EL KARMA ME ODIA

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Bueno.... Bueno... bueno... podemos decir EN VOZ ALTA que Nadia la ha liado parda.
Leo vuestros comentarios!

Me observé por última vez convencida de que si el atuendo era impecable y lucía un aspecto formidable, nadie se daría cuenta de que acudía sola en lugar de acompañada

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Me observé por última vez convencida de que si el atuendo era impecable y lucía un aspecto formidable, nadie se daría cuenta de que acudía sola en lugar de acompañada. Barajé la posibilidad de pedirle al primer tío dispuesto en la aplicación de Tinder que me acompañara, pero iba a ser un catastrófico error por no decir que demasiado arriesgado llevar a alguien que no había visto en mi vida, así que simplemente me pasé toda la semana fingiendo normalidad y la noche de la gala presentaría una excusa banal. Dudaba que se presentara otra ocasión similar en la que debiera ir acompañada, por tanto, solo pensaba estar una hora, hacer acto de presencia y evaporarme de la fiesta sin que nadie me viera.

El vestido negro se ajustaba a cada centímetro de piel, preferí escoger un color nada destacable pero al mismo tiempo sobrio, pasaría desapercibido y si tenía suerte, sería un color muy demandado entre las asistentes.

Miré el teléfono y faltaban dos minutos para que llegase el coche privado que había reservado a través de una aplicación, era mucho más cómodo y me evitaba llevar dinero en el minúsculo bolso donde solo me cogían las llaves y un pañuelo doblado. Me acerqué para comprobar que el labial seguía en su sitio y esa fue la última vez que vi mi reflejo en el espejo antes de salir de casa.

Irina no me había enviado el cheque, probablemente no había tenido tiempo después de cogerse dos días libres para celebrar mi cumpleaños, así que tampoco insistí en nimiedades como aquella, seguramente su secretaria lo habría hecho llegar de algún modo. Mi padre había vuelto a insistir en sus llamadas repetidas veces y como en las precedentes, no respondí a ninguna de ellas, aún continuaba demasiado enfadada por lo que había hecho o pretendía hacer, hasta el punto de colgarle la llamada a mi madre cuando trató de interceder.

¿Tan complicado era que me dejase vivir mi vida como me plazca? No le pedía nada a cambio. Nada. Y sin embargo su ambición por controlar cada aspecto de mi vida continuaba. A veces habría preferido ser familia numerosa solo para que toda la atención no recayera solo en mi y en los propósitos como su única heredera que no casaban en absoluto con mis propias metas.

Tenía algunos mensajes sin leer de mis compañeras de universidad, todas continuaban en Moscú haciendo residencia en diferentes hospitales y solíamos hablar más sobre medicina que sobre nuestras vidas privadas, pero de vez en cuando, como en aquel momento, la atención se centraba principalmente en el terreno personal.

Marina acababa de enviar una foto de su mano con un anillo de compromiso y el chat se había llenado de mensajes con felicitaciones y emoticonos de corazones. Comencé a escribir un texto de felicitación que evidenciaba una emoción poco realista, me alegraba por ella si es lo que la hacía feliz, pero al mismo tiempo me hacía ver que aquello no lo era para mi y si realmente estaba satisfecha con mi propia vida.

Me había centrado tanto en mi carrera y en mis metas que había olvidado lo que era vivir una vida real. Incluso había olvidado lo que era tener una pareja estable porque estaba destinada al fracaso. No me importaba renunciar al matrimonio o tener una familia, aquello no eran mis ambiciones, pero la idea de compartir con alguien algo más que sexo, comenzaba a inquietarme.

El Diamante RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora