Miró la hora. Sí, disponía de tiempo suficiente para satisfacer su curiosidad sobre los materiales para la valla. El equipo era impresionante, grandes postes de madera, de cemento y rollos de alambre cuidadosamente apilados. Mucho dinero invertido en la valla. Pukekahu florecería con tanta atención.
—¡________!
Choso, con cara radiante, rodeó el montón de postes de cemento con el tractor. Ella se acercó hasta el arroyuelo de un metro de ancho, que empleó como barrera psicológica.
—Hola, Choso —saludó, tratando de mostrarse amistosa pero distante.
—Hola, ________ —la devoró con los ojos; titubeó unos momentos, pero la pregunta que formuló sonó llena de celos—: ¿Te divertiste en el baile de máscaras?
—Sí —antes de que Choso pudiera hablar, continuó—: ¿Cómo está Yuki? —ésta era la agradable mujer que llevaba años enamorada de él.
—Bien —cruzó de un salto el arroyuelo y se dirigió hacia ella—. ________ —comenzó—. Por favor, ________, ¿al menos no podríamos hablar...?
—Lo siento —interrumpió al tiempo que alargaba una mano, odiando herirlo, pero enfadada porque no aceptara que su inexistente relación había terminado. ¡Ya estaba cansada de sentirse culpable! — Choso, ya hemos hablado y no...
—Por favor —insistió él con voz quebrada y desesperada. La agarró y la acercó, tratando de besarla con ansia desbocada—. Por favor, cariño —susurró—, por favor, no me rechaces...
Cuando Nanami la tocó, había olvidado todo lo aprendido en las clases de autodefensa; pero no en ese momento. Podía lastimar a Choso en serio, pero aunque jamás sería capaz de amarlo, era un hombre agradable.
—No —aseveró con firmeza, empujándolo—. ¡Choso, para! ¡Para ya!
—No puedo —farfulló con tono desdichado—. Dios sabe que lo he intentado, pero no puedo. Sé que jamás me has amado, pero te has metido en mi sangre, ________. No puedo dejar de amarte.
—Podrías si lo intentaras... no te has esforzado lo suficiente —la inflexible voz masculina los paralizó a ambos.
Choso soltó a ________ y ésta se volvió, ruborizada, para ver a Nanami. Se había detenido a unos metros de distancia, su expresión una mezcla intimidadora de autoridad y falta de tolerancia.
—Hasta entonces —continuó con voz severa como un látigo—, no te dediques a cortejar mientras trabajas para mí... en especial cuando ha quedado bien claro que no es un cortejo bien recibido. Ve a descargar más material.
Choso apretó la mandíbula.
—De acuerdo —aceptó, sin mirar a ________, y se marchó.
Ésta esperó hasta que el tractor arrancó y desapareció loma arriba. Pero antes de que pudiera hablar, Nanami manifestó con voz letal:
—Te dije que no lo atormentaras.
—No sabía que estaba aquí —incluso a ella le sonó demasiado dócil—. Y no acepto órdenes de ti.
—Mientras trabaje para mí, te mantendrás alejada de su camino, a menos que quieras que lo despida.
—No se merece eso —miró su implacable rostro bajo el sol invernal—. Y no debes preocuparte... no quiero animarlo, ni en el trabajo ni en sus horas libres.
—Entonces, ¿para qué has venido? —insistió.
—Sentí curiosidad.
—Y ahora que la has satisfecho, ya puedes olvidarte de la valla —con ojos entrecerrados observó su boca. Ella retrocedió al ver que Nanami avanzaba dos pasos—. Te ha lastimado —dijo con voz ronca, tocándole el labio superior con el dedo índice.
—No.
Nanami acarició la curva generosa. Los ojos de ella permanecieron clavados en el botón de su camisa, pero esa ligera caricia le derritió todos los huesos del cuerpo.
—Tienes el labio hinchado.
—No me lastimó —protestó, alzando la vista hacia sus ojos fríos como fuego cristalizado—. Choso no lastimaría a nadie.
—Eres notablemente inocente —indicó con tono sombrío—. Daba la impresión de que te obligaba a quedarte quieta mientras te besaba. Según mis reglas, eso es violencia —volvió a recorrer el borde de sus labios de forma casi posesiva—. Si quieres que esa cara bonita se mantenga como está, será mejor que aprendas a reconocer a los hombres capaces de cometer actos violentos.
—Choso jamás me lastimaría... ni a nadie —repitió con la mente confusa por su caricia.
—Será mejor que no lo haga —dijo Nanami con aspereza—. Mantente lejos de él. No quiero que se esté lamentando porque te desea y no puede tenerte. Para alguien en su estado, incluso un encuentro casual y esa sonrisa singularmente provocativa que tienes es entendida como un gesto de ánimo.
—Gracias por el consejo —por desgracia, Nanami tenía razón—. Me iré.
—¿Tienes que hacerlo? —alguna emoción oculta encendió sus ojos. Adrede se acercó, llenándola de pánico febril.
El corazón de ________ comenzó a ganar velocidad. Como no quería que la viera intimidada, asintió con indiferencia.
—Ya nos veremos —dio media vuelta y comenzó a avanzar por latierra mojada.
—Hueles a flores —comentó él, alcanzándola—. A flores silvestres.
—Gracias. Adiós.
La boca de él se alzó en una sonrisa desagradable.
—Te acompañaré a casa. Podrías encontrarte con otros canallas enamorados.
—Te prometo que no hay ninguno. No necesito que me escoltes. Sé cuidarme.
—Ya lo he visto. Te estaba forzando y lo único que hacías tú era decir para. Tendrías que haberlo golpeado en el plexo solar.
—Choso no me asusta —afirmó exasperada por el tono gélido de su voz.
—Aun así, mantente alejada de él —entonces la sorprendió—. ¿Has traído contigo las píldoras para las picaduras de avispas?
—Sí —y se llevó una mano al bolsillo trasero de los vaqueros.
—Entonces ya puedes irte —sonrió y dio un paso atrás. Durante un furioso momento ella lo miró fijamente, hasta que la diversión en sus ojos atravesó su necia decepción.
—Adiós —recorrió todo el trayecto hasta la casa echando chispas.
En cuanto entró, se sirvió un vaso de agua y salió al porche a beberlo. El ganado pastaba con entusiasmo en el corral. Sólo los invernaderos se veían feos con su plástico de alta tecnología, como enormes gusanos blancos; pero entre las reses y los pimientos conseguía mantener la cabeza a flote.
Igual que le sucedía con Nanami. Sonrió sin alegría. Al menos se mantenía alejada del peligro. Enamorarte te hacía muy vulnerable, demasiado abierto al dolor. El pobre Choso lo había averiguado. A pesar de la electricidad que la recorría cada vez que veía a Nanami, no pensaba darle ninguna oportunidad para que le rompiera el corazón.
Vació el vaso de agua y entró en la casa; observó el correo que esa mañana había dejado sobre la mesa. El sobre del banco le provocó un escalofrío, y aunque se sintió tentada de dejarlo de lado, cerró los labios con fuerza y lo abrió para mirar el extracto.
—¿Qué demonios...? —musitó, ya que el saldo que veía en la hoja era muy elevado a su favor. El sentido común le indicó que se trataba de un error, pero no pudo dejar de albergar una esperanza. Quizá había sido ella quien cometió el error y financieramente estaba mejor que...
Entonces un nombre centelleó en su cabeza. Nanami había hecho un depósito enorme de dinero en su cuenta. Empleó todo su control para relajarse; dejó el papel en la mesa y respiró hondo.
Espero que les guste y no olviden votar y si les gusta ONE PIECE hay una historia de DONQUIXOTE DOFLAMINGO que es nueva y si pueden ir a darle apoyo. Gracias💖🤞🏻💖🤞🏻
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Más que Amante - Nanami Kento X Reader 💝💘🍋
FanficT/N Gerner no estaba en venta; un hombre ya había aprendido esa lección y Nanami Kento tendría que aprenderla también. Su nuevo vecino era viril, protector y generoso en exceso, pero nada conseguiría que T/N se metiera en su cama... Hasta la noche e...