Hello floreeeeeeeeeeesssssssss, os está gustando la historia de estos dos??? No auguro que dejen de odiarse todo el libro, ya os aviso.... HahahaahhahaNo dejaba de dar vueltas sobre la cama a pesar de ser casi las dos de la mañana. En tres horas tendría que levantarme para prepararme ya que el turno comenzaba a las siete en punto de la mañana y a pesar de estar acostumbrada a tener dobles turnos o dormir pocas horas, lo cierto es que me estaba poniendo de mala leche la falta de sueño por culpa de ese mequetrefe.
No sé que me molestaba más, la aburdez de su propuesta en la que él se acostaba conmigo o el modo en el que lo había hecho como si me estuviera haciendo un favor.
No le mato porque va en contra de mis principios, pero ganas no me falta. ¿Como se puede ser tan petulante y engreído? Y ni siquiera daba por válido su argumento, puede que me resultara atractivo, que mi cuerpo no fuese inmune al deseo que me provocaba, pero mi parte racional se negaba por completo a saciarse de esa innata atracción y desde luego, sucumbir a la pasión para acabar con aquel odio mutuo me parecía una auténtica majadería.
Aunque debía darle la razón en que acabr peor de lo que nos llevábamos era imposible, pero ya podía disfrutar de orgasmos conmigo en sus sueños, porque este cuerpo Andrei no lo va a catar.
Terminé levantándome sin dormir ni diez minutos y decidí rebuscar entre la ropa de deporte unas mallas ajustadas con un top a juego y una camiseta holgada. Metí un vestido y mocasines en la mochila de gimnasio y me fui directamente aprovechando que no encontraría a nadie a aquellas horas. Eran pocos los sitios de deporte que habrían muy temprano o permanecían abiertos las veinticuatro horas, pero tener uno cerca de casa era una auténtica suerte, así que hice la inscripción a las cinco de la mañana y pasé a la zona de máquinas.
Apenas había movimiento, solo un par de chicos en la zona de pesas que no dejaban de mirarme preguntándose quien demonios era para estar allí a aquellas horas. Me centré en el podcast que estaba escuchando y salí del gimnasio tras darme una ducha viendo por la hora que no me daba tiempo a dejar la mochila en casa.
El jefe de unidad Marco Cedrini se sorprendió al verla llegar y se maldijo a sí misma por usar un vestido tan corto para ir al hospital. Quería mantener un perfil bajo, nada llamativo y no porque no le gustara vestir de aquel modo, sino porque no le apetecía dar pie a ningún tipo de propuesta por parte de sus compañeros de unidad. Ni siquiera del buenorro de Cedrini, porque aquel hombre de origen italiano con ese cabello castaño del mismo color que sus ojos era muy atractivo y un peligro para su prohibición de no liarse con nadie de la unidad.
—Es un placer tenerte en nuestro equipo, doctora Ivanova, ¿Lo he pronunciado bien? —exclamó en un perfecto inglés.
—Casi, puede llamarme Nadia, será más cómodo para todos —sonreí tratando de ser amable, pero sin dar pie a malas interpretaciones.