Wild Horses

Capítulo 4

Valeria's POV

El auto se detuvo. Valeria sonrió emocionada y sin dudarlo se bajó. Sus pies tocaron el firme suelo de mármol de la entrada de la mansión. Miró algo embobada aquella casa. No recordaba que fuera tan grande. El aire fresco golpeó su rostro.

Respiró profundamente mientras cerraba los ojos.¿Cuándo había sido la última vez que había respirado tan bien? No lo recordaba. Su padre y Freyder se bajaron detrás de ella.

Byron sonrió y respiró profundamente
—Hogar dulce hogar —dijo en un susurró —Charlie, mete todas las cosas en la casa y luego puedes tomarte el día.
—Gracias, señor —dijo el chofer y se dispuso a bajar todas las valijas.
Byron se acercó a la puerta y entró.

Valeria se quedó quieta en su lugar. No sabía muy bien que hacer. Se sentía algo perdida. Le daba la sensación de que no iba a conocer nada de lo que había dentro. Sintió que una mano tomaba la suya.
Levantó la cabeza y lo miró. Freyder tenía aquella mirada de niño arrepentido en el rostro. Y sin poder evitarlo una sonrisa se le escapó de los labios. Jamás podía estar mucho tiempo enojada con él.

—Te perdono, Frey—le dijo. Él sonrió aliviado.
—Yo también te perdono a ti —dijo. Ella lo miró divertida.
—Yo no te pedí perdón —aseguró.
—Pues deberías.
Valeria rió y sin soltar la mano de su mejor amigo ingresaron a la casa. Ambos se detuvieron para contemplar todo. La boca de Valeria casi tocó el piso al observar todo aquello. Realmente estaba completamente distinto a como ella lo recordaba.
—Papá... —dijo en un susurro. Byron se giró a verla.
—¿Qué, mi amor? —le preguntó él.
—Esto está tan... distinto —estaba asombrada.
—Lo sé,... Omayra se ha encargado de hacer que este lugar luciera cada vez mejor con el correr de los años...

—¿Quién? —preguntó Freyder intrigado.
Entonces una de las puertas se abrió y una mujer de cabellos claros entró a la sala. Se detuvo al verlos. Primero miró a Byron y luego su mirada se dirigió a Valeria y Freyder. Su rostro cambió radicalmente al ver a la morena.

—¿Niña Valeria? —murmuró.
La morena pestañeó seguidamente al sentirse algo... tonta. Pero recordó perfectamente a aquella mujer. ¿Cómo podía olvidarla? Ella le había hecho la mejor casa de muñecas de la historia.
—Omayra —sonrió al fin luego de unos segundos.
La mujer se llevó una mano a la boca para sofocar un sollozo y luego se acercó a ella para abrazarla.

Algo confundida Valeria le devolvió el gesto. La mujer parecía verdaderamente emocionada de verla. La morena se sintió algo tonta.
—No puedo creer que seas tú, mi niña —le dijo y luego se alejó para observarla a la cara. Le acarició el cabello —Estás tan hermosa...
Valeria sonrió algo tímida y luego miró a su padre. Byron tenía una gran sonrisa en el rostro.
—Tú también estás hermosa, Omayra —le aseguró —No has cambiado nada.
Alguien acomodó la garganta.

—Te estás olvidando de presentarme, Ramirez —le reprochó Freyder.
—Lo lamento —dijo divertida y soltó a la mujer —Omayra, él es mi mejor amigo...Freyder. Freyder, ella es Omayra... la mejor creadora de casa de muñecas del mundo.

Omayra rió divertida y le tendió la mano a Freyder.
—Mucho gusto.
—Omayra, si tú eres la que ha estado manteniendo este lugar de esta forma...déjame decirte que eres excelente decorando. ¡Me encanta!
—Muchas gracias, muchacho.
—Solo dime Freyder, Frey o... como te guste.

Omayra asintió y luego se giró a mirar a Byron. Su corazón latió rápido.Siempre que lo veía se sentía como una tonta niña de 15 años.
—No me avisó que llegaba con la niña, señor —le habló luego de unos cuantos segundos.
Byron esbozó una suave sonrisa y se acercó a ella para tomar su mano y besarle el dorso. El corazón de Omayra latió más rápido aun.

—Quería darte una sorpresa —le dijo y luego soltó su mano.
Valeria miró cómplice a Freyder.
Este último le guiñó un ojo mientras asentía con la cabeza. Valeria acomodó la garganta. Algo exaltada Omayra la miró.
—¿Qué les parece si les muestro sus habitaciones? —Preguntó algo nerviosa —Solo falta ponerles sábanas a las camas y listo...
—Me parece bien —dijo Valeria.
—Si —asintió Freyder—Muero muerto por darme un baño y descansar. El viaje fue agotador.
—Me imagino que si —dijo Omayra divertida.
—Mientras ustedes se acomodan yo voy a ir a mi despacho a hacer unas llamadas ya hablar con los muchachos...

Byron le guiñó un ojo a Omayra y desapareció por una de las puertas. Al instante la mujer se puso roja como un tomate. Valeria la miró divertida.
—¿Qué sucede entre tú y papá, Omayra? —preguntó Valeria. Omayra la miró como espantada y luego sacudió la cabeza.
—Nada, mi niña, nada —dijo rápidamente.
—Omayra—habló Freyder y luego se acercó un poco para hablarle más bajo —No somos tontos... nos dimos cuenta de que ustedes dos se gustan.

—¡Dios me libre y me guarde! —exclamó ella escandalizada mientras comenzaba a subir las escaleras —Yo soy solo el ama de llaves de este lugar... y llevo muchos años trabajando aquí. El señor Byron y yo solo tenemos un mutuo respeto.
—¿Sabes cuándo fue la última vez que vi a mi padre besar la mano de una mujer?—le preguntó Valeria. Omayra negó con la cabeza —Nunca...
—Ya basta, muchachos —dijo tan roja como un tomate. Se giró a ver al chofer que luchaba con las valijas —¿Necesitas ayuda, Charlie?

Siguieron subiendo hasta llegar al primer piso. Freyder miraba realmente asombrado todo. Jamás pensó que ese lugar sería tan hermoso.
Valeria sentía una tonta emoción.

Acababa de subir por las escaleras por las que había bajado corriendo más de un millón de veces. Estaba caminando por el pasillo por el que había bailado un millón de veces. Entonces se detuvieron frente a una puerta.

Sin dudarlo dos veces Valeria abrió la puerta y entró a lo que había sido su antigua habitación. Estaba casi como ella recordaba. Solo que ahora había una cama más grande y ya no era rosa. Y sintió nostalgia... pensar que ella casi había olvidado todo eso.

¿Por qué había veces que las personas olvidaban lo importante de la vida? ¿Por qué al crecer... se dejaba de lado aquella hermosa niñez? ¿Por qué se le llamaba infantil a los sentimientos bonitos y confusos? Se acercó hasta la nueva cama. Se sentó con cuidado y luego miró a Omayra y Freyder. Estos dos la observaban confundidos. Valeria soltó un suspiro y luego se dejó caer boca arriba en la cama. Su mirada quedó fija en el techo... techo que seguía teniendo las mismas nubes pintadas de siempre. Sonrió.
—¿Qué te pasa, Darling? —preguntó Freyder.
—Nada... —ella sonrió aún más —Solo que me estoy sintiendo... muy en casa.