Hello floreeeeeeees, espero que ardáis con este capítulo, al menos un poco jejejeje¿Su nombre? Muy propio de Andrei.
—Sigue soñando —increpé en lo que me habría gustado que fuese una voz mucho más decidida que el susurro casi apagado por el estremecimiento.
Hice ademán de soltar mis dedos de su boca, conocía las intenciones por su mirada, el deseo despierto de sus ojos que brillaban con aquel matiz oscuro garantizándome un placer carnal eterno y aún así, me resistí con todas mis fuerzas al hacer presión en su mano para que me soltara.
No lo hizo, contrariamente a mis deseos se acercó un poco más y mordió sutilmente la yema de mis dedos. Mis labios se entreabrieron y maldecí el espasmo de mi entrepierna anticipándose a la emoción del deseo.
—Por una vez quiero que el sueño sea realidad —dijo antes de lanzarse a atrapar mi boca con tanta fuerza que fue imposible impedir que sus labios atraparan los míos con una intensidad feroz, propia de un león salvaje clavando sus colmillos en su víctima sin escapatoria.
Su lengua se unió a la mía formando un estallido de mil estrellas, un torrente arrollador de emociones que se desataban en un instante fugaz pero eterno. Era el choque de dos mundos opuestos, dos personas que se detestaban hasta un profuso y angosto odio pero que a su vez el deseo y la pasión se entrelazaban en un baile de fuego y éxtasis.
Mis labios respondieron de pura inercia ante el candor de los suyos, admitiendo el placer que su lengua, unida a la mía en una danza atrevida le otorgaba y de mi garganta salió un gemido de absoluta conmoción provocando que él uniera su cuerpo al mío, percibiendo el calor que emanaba de su piel desnuda, haciendo que mis yemas quemasen ante la rebeldía de prohibirme tocarlo.
En el momento que una de sus manos se coló bajo el jersey, envié al infierno todas mis prohibiciones y mis manos se colocaron tras su nuca permitiendo que ahondase en aquel beso, que le confiriera tanta pasión y desenfreno como el fuego que aguardaba dentro de mi, amenazando con incendiar todo a su paso. La protuberancia de su entrepierna en mi muslo provocó que mordiese su labio con fuerza y me agarró con firmeza de la cintura para apretarme aún más contra él, clavándome su polla a través del pantalón para que fuese plenamente consciente de que era la única culpable de que estuviera de que estuviera tan firme.
Mi jersey voló en un instante y antes de que terminase en el suelo, Andrei ya tenía su boca sobre uno de mis pechos, acogiendo todo el pezón de un mordisco, succionándolo hasta ponerse erecto y haciendo que me arquease por y para él mientras me mordía el labio sucumbiendo a ese instinto carnal... al único y verdadero placer real.
Por un momento me importó una mierda que fuese el mismísimo Andrei Komarov quien tenía su boca en mis tetas y las manos apretaban con firmeza mis nalgas. Quería aquello, quería más, quería todo.
Dios mío, ¿Que estoy haciendo?
Pero antes de protestar una de sus manos se había colado bajo la cintura, abriéndose paso a través del elástico del pantalón, navegando bajo la ropa interior y llegando hasta los pliegues de mi entrepierna, tan húmeda y cálida que gemí ante el roce por su contacto.
Ay que joderse...
Y tuve que apretar los dientes con fuerza cuando aquellos dedos se abrieron paso a través de mi interior conforme su lengua recorría mi esternón hasta llegar al cuello y darme un beso húmedo que me excitó aún más de lo que de por sí estaba.
Si alguna vez había tenido una ligera duda sobre las cualidades de Andrei en cuanto a complacer a una mujer, se habían disipado por completo.
El roce de su pulgar en mi clítoris era una sincronía perfecta con el ritmo de sus dedos en mi interior y la conmoción del momento me hizo aferrarme con fuerza a él siendo más consciente que nunca de su olor, de la embriaguez con la que perforaba todos y cada uno de mis sentidos.
Iba a correrme allí mismo, en su boca, en sus labios, en sus manos. Estaba a punto de alcanzar un orgasmo que me arrastraría al mismísimo paraíso sin importarme absolutamente nada de lo que sucediese después, podía sentirlo, predecirlo, anticiparme al momento en el que esas oleadas de fuego me abrasarían sin piedad y justo ahí, antes de que lograse la plenitud de mi deseo, el llanto de Zafiro se hizo eco en el silencio de nuestros besos.
Como un águila rapaz cogí la pantalla y vi que se había despertado y lloraba desconsolada, así que aparté a Andrei y me bajé de la isla de la cocina sin importarme caminar por la casa desnuda de cintura para arriba.
En el momento que tuve a la pequeña entre mis brazos, era consciente de que mi corazón palpitaba desbocado y no precisamente por subir las escaleras a la velocidad de la luz, sino por lo que había estado a punto de suceder en esa cocina si ella no hubiera llorado. Habría dejado no solo que Andrei me concediera un orgasmo, sino probablemente mucho más, indudablemente muchísimo más.
¡Malditas hormonas y maldito el momento en el que Irina ha tenido que romperse un brazo!
No quería ser consciente de mi debilidad, ni mucho menos de volver a caer en la tentación que él suponía. ¡Joder!, ¿Como he podido dejar que me afecte tanto? Debía ser la falta de sexo, no me cabía duda, de lo contrario no habría permitido que Andrei se acercase tanto y, menos aún, extralimitarse como lo había hecho al chuparme los dedos.
Pero quisiera o no reconocerlo, que besara con aquella desesperación, que me tocase de ese modo en el que lograba vibrar... ¡Joder!, ¿Cuanto hacía que no me sentía de ese modo con un tío?
Vi que la puerta se abría y él entraba con sigilo. Zafiro se había calmado entre mis brazos al colocarle de nuevo el chupete que se le había caído, pero no quería soltarla de nuevo en la cuna, no por temor a que se despertase, sino de mi misma y mi traicionero cuerpo.
—¿Está bien? —preguntó acercándose en la penumbra.
Solo había una pequeña luz encendida, lo justo para que si ella despertaba no sintiera que estaba sola y a oscuras.
—Si —afirmé sin mirarle, pero percibiendo la mirada fija de él sobre mi pecho desnudo—. Ayer dormí muy poco, estoy cansada, me quedaré en esta habitación con ella el resto de la noche.
Ni siquiera le miré cuando dije aquello, pero percibí como su rostro miraba hacia otra parte, evidentemente había captado el mensaje.
—Estaré al final del pasillo —dijo él—. Por si cambias de opinión.
Tras marcharse, Andrei cerro la puerta y yo me senté sobre la cama aún con la pequeña en brazos.
¿Por qué narices si le detesto tanto, una parte de mi se muere por aceptar su invitación?
¡Joder!, ¡Por qué tiene que estar tan jodidamente bueno!
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El Diamante Ruso
Любовные романыIntrépida. Atrevida. Fascinante. Emocionante. Seductora.