba cuando fuimos la última vez al pueblo. Y estuve ahorrando desde entonces para comprártelo.
—¿Por eso estabas haciéndole mandados al señor de la panadería?
Yuri solo asintió. Ella sacó el pequeño anillo que tenía una piedrita violeta en el medio y se lo puso. Sintió un nuevo dolor... nunca lo había sentido. Iba a extrañarla tanto. Lo miró fijo a los ojos. Esos ojos que le recordaban tanto al color cálido de las praderas del campo.
—Yo también te quiero, salvaje —le dijo dulce.
Con cuidado se acercó a Yuri, se puso en puntas de pie y apoyó sus labios sobre los suyos. Ambas cerraron los ojos, compartiendo así su primer beso.


SORPRESAAAA!!!

la verdad no pude esperar más tiempo para publicar el primer capitulo, se los dejo para que empiecen a engancharse con la historia!!!

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