Capítulo 23: Celos

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Con un tono calmado y razonable, Nanami continuó:

—Míralo con lógica. Yo puedo permitirme pagarle a los Ogilvie todo su dinero. Tú no. Y deseo pagar tus deudas porque eres importante para mí, no porque intente comprarte. Si pensara que estabas en venta, no te querría, ________ —ella apartó la vista, tratando de encontrarle alguna lógica a eso— . Aunque ahora que lo pienso —indicó él—, la lógica no tiene nada que ver con el asunto —con movimiento felino y ágil se apartó de la barandilla, hundió sus manos en su pelo y la besó.

________ luchó en vano; él empleó su gran fuerza para someterla, aunque sin lastimarla.

Tendría que haberlo mordido, haberlo golpeado en el plexo solar, haberle dado un rodillazo, pero a cambio respondió con febril intensidad nacida en parte de una furia desconcertada y frustrada y del salvajismo que él le provocaba, una necesidad que la noche anterior no había mitigado.

Sus lenguas se encontraron con fiereza y entonces ella cedió, rindiéndose con gemido bajo al ansia que la abrumaba.

—Eres como una droga —musitó Nanami casi sin mover los labios—, toda dulzura, pasión y furia... Nunca tengo suficiente de ti. Te guste o no, ________, el orgullo y la resistencia obcecada no van a mantenernos alejados. Ven a vivir conmigo e incendiaremos el mundo.

—¿Y luego? —preguntó con voz apagada.

—¿Qué quieres? —su mano bajó a la cadera de ella y la pegó a él.

—No lo sé —mintió. El mundo, saber que él la amaba tanto como ella a él—. Cuando me tocas no soy capaz de pensar —meneó la cabeza y se apartó.

—Me pregunto qué es lo que tienes que haces que olvide todo lo que he aprendido sobre las mujeres —comentó él, dejándola—. Al principio pensé que era tu boca —se inclinó y la besó con atormentadora suavidad—. Luego que eran tus ojos —dos besos los sellaron—. Luego me pregunté si sería la textura y el color de tu piel, toda mujer y misterio. Pero tu risa me despistó, y la expresión que pones cuando te enfadas, y el modo en que funciona tu mente... —sonrió con la boca pegada a su sien—. Creo que tengo una fijación contigo.

¿Bastaría eso? Quizá él aún no lo supiera, pero, ¿la amaba? Y si no, tal vez aprendiera a hacerlo. Si se iba con él.

—Ven conmigo —insistió él con profunda ronquera—. Estoy loco por ti.

—Nanami...

—Solucionaremos las cosas —la manipulaba con esa voz acariciadora y el lento movimiento de sus dedos por su piel, el contacto de su boca en las comisuras de sus labios, bajo su oreja. ________ se encogió cuando cerró los dientes sobre el sensible lóbulo—. Di que sí, ________ —susurró—, dulce ángel, ven a vivir conmigo.

—Sí —gimió ella cuando Nanami clavó la lengua en el interior de su oreja y la hizo estallar en llamas. «Algún día», pensó aturdida, «algún día le pagaré la deuda, de algún modo...»

Una tos rompió su momento acalorado y sensual. ________ se puso rígida, pero Nanami la pegó a él, mirando al intruso por encima de su cabeza.

—¿Qué pasa? —preguntó con voz intimidadora.

—He venido a ver a ________.

Choso. En su voz oyó un deje de desafío y determinación que nunca antes había percibido. Nanami la abrazó con más fuerza, pero cuando ella lo miró con ojos furiosos, la soltó.

—Hola, Choso —saludó al volverse y rezar para que su rostro no mostrara los efectos de la pasión.

—He venido para ver si había algo que pudiera hacer por ti —parecía enfermo, pálido y con ojos turbulentos.

Más que Amante - Nanami Kento X Reader 💝💘🍋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora