Capítulo 20: Deseo

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Nanami no habría encendido la luz del porche a menos que confiara en la persona que había descubierto.

En el exterior no se movía nada, pero pudo captar el murmullo de dos hombres hablando. Casi sin respirar avanzó por el pasillo y se detuvo detrás de la puerta que daba al salón.

—... te veré mañana a primera hora —dijo Nanami con brusquedad.

Siguió el sonido del cerrojo de los ventanales; oyó que alguien salía al porche y bajaba los escalones, y el motor de un coche. Unos momentos más tarde la luz exterior se apagó y la oscuridad la envolvió otra vez.

—Debió avanzar de puntillas por el porche —comentó al abrir la puerta—. Si no, lo habría oído.

—Te dije que te mantuvieras al margen —soltó él con voz furiosa.

—Era Choso, ¿verdad?

—Sí.

—¿Qué hacía aquí?

—Buscarte, pobre hombre —repuso Nanami.

—¿Qué quieres decir? —preguntó ________ atontada—. ¿Cómo sabía que no estaba en casa?

—Vio que la valla había desaparecido, de modo que salió corriendo para comprobar que te encontrabas bien. Al darse cuenta que no estabas en tu casa, vino aquí —explicó casi con indiferencia.

—¿Y por qué lo haría?

—Supongo que porque dio por sentado que estarías durmiendo conmigo —respondió con frialdad.

—Me parece raro —frunció el ceño—. ¿Qué le dijiste?

—La verdad. Que cuando te diste cuenta de que te habían destrozado todo el cultivo de pimientos, decidiste pasar la noche aquí. Si Choso te está acosando, quiero saberlo para que pueda obrar al respecto.

—Nanami, no me gustan los melodramas en mitad de la noche —la voz le tembló—. Claro que no me está acosando. Te lo dije, llevaba semanas sin verlo hasta que apareciste tú.

—Y mostré mi interés de forma tan abierta que al día siguiente debía saberlo todo el distrito.

—Choso no es así —________ sacudió la cabeza. Unas lágrimas súbitas y furiosas le quemaron los ojos—. Oh, ¿por qué tuviste que venir? Todos estábamos bien antes de que llegaras a aqui.

—¿De verdad? —soltó una risa rechinante—. Vuelve a la cama, lo arreglaré por la mañana.

—No me había dado cuenta de que habías quitado el edredón de tu cama —luchó con las humillantes lágrimas—. Esta habitación está mucho más templada que tu dormitorio... llévate el edredón y dame el abrigo.

—________ —pidió tras un rato de silencio tenso—, ¿quieres callarte, por favor?

—Pero...

—Porque en lo único en lo que puedo pensar ahora es en tenerte debajo de mí, sin que ninguno de los dos duerma el resto de la noche.

—Es lo único en lo que pienso yo también —comentó como una tonta, con el pecho a punto de estallarle.

—¿Te asusto? —preguntó Nanami casi en un susurro.

—No —si tuviera algo de sentido de conservación saldría huyendo... aunque en ese caso tampoco le habría mostrado el camino.

—Si lo deseas, puedes dormir conmigo, sin hacer el amor.

Más que Amante - Nanami Kento X Reader 💝💘🍋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora