Capítulo 50

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Yuri salió del baño luego de haberse dado una merecida ducha. Realmente estaba agotada y lo que necesitaba era tirarse a dormir, por lo menos una hora. Miró la hora en el reloj de pared y marcaban las dos de la tarde. ¡Que rápido que pasaba la hora!.

Luego de haber dejado a Valeria en la puerta de la casa, se había dirigido a las caballerizas, había acomodado a White y se había puesto a trabajar un poco con un par de sus compañeros. Luego su panza había gruñido del hambre y decidió dejar sus tareas para otro momento. Su cuerpo estaba pidiendo a gritos parar por un par de horas.

Se dejó caer en la cama, luego de ponerse un pantalón cómodo para dormir. Hacía algo de calor, así que se había sacado la remera. Colocó los brazos detrás de su cabeza y miró fijamente al techo. Enseguida ella llegó a su mente...

En ningún momento Valeria había salido de sus pensamientos. Constantemente recordaba cada beso y caricia compartida y se estremecía como una niña. Sonrió divertida. Valeria tuvo razón en decirle que iba a pasar todo el día pensando en lo que pudieron haber hecho si se quedaban...
Dos suaves golpes llegaron a la puerta. Yuri se incorporó y dio el permiso para que entraran. Valeria se asomó y ella sonrió abiertamente.

—Estaba pensando en ti...—le confesó.

Ella sonrió tímidamente e ingresó del todo. Cerró la puerta con cuidado y se acercó lentamente a la cama. Se iba a sentar en la silla que allí estaba, pero Yuri fue rápida y la tomó de la cintura para sentarla sobre su regazo. Pudo notar que había algo raro en ella, ya que su expresión era algo seria.

—¿Estabas por dormir? —le preguntó Valeria dulcemente y le acarició el rostro,para luego acomodar un poco sus cabellos despeinados.
—Solo estaba descansando el cuerpo. —respondió Yuri. Valeria evitaba ver sus ojos. Miraba su boca, su nariz, su frente... pero no sus ojos. —¿Qué sucede?
—Tengo que decirte algo...
—¿Qué cosa?. —inquirió algo preocupada.

Ella sonrió y entonces le plantó un largo besó en los labios. Era un beso simple, sin necesidad, pero con amor. Separó sus bocas y volvió a jugar con su pelo. Pero Yuri no se conformó. Le tomó el rostro con una mano y la posicionó a su comodidad, para luego capturar su boca y besarla a gusto. Valeria suspiró yl e rodeó el cuello con ambos brazos, acercándola a ella hasta casi ahogarlos a ambos. Cuando se alejaron, ambas luchaban por encontrar un poco de aire que llenara sus pulmones. Yuri le acarició el cuello, subió hasta sus mejillas y tocó sus labios húmedos.

—Salvaje...
—No quiero escuchar si es algo malo.
—Pero por ahí no es algo malo.
—¿Lo es?. —preguntó.
—No... no lo sé.
—Entonces, de verdad, no quiero saberlo, Camz...
—Pero...Yuri...
— Valeria ...
—Solo...
—No...
—... escúchame...
—... necesito...
—... por un segundo...
—...saberlo...
—¡Debo irme a la ciudad hoy mismo!. —elevó un poco más su voz sobre la de ella.

Yuri se quedó mirándola fijamente. ¿Qué es lo que ella acababa de decir? No, no podía ser verdad. Sacudió la cabeza y la miró bien.

—¿Qué dijiste?.
—Voy a viajar dentro de 4 horas a la ciudad...
—Me dijiste que no ibas a irte .—murmuró perpleja.
—Si, lo sé, pero escúchame. —dijo y tomó su rostro con ambas manos, manteniendo la mirada de él sobre la suya. —Quiero que vengas conmigo.

Yuri frunció el ceño y volvió a repetir mentalmente las palabras que ella acababa de decirle.

—¿Qué?.
—Papá necesita que vaya a la ciudad para hacerme cargo de la empresa hasta que logremos venderla...

Yuri se puso de pie, separándose de ella y comenzó a caminar de un lado hacia el otro. Valeria la miraba nerviosa, sabía que aquello no iba a ser bueno.

Entonces así como si nada la ojiverde salió de la habitación. Valeria tardó un poco en reaccionar pero siguió sus pasos, llamándola repetidas veces. Yuri no se detuvo y siguió caminando hasta estar fuera de la casa. Cuando estuvo fuera se sorprendió de ver las nubes negras que cubrían el cielo. Y sintió una presión en el pecho.

—¡Yuri! —la llamó ella de nuevo saliendo de la casa también. Yuri giró para mirarla. Valeria caminó a paso rápido hasta quedar frente a ella. —¡¿Por qué diablos me dejas sola cuando estoy tratando de decirte algo importante?!.
—No puedo irme... —musitó con los ojos vidriosos.

Ella dejó de parecer alterada, para pasar a asombrada y algo...decepcionada.

—¿No...no vas a venir conmigo? —preguntó con duda.

Wild HorsesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora