Capítulo 31

522 77 4
                                    

Valeria's POV

—Nooo—se quejó —Un ratito más.
—Valeria —rió Yuri —Si nos vamos ahora vas a poder dormir más cómoda en tu cama.
—Dormir contra ti también es muy cómodo.
Entonces abrió los ojos para mirarla. A Yuri se le cortó la respiración, realmente estaban cerca, a escasos centímetros.
Valeria se olvidó de cómo respirar. Todo su cuerpo fue consciente de la cercanía de ella, del calor y protección que le brindaba. Ahora que la tenía así de cerca podía apreciar perfectamente el negro de sus ojos. Pequeñas motas de un color grisáceo se esparcían por su perfecto iris y sus pupilas negras se agrandaban cada vez un poco más. Ella se mordió el labio inferior mientras sin intención bajaba la mirada a la boca de Yuri. ¿Era normal las ganas terribles que tenía de besarla? No, no lo era. Encima se veía demasiado bien con aquella expresión de recién levantada, algo despeinada y mirándola de manera tierna.


'Al diablo con todo' —pensó Yuri. Ella tenía que besarla, quería hacerlo.
Acercó su rostro un poco más al de Valeria. Solo para ver si se alejaba. Valeria no se alejó, sino que también se acercó un poco. Cerraron los ojos y se acercaron otro poco. Sus labios rozaron los de ella. Fue una pequeña caricia que hizo estragos en Yuri. Se alejó un poco para observarla. Valeria tenía los ojos cerrados y los labios levemente separados para ella. Sonrió bobamente y volvió a acercarse.
Pero se detuvo al escuchar aquel peligroso sonido. Lentamente abrió los ojos para observar lo que justo había detrás de Valeria. Se paralizó al ver que era nada más y nada menos que una maldita serpiente de cascabel, y agitaba su cola,enojada.

—¿Yuri? —inquirió Valeria y abrió los ojos para mirarla.
—No te muevas —murmuró ella.
—Pero, ¿Qué sucede? —quiso saber.
—Tú solo quédate quieta —le ordenó.
La cascabel seguía agitando su cola con furia. Yuri sabía que si Valeria hacía algún movimiento la serpiente iba a atacar. Pero tenía que sacarla de allí.
—Yuri, ¿Qué pasa? —dijo ella. No entendía nada. Ella iba a besarla, pero de repente no lo había hecho.
—Voy a moverte hacia mi lado, Vale. Hay una serpiente detrás de ti...
Ella se tensó al instante.
—¿Una... serpiente? —inquirió nerviosa.
—Tranquila, no voy a dejar que nada te pase —le aseguró. Ella solo pudo asentir. El miedo recorría cada parte de su ser —Voy a contar hasta tres, bonita, y te voy a pasar para este lado ¿Si? —volvió a asentir. Ni siquiera se animaba a hablar —Uno... dos... tres...
La alzó rápidamente de una manera tan natural y fácil que Valeria pensó que no pesaba ni un gramo. La rodó hacia su lado y entonces Yuri sintió un fuerte pinchazo en su hombro derecho. Siseó por lo bajo.
—¡Yuri! —exclamó Valeria y observó como la serpiente se alejaba a toda prisa de ellas. Se acercó a ella y vio como la remera comenzaba a llenarse de sangre justo en su hombro —Oh por dios, Yuri...
Simplemente le desgarró la remera para ver mejor la herida.
—_ Valeria —dijo ella algo agitado —Ve a buscar un poco de ayuda.
—¡No voy a dejarte aquí sola! —dijo nerviosa —Debe haber algo que yo pueda hacer en este momento...
—Necesito que alguien extraiga el veneno —dijo apretando los dientes. El dolor comenzaba a ser insoportable. Sentía como el veneno comenzaba a correr por su sangre —Y no quiero que tú lo hagas...
—¡Claro que voy a hacerlo! —chilló y tomó su rostro —Dime que tengo que hacer.
—No, Vale, no...
—¡Dímelo! —le exigió. Ella suspiró, Valeria podía ser muy terca.
—Tienes... tienes que extraer el veneno, succionando la herida y escupiendo toda la sangre que saques de allí.
A Valeria se le revolvió el estómago. Jamás había sido una persona muy tolerante a la sangre. No sabía cómo era que todavía no se había desmayado al ver la sangre de Yuri. Pero iba a hacerlo.
—Voy a hacerlo, Yuri —le contó —Voy a hacerlo.
Ella la miró fijo a los ojos. Sabía que a Valeria le impresionaba la sangre. Y no quería hacerla pasar por aquello. Pero vio la firmeza en sus ojos y sabía que no iba a aceptar que se negara.
—Está bien —suspiró y se apoyó contra una pequeña montaña de paja.
—¿Vas a decirme cuando tengo que detenerme? —le preguntó con miedo.
—Si —asintió algo débil. Comenzaba a sentirse mareada y lugar de la mordida le ardía como mil demonios.

Ella respiró profundamente y se arrodilló a su lado. Contó mentalmente hasta diez para calmarse. Ella solo tenía que succionar y escupir, nada más. Se inclinó sobre su hombro, corrió su cabello y sus labios hicieron el primer contacto con la sangre de la herida. El sabor metálico le tocó la lengua. Ella retuvo una arcada y posicionó sus labios bien. Comenzó con la succión. Cuando un poco de sangre llenó su boca, se alejó y escupió. Tosió un poco y volvió a acercarse a él.
—Vale —murmuró Yuri —No tienes que hacer esto...
Ella volvió a escupir.
—Cierra la boca —le pidió —Claro que tengo que hacerlo.
Volvió a repetir la acción una y otra vez. De vez en cuando observaba a Yuri y ella mantenía sus ojos cerrados y una leve mueca de dolor. Su boca estaba repleta de aquel extraño y algo salado sabor. Tenía ganas de vomitar, pero se las aguantó. Escupió una última vez y lo miró.
—¿Debo seguir, Yuri? —le preguntó preocupada.
Por así decirlo ya se le había ido un poco el asco. Pero no quería dejarlo sin sangre.
—Solo una vez más —musitó ella.
Valeria asintió y repitió la acción por última vez. Luego se puso de pie y fue por un poco de agua para enjuagarse la boca. Rápidamente volvió a su lado y le acercó la botella a los labios. Yuri estaba con los ojos cerrados y abrió la boca levemente para recibir el líquido. Se ahogó un poco y comenzó a toser. Valeria dejó la botella a un lado y tomó su rostro. Yuri abrió los ojos para mirarla.Había tanta preocupación en sus ojos.
—¿Estás bien? —le preguntó. Yuri sonrió débilmente.
—Gracias —murmuró. Ella la acarició y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—No lolo, gracias a ti. Esa mordida debió ser mía, no tuya.
—Vale, te dije que no iba a dejar que nada te pasara.
Volvió a cerrar los ojos al sentirse tan cansada.
—Ya vienen por nosotros, ¿sí? —le volvió a acariciar su rostro. Yuri hizo el esfuerzo de mirarla, pero realmente comenzaba a sentirse mal. Pero por suerte Valeria había actuado rápido y estaba seguro de que su cuerpo ya no tenía tanto del veneno que la serpiente le había proporcionado. Pero un poco del veneno que ya había actuado en su cuerpo, estaba haciendo efecto. De repente comenzó a sentir que su estómago se contraía y un terrible mareo la atacó. Cerró los ojos fuertemente para soportar el malestar.
Valeria se puso de pie y buscó su celular. Ellos ya debían estar allí por ellos. Entonces escuchó el sonido de un auto y salió para ver. Su padre y Troy bajaban del auto. Ella corrió hacia ellos.
—¡Gracias a dios que ya están aquí! Yuri no está bien —sus lágrimas se hicieron más presentes. Estaba tan asustada —La mordió una serpiente.
—¿Qué? —preguntó Troy espantado y corrió hacia el establo en busca de su prima.
Ingresó y la vio acostada contra una pared de paja. Se acercó rápidamente a ella. La ojinegra abrió los ojos para mirarlo.
—Troy...
—Shhh, tranquila —le dijo él y se acercó a un más. Vio los dos agujeritos profundos que estaban sobre su hombro —Vamos, salgamos de aquí...
Colocó un brazo debajo del hombro sano y lo paró. Yuri sentía las piernas pesadas y dormidas, pero hizo todo el esfuerzo para caminar.
— Valeria ha... ha sacado el veneno.
—Bien —asintió Troy —Ahora solo tenemos que desinfectar eso y que te vea el doctor...
Byron ingresó al establo y se acercó a ellos.
—Por dios, hija —dijo preocupado —¿Cómo fue que pasó?
—Iba a morderme a mí —dijo Valeria entrando —Pero Yuri lo impidió y la mordió a ella.
Yuri la miró y vio en sus ojos las lágrimas que luchaban por salir.
—No llores, por favor —susurró.
Y entonces la primera lágrima cayó por su mejilla.
—Tranquila, Valeria —le dijo Byron —Yuri va a estar bien...
Ella asintió y entre los tres la llevaron hacia el auto. Valeria se sentó atrás y Troy metió a Yuri a su lado. La ojinegra no podía mantenerse sentada así que lentamente fue acostándose hasta apoyar la cabeza sobre el regazo de Valeria. Ella acarició sus cabellos. Ella abrió los ojos y la miró. Ambas sintieron como el auto comenzaba a ponerse en marcha.
—No quiero que llores Vale—le dijo con voz débil.—

Wild HorsesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora