MANTENER LA CORDURA

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Que disfrutéis del capítulo flores!!! Nos vemos la semana que viene!
Si queréis que la espera no sea tan larga, hoy salió a la venta en librerías mi libro "Inmemorial" es completamente inédito y lo tenéis tanto en digital como formato físico. ¡Espero que lo leáis!

Sin más... os dejo con un poco más de Nadia y Andrei.

No estaba demasiado acostumbrada a ese afán de dominación, de posesión y de determinación en una relación, bueno

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No estaba demasiado acostumbrada a ese afán de dominación, de posesión y de determinación en una relación, bueno... tampoco es que entre Andrei y yo existiera una relación como tal y tampoco es que yo hubiera tenido relaciones formales en sí, precisamente por eso, porque estaba acostumbrada a hacer y deshacer a mi antojo y conveniencia.

Aquello era nuevo. Desde el maldito acuerdo, el anillo, fingir un compromiso y el hecho de que me hubiera liado con el único tío al que no soportaba de todo el planeta tierra.

No respondí porque su teléfono comenzó a sonar de nuevo y vi que esta vez buscaba en el bolsillo interior de la chaqueta del traje para cogerlo.

—Irina —respondió al segundo haciendo que un temblor se instalase por todo mi cuerpo.

¿Era una mala amiga por no contárselo a pesar de que solo lo hacía para no preocuparla?

Andrei se giró dándome la espalda, se había subido los pantalones pero aún no los llevaba abrochados y comenzó a pasearse por mi salón mientras podía escuchar la voz lejana de Irina al teléfono.

«Es trabajo. Solo le estará llamando por alguna cuestión de trabajo, es imposible que pueda saber que estamos juntos»

—Estoy de camino, me encargaré de ello en cuanto llegue —escuché conforme me cruzaba de brazos sin saber exactamente que hacer y observé la camisa bien colocada de Andrei sobre el respaldo del sofá y ahora se había arrugado al dejarnos caer sobre ella en nuestro encuentro. Vi como se daba la vuelta y me observaba, su rostro parecía impasible para guardar una apariencia seria, pero comenzó a caminar hacia mi que le miraba inquieta—. No puedo, tengo otros asuntos que atender —agregó alzando una mano y colocándola en mi mentón para alzar mi rostro hacia él—. Está bien, te veré en la oficina.

Tiró el teléfono a un lado para que cayera sobre el sofá sin ningún miramiento se inclinó lentamente hasta rozarme la nariz.

—¿No tienes que irte? —jadeé antes de que me besara si es que esa era su intención.

—Si, pero aún tengo hambre —susurró forzándome a que me diese la vuelta y me colocase de rodillas sobre el sillón de espaldas a él. Sentí como pasaba su mano por mi entrepierna y me mordí de nuevo el labio—. Por lo que veo, tú también —objetó antes de empujarme hacia delante para que mi trasero quedase expuesto y sentí como me invadía de nuevo aquella imperiosa necesidad conforme se abría paso en mi interior de una brutal embestida.

—¡Joder! —grité sin esperarlo en un esfuerzo sobre humano por mantener la cordura.

Mi camisón voló a alguna parte y sentí sus manos por todo mi cuerpo, incluidos sus dientes en mi cuello y todo mi control se fue al traste, solo era una masa flotante de gemidos, jadeos y gritos de éxtasis con cada embestida que me llevaba un paso más a un mundo etéreo.

Si. Ya no tenía duda que era el sexo más brutal e increíble de mi vida.

Dos horas más tarde estaba en un supermercado haciendo algo parecido a una compra, o más bien, un surtido de productos incoherentes y sin sentido; queso fresco, patatas aderezadas con lima y paprika, un bote de cacao en polvo, ensalada de rucula y canónigos, una lata de mejillones en escabeche y un paquete de pistachos.

Ni siquiera sabía de qué tenía hambre más allá de la ingente necesidad de saciarme con el subnormal de Andrei. ¡Joder!, ¡Es que no podía centrarme en otra cosa que no fuera él desde que se había marchado de casa!

Estaba por desistir y pasar por caja para llevarme aquellas cuatro cosas sin sentido que había metido en el carrito por alguna razón extraña cuando sentí mi teléfono vibrar. Lo llevaba en la mano, así que descubrí rápidamente que se trataba de mi querida progenitora.

Por alguna razón la idea de hablar con Irina me ponía nerviosa y sabía que más pronto que tarde hablaríamos por el tema del bautizo ya que la fecha era inminente y más aún los preparativos.

—Dime mamá —respondí observando la variedad de pasta que tenía frente a mi y cogí la que tenía forma de animalitos de colores solo por el hecho de llamar mi atención.

—Que me tenga que enterar por terceras personas de que mi única hija va a casarse ha sido suficiente humillación, así que no pienso tolerar que también deba saber los detalles por otros. Hemos contratado a la mejor organizadora de bodas, no ha sido fácil que nos haga hueco y se ajuste a vuestra agenda, pero junto a tu suegra hemos logrado organizar en una jornada las visitas a las iglesias más emblemáticas de la ciudad y las mejores localizaciones.

¿Qué?

Sentí un nudo en la garganta al punto que era incapaz de poder decir nada.

—Ya sé que soy la mejor madre, pero podrías darme al menos las gracias, ¿no?

—No... ¡Dijimos que queríamos tomarlo con calma! —logré decir, y después me di cuenta de que estaba en un lugar público aunque francamente, poco me importaba.

¡Que demonios!, ¿Mi madre se había puesto de acuerdo con la madre de Andrei? ¡Esto pintaba mal... realmente mal!

—Sé que para ti es importante todo eso de tu carrera y terminar la residencia, que Andrei respete eso dice mucho de él, pero es un Komavov, Nadia, cuanto antes se celebre esta boda mejor para todos.

¿Que es lo que quiere decir?

—Tenemos una relación con los Komarov desde hace años, mi mejor amiga es Komarov ¿Que quieres decir con eso?

—Las alianzas con el consorcio Komarov pueden ser muy beneficiosas y...

—¿Y? —Insistí al comprobar que mi madre no decía nada.

—Si alargas demasiado esto se cansara de ti, hija. Casi me parece sorprendente que te haya propuesto matrimonio cuando jamás has tomado en serio ninguna relación. Solo estoy considerando lo que más beneficiaría a todos.

No lo podía creer. ¿Ahora iba a entrometerse en mi vida sentimental? No bastaba con que mi padre lo hiciera en la profesional, ¿Es que no podían dejarme vivir mi vida como quisiera?

—¿Y qué pasa si se cansa de mi?, ¿Tan malo es que esté sola? No quiero a un hombre a mi lado solo por el soporte económico y tranquilidad que este pueda darme, quiero forjar mi propio camino y si él no está de acuerdo, significa que no me quiere como debería.

Colgué de inmediato porque sabía que podía decir algo que diera al traste con toda la artimaña planificada que habíamos orquestado.

«Aquella mentira se acabaría tras el bautizo de Zafiro» decreté mientras colocaba todos los productos que había en la cesta sobre la cinta y comenzaba a meterlos en una bolsa de tela.

Como una ráfaga instantánea la visión de Andrei y yo en mi apartamento esa misma mañana hizo que me diera un calambre en la entrepierna que me hizo temblar y la idea de romper aquello sin volver a sentirlo nunca más provocó una sensación de ahogo demasiado nueva en mi interior.

¡Joder!, ¡Necesitaba saciarme por completo de él antes de que todo acabara!

¡Joder!, ¡Necesitaba saciarme por completo de él antes de que todo acabara!

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El Diamante RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora