Capítulo 44

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Valeria fue la primera en entrar, pero se detuvo al ver que Yuri no la seguía. Se giró a verla.
— ¿Por qué no vienes? —le preguntó.
—Yo... ¿quieres que entre? —dijo insegura.
—Claro que sí, Yuri, te necesito aquí... conmigo.
Ella sonrió e ingresó. Freyder también entró juntoa ellas y cerró la puerta con cuidado. Valeria se acercó rápidamente a la cama al ver a su padre con los ojos levemente abiertos.
—Por Dios, papá... me asustaste tanto —le dijo ella y se acercó a él para abrazarlo. Byron sonrió levemente.
La puerta de la habitación se abrió y Omayra ingresó como un rayo. Corrió hacia la cama y se sentó del otro lado.
—Dios santo, estás bien —lloró y también lo abrazó.
Valeria sonrió y se puso de pie. Miró a la ojinegra y esta se encogió de hombros. Mientras Omayra abrazaba y lloraba sobre Byron, ellas dos y Freyder se acercaron al doctor.
— ¿Qué es lo que tiene, doctor? —preguntó Yuri.
—No es para alarmarnos —les dijo primero —Pero si para tomar precauciones. Byron sufre de presión alta... por eso últimamente ha estado teniendo dolores de cabeza, mareos y falta de aire, como me lo ha mencionado...
Valeria miró a su padre.
— ¿Por qué no me dijiste nada? —le preguntó enojada. Byron se sentó en la cama, con la ayuda de Omayra.
—No quería preocuparte, hija...
—Eres un... inconsciente —le aseguró —Pero ya voy a hablar seriamente contigo... prosiga doctor.
—Esto de la presión se puede deber o mejor dicho... se debe a una serie de situaciones de nervios y preocupaciones.
— ¿Qué más me has estado ocultando, Byron Ramírez?—dijo Valeria sin poder creerlo.
—Ya niña Valeria —dijo Gloria —No lo retes más...
Valeria suspiró y volvió la vista al frente.
— ¿Qué es lo que tenemos que hacer? —le dijo al doctor.
—Debe descansar, relajarse, estar en cama, dar paseos tranquilos... Eso sí, ya nada de sal en las comidas. Y no más negocios por un tiempo.
—Doctor... —murmuró Byron. Todos lo miraron —Usted no me puede pedir dejar mis negocios. Todo se va a venir abajo...
—Yo voy a hacerme cargo de ellos —sentenció Valeria.
—Pero hija, estás son tus vacaciones...
—También las tuyas, papá. Yo puedo hacerlo, Freyder va a ayudarme y —miró a Yuri y no pudo evitar sonreír — Yuri también.
—Claro que sí, señor —dijo ella.
—Bien —suspiró Byron —Voy a tomarme las vacaciones... realmente.
Todos sonrieron. El doctor guardó sus cosas y caminó hacia la puerta.
—Lo acompaño abajo, doctor —dijo Freyder. Ellos dos salieron de la habitación. Valeria se giró a ver a su padre.
—Te vas a salvar de mi regañada, Byron Ramírez, solo porque no quiero que te vuelva a dar un ataque...
— Valeria —sonrió él —Voy a estar bien, hija. Voya hacer todo lo que me diga el doctor ¿sí?
—Más te vale —miró la escena de Omayra sentada a su lado. Ellos dos necesitan unos momentos a solas. Miró a Yuri — ¿Me acompañas a hacer una sopa para mi padre?
—Por supuesto —asintió ella.
Salieron con cuidado del cuarto. Y suspiraron a la vez cuando cerraron la puerta. Ahora estaban solas. Si, solas. El corazón de Valeria se aceleró.
—¿ Valeria? —dijo Yuri.
— ¿Si? —preguntó ella.
—Voy a besarte...
Ella rió y comenzó a retroceder. Jugar un poco en aquel momento podía ser realmente relajante.
—Solo... si logras alcanzarme, salvaje —aseguró y comenzó a correr.
Corría tan rápido como podía. Pero entonces giró la cabeza y Yuri no estaba detrás de ella. Frunció el ceño, ¿Por qué no la había seguido? ¿Acaso no había entendido el juego?
Llegó hacia las escaleras y las bajó sin dejar de mirar hacia atrás. Se sentía algo decepcionada. Ella no la había seguido. Pero entonces chocó con algo y ahogó un grito... miró al frente y Yuri estaba allí. ¿Cómo demonios lo había hecho?
—Te atrapé —dijo tomándola de cintura. Ella miró hacia atrás y balbuceó tontamente.
—Pero... pero... ¿Cómo es que... estás aquí? ¡No me seguiste! —exclamó.
—Primero te beso, y luego te explico —sonrió ella.
Bajó la cabeza y capturó sus labios. Valeria cerró los ojos y abrió la boca, recibiendo su sabor. ¡Qué descarada que estaba siendo! Besar así como si nada a una mujer que todavía tenía novia. Pero no le importaba, realmente no le importaba.
— ¡¿QUE SIGNIFICA ESTO?! —chilló alguien.
Ellas se alejaron asustadas y se giraron a verla.
— ¡Fernanda! —dijo Yuri. La morocha las miraba sin poder creerlo.
—Uups, creo que hoy mataremos dos pájaros... ¿de dos tiros? —inquirió Valeria en voz baja.
— ¡Estoy esperando una respuesta! —gritó histérica.
Yuri tragó saliva. Ya era hora de dejar todas las cosas bien claras.

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