Hola flores!!! Sé que os tenía abandonadas con esta historia porque le di un sprint a la otra que llevaba en curso "El tercer secreto" y ya está a la venta, pero os subiré algunos capítulos sueltos hasta que me ponga con ella a tope en Septiembre (por motivos personales no tengo tiempo antes) así que hasta que llegue ese momento no os prometo ser constante, avisaré por Instagram cuando actualice.
Este capítulo va dedicado a Fabiola Márquez Xochipostequi enhorabuena por ganar la dinámica!!
Nos vemos pronto! Y disfrutad.
Me había quitado el anillo y apoyado sobre la mesita de noche consciente del peso en mi dedo mientras trataba de dormir.
Solo que era incapaz de dormir y esta vez por era por un descontrol de turnos, ni por la falta de sexo o ansiedad, sino por ese maldito anillo que había dejado sobre la mesita de noche.
Un anillo de compromiso significaba demasiado. Compromiso. Fidelidad. Obligación. Deber. Responsabilidad. Lealtad. Franqueza. Devoción y honradez. Y nada de aquello era real. Absolutamente nada.
Sentía que aquella mentira me iba a explotar en la cara y más aún, cuando nada de todo aquello podía confesarlo a mi mejor amiga. Nunca habían existido secretos entre Irina y yo desde que nos conocíamos y tener que esconder aquello me hacía sentir demasiado culpable a pesar de que solo lo hiciera para no preocuparla o se inmiscuyera por estar demasiado implicada emocionalmente hacia Andrei. Tal vez, por muy irreal que fuera todo aquello del compromiso falso, sería lo más cerca que estuviera de estar prometida.
Cogí la almohada y me la coloqué en la cara para reprimir el sonido del grito y después volví a coger el anillo para colocármelo de nuevo en el dedo.
—Solo es temporal. No es real. Nada es real salvo el sexo —me dije a mi misma como si necesitara recordármelo mientras me abrazaba a la almohada y dejaba que el sueño me venciera mientras lo último que veía era ese perfecto anillo en mi dedo y el rostro de Andrei cuando me lo había colocado unas horas antes.
Me había marchado tras la cena, quizá porque necesitaba digerir aquel acuerdo y poner cierta distancia entre Andrei y yo. Me gustaba el sexo y con él era... indescriptible, probablemente había pasado a ser el numero uno en la lista de los hombres que me habían dado los mejores orgasmos, pero eso no restaba la indignación hacia mi misma que continuaba sintiendo por rendirme de algún modo ante él y ofrecerle lo que tanto tiempo llevaba deseando.
Siempre había sabido las intenciones de Andrei y lo que significaba para él y por esa misma razón le había declinado hasta el punto de convertirnos en dos seres opuestos incapaces de convivir en el mismo habitáculo sin terminar discutiendo. Aún lo creía así, salvo que en cuestión de sexo por extraño que pareciera, nos complementábamos a la perfección y tenía muy presente que si él había accedido a este inusual acuerdo, es porque sentía exactamente lo mismo que yo.