Capítulo 32

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—Lo siento —murmuró ella —Pero no puedo evitarlo—se le aguaron los ojos —Todo es mi culpa.
—No, no —susurró —No digas eso...
Ella volvió a acariciarla. Se le hacía tan familiar tocarla. Darle consuelo de aquella manera tan simple. Yuri volvió a cerrar los ojos. Solo quería dormir.
—¡No le dimos las gracias al señor Mcadams! —dijo Valeria recordándolo. Byron la miró a través del espejo retrovisor.
—Tranquila, cariño, luego se las das —le dijo.
—¡Y nuestras cosas quedaron ahí! —exclamó.
—Yo vendré por ellas luego —le aseguró Troy —Tranquila.
Ella asintió y volvió la vista a la pelinegra. Al parecer se había quedado dormida, se inclinó un poco para escuchar si respiraba. Si, su respiración estaba allí. Estaba tan preocupada por ella, tan asustada. El auto se detuvo frente a la casa y Troy se bajó rápidamente.
—Yuri —la llamó Valeria. Ella ni se movió —Yuri, ya llegamos.
Está vez abrió un poco los ojos. Eso la calmó bastante. Ella le sonrió como una boba y Valeria no pudo evitar reírse.
—Eres tan linda —le dijo. Las mejillas de Valeria se sonrojaron al instante. Tragó saliva y le acarició el pelo.
—Tú también lo eres —le aseguró.
La puerta del auto se abrió y Troy sacó a Yuri con una facilidad terrible. Valeria salió del otro lado y todos entraron a la casa. Omayra se acercó a ellos y miró horrorizada a su hija.
—¿Qué le pasó, dios mío? —preguntó.
—Lo mordió una bicha —le dijo Troy. Omayra se cubrió la boca espantada y se acercó a su hija para tocarle el rostro.
—Llévala al cuarto, Troy —le pidió a su sobrino —Voy a llamar al doctor...
—No hace falta, Omayra —dijo Byron —Ya lo llamé yo y está en camino.
—Gracias —dijo ella.
Llevaron a Yuri a su cuarto y la acostaron en la cama. Troy se encargó de limpiarle la herida. Valeria estaba parada fuera de la habitación. Freyder llegó corriendo hacia donde ella estaba.
—Ramírez, ¿Qué pasó? —le preguntó y la abrazó.
Al instante ella se echó a llorar en los brazos de su mejor amigo. Se sentía tan culpable por todo lo que estaba pasando. El doctor llegó y Omayra lo llevó hasta la habitación. Valeria y Freyder observaron como él ingresaba y sacaba a todo el mundo de allí adentro. Ella soltó un suspiro y miró a Freyder.—

—A Yuri le picó una serpiente.
—Oh my god —dijo sin poder creerlo —Eso es horrible.
—Me muero si le pasa algo Freyder, me muero —aseguró ella.
Él volvió a abrazarla y le acarició la espalda.
—Nada va a pasarle a tu bombón, darling —le aseguró —Ella es fuerte.
Ella solo asintió y se quedó junto a él. No iba a irse de esa puerta hasta que el doctor saliera. Luego de unos interminables minutos al fin salió. Todos se acercaron a él.
—¿Cómo está mi hija? —le preguntó Omayra.
—Ella está bien —sonrió el doctor —Solo tiene mareos, pero es normal... tiene un poco de veneno, pero la gran parte ha sido extraída a tiempo. La persona que lo hizo, lo hizo muy bien.
Todos miraron a Valeria. Ella no supo que decir y solo pudo sonreír nerviosamente.
—¿Puedo pasar a verla? —preguntó ella.
—En este momento está sedada y le dejé un par de medicamentos que tiene que tomar por una semana. Lo más probable es que levante fiebre en estas primeras 48 horas. Pero si puede entrar a verla.
Valeria iba a entrar pero se giró a mirar a Omayra.
—¿No quieres entrar tú, Omayra? —le preguntó. La mujer le sonrió dulcemente.
—No, cielo, ve tú.
—¿Segura? —inquirió.
—No hay nada mejor para Yuri, que su dulce Vale —le dijo

Cuando llego el turno de Omayra, entró al cuarto de su hija y encontró a Fernanda sentada en una de las sillas, mirando una revista de moda que seguramente Freyder había dejado tirada por allí. La pelinegra la miró al instante y se puso de pie para acercarse a Yuri y fingir preocupación. Omayra resopló, ella ya conocía aquel teatro. Lo peor de todo era que se había quedado todo el día en la casa, no dejando a su hija descansar realmente. Por suerte ya había venido por ella.
—Tu padre está esperándote en la puerta —le dijo. Fernanda la volvió a mirar.
—Dile que voy a quedarme a dormir aquí.
—No —dijo Omayra —Vas a irte ahora, Fernanda.
—¿Qué te pasa, Omayra? —le preguntó —¿Por qué me tratas así?
—Niña, estoy cansada. Ha sido un largo día y quiero ser yo la que cuide de mi hija. Tú vete a tu casa y mañana puedes volver a verla.
—Pero...
—Sin peros, Fernanda. Vamos.
Fernanda se puso de pie y salió de allí sin siquiera despedirse de Yuri. Omayra negó con la cabeza y miró a su hija una vez más antes de cerrar la puerta y dejarlo solo.
— Valeria —murmuró la ojinegra entre medio despierta y medio dormida.
Levemente abrió los ojos, pero los volvió a cerrar al sentirse tan cansada. Comenzaba a despertarse y la sensación de que un millón de caballos le pasaron por encima lo invadió. Le dolía todo el cuerpo, principalmente el hombro derecho.
Respiró profundamente y se destapó un poco. Estaba sudada, pero sentía un molesto frío calándose hasta los huesos. Miró a su alrededor y se dio cuenta deque estaba en su cuarto.
Pero ¿Dónde estaba Valeria? ¿Por qué no estaba allí con ella? Ella la quería a su lado, quería ver su bello rostro. Verla sonreír, escucharla hablar, sentirla respirar. Simplemente la quería tener en frente. Si, necesitaba verla,necesitaba buscarla y tenerla cerca.
¿Qué podía pasar? Absolutamente nada. Desde que ella había llegado solo había hecho estragos con ella, y ahora Yuri tenía que cobrarse aquello. Sí, claro que sí.
Se puso lentamente de pie. Todo dio vueltas a su alrededor. Sonrió estúpidamente, se sentía como un borracha. En ese momento se sentía perfectamente bien como para ir hasta el cuarto de Valeria Ramírez y decirle todo de una vez...

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