PLACENTERO

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Me da en la nariz que más de uno no puede contenerse más

La intensidad de aquel beso lograba mermar todos mis sentidos hasta el punto de no recordar que estabamos en un lugar público

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La intensidad de aquel beso lograba mermar todos mis sentidos hasta el punto de no recordar que estabamos en un lugar público. Puede que no hubiera nadie en aquellos momentos aparte de nosotros, pero el personal o cualquier otro cliente podría entrar y descubrirnos.

No importaba.

La magnitud con la que Andrei lograba arrollar mi lengua contra la suya era tal, que dar un espectáculo público se convertía en una nimiedad. Tal vez por eso no me importó que camináramos por el agua lentamente hasta que la pared fría de la piscina, en contraste con el agua y el candor de nuestros cuerpos se ajustó a mi espalda. Rodeé con mis piernas su cuerpo y él se frotó contra mi, pudiendo apreciar el bulto entre sus piernas rozando mi muslo, apretándose a la vez que hundía las yemas de sus dedos en mi piel.

Gemí, mordí su labio inferior y sentí el sabor de su sangre mezclado con la esencia a menta que solía desprender de su boca. Aquello enfureció mis sentidos, provocó que deseara todo de él y lo quería ahora, pero no parecía ser la única que lo anhelaba, la boca de Andrei abandonó la mía para dirigirse a mi cuello y dejar un rastro de besos que terminó sobre mi pecho izquierdo, lo mordisqueó lentamente sobre la tela del bañador hasta que delizó el pequeño triangulo y lo introdujo por completo en su boca.

No sabía si era por la falta de sexo en las últimas semanas, por el apetito que Andrei despertaba o por el hecho de que podían entrar en cualquier momento y vernos, pero me sentía completamente extasiada y no deseaba que se detuviera, no hasta obtener aquello que deseaba.

Sentí como al mismo tiempo su mano derecha se colaba por debajo de la braguita del bañador bajo el agua, entre su cuerpo y el mío, con la maestría hábil de un amante experto y rápidamente encontraba la entrada a través de los pliegues de mi carne para colarse hacia el interior con dos de sus dedos.

Gemí conforme mi cabeza caía hacia atrás, reposando en el suelo de mármol que bordeaba la piscina, igual de frío que la pared en la que yacía mi espalda y en el momento que sus dedos retrocedieron para hundirse con mayor vigor, jadeé con fuerza.

Unas voces se oyeron entrando en la sala en la que nos encontrábamos y aparté rápidamente a Andrei mientras salía de la piscina. Sentí como él lo hizo cuando su brazo rozó el mio al coger el albornoz. En mi visual, dos chicas que trabajaban en el hotel nos saludaron mientras entraban en otra sala adjunta. Cogí el pase de mi habitación y me encaminé hacia la salida siendo consciente de que Andrei me seguía, no me molesté en decir nada, únicamente continué caminando hasta ascensor, bajamos una planta y pasé la tarjeta por la habitación setecientos cuatro que me habían asignado. La puerta se abrió al primer intento y metí la llave en la ranura provocando que la luz de la habitación iluminase todo.

Caminé varios pasos y me di la vuelta comenzando a deshacer el nudo del albornoz, Andrei me devoraba con la mirada y yo mordí mi labio adelantándome al placer que sentía por el hecho de que me poseyera allí mismo. Me imitó, su albornoz terminó arrullado en el suelo conforme caminaba hacia mi y desabroché la parte de arriba del bañador antes de que su mano acogiera mi nuca para volver a fusionar su boca con la mía.

Deslicé la braga por mis piernas hasta que cayó al suelo e hice lo mismo con el bañador de él dejándonos completamente desnudos, Andrei me alzó e hincó una rodilla sobre la cama antes de notar como mi espalda daba contra el colchón pero mis piernas permanecían enroscadas a su cintura. Mi mano se coló entre nuestros cuerpos, logrando coger entre mis dedos aquella pronunciada erección y le oí gemir, pero la dirigí hacia la entrada correcta y él solo empujó, hundiéndose tan dentro de mi que contuve la respiración.

¡Joder!, ¡Joder!, ¡Joder cuanto necesitaba esto!

Comenzó a salir lentamente y alcé las caderas para encontrarle a medio camino cuando comenzó a unirse de nuevo. La fricción que sentía era única y el ritmo de sus embestidas colmando aquel placer comenzó a volverse más intenso, pero aún así necesitaba más, quería más, anhelaba más, así que tomé impulso y le hice caer sobre la cama para colocarme a horcajadas sobre él que se deleitó en agarrarme con firmeza para impulsarme con su inmensa fuerza y hacer que entrase aún más profundamente dentro de mi.

Comencé a cabalgar sobre el cuerpo de Andrei haciendo con movimientos cada vez más salvajes, sintiendo como perdía el control, como me desinhibía por completo hasta que el fuego se extendió a todas las extremidades de mi cuerpo y sentí como la intensidad de aquel orgasmo se habría paso haciendo que nada más importara, que mis sentidos quedaran anulados salvo por la magnitud de aquel éxtasis que me consumía.

Mi pecho subía y bajaba con intensidad debido a la respiración agitada y entonces observé aquella mirada satisfactoria de Andrei que aún me observaba. Evidentemente se había dado lo que tanto deseaba y para empeorar la situación no habíamos usado ningún tipo de protección.

¿Como he podido ser tan descuidada?

—Dime que usas protección con todas las chicas con las que tienes relaciones —Ni formulé la pregunta, solo quería reafirmar un hecho.

—No son tan descuidado para no hacerlo —admitió sin mover un solo músculo.

—Conmigo lo has hecho...

—Contigo pierdo cualquier control, así que no cuenta. —Si esperaba que fuese un halago, no iba a serlo.

Deslicé una pierna y sentí como salía de mi interior al bajar de la cama, no le miré, simplemente me dirigí hacia el baño sin preocuparme de cerrar la puerta y abrí el grifo de la ducha.

Para ser sinceros, habría esperado que se marchara. Habíamos tenido sexo, algo que Andrei llevaba buscando desde hace años y ahora que se lo había ofrecido en bandeja de plata probablemente desapareciera, quizá, por eso me resultó extraño sentirle tras de mi cuando el agua comenzó a bañar mi cuerpo.

—Tomó la píldora desde hace años y me hago análisis cada año, así que no te preocupes —inquirí antes de sentir el roce de su entrepierna en mi trasero y estrecharme contra él.

La sensación era demasiado agradable para no reconocerlo y tuve que cerrar los ojos cuando se limitó a abrazarme de ese modo.

—Si me pides que me vaya, lo haré, pero lo único que quiero ahora es volver a follarte con más intensidad que antes.

Me giré lentamente entre sus brazos, con el único ruido del agua caer como compañía. Sus ojos azules me observaban, parecía aguardar pacientemente mis palabras y todo en mi me decía que era mejor si él se marchaba, que ya la había cagado lo suficiente para seguir empeorando la situación.

—Deberías irte —susurré colocando mis manos en su pecho desnudo y continuaron ascendiendo—. Ni siquiera debería estar planteándome el hecho de que quieras follarme de nuevo —continué hasta rodear su cuello—, pero puede que acalle todos mis pensamientos por esta noche.

Andrei emitió una leve sonrisa.

—¿Solo esta noche?

—Únicamente esta noche.

—Muy bien —contestó Andrei alzándome de nuevo para que su boca quedase a la misma altura que la mía—. Lo discutiremos cuando acabe la noche.

 Lo discutiremos cuando acabe la noche

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El Diamante RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora