31 | Cuidador.

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Jeongin se despertó al día siguiente muy cansado, por obvias razones, ya que se había acostado a dormir súper tarde y no es que haya reposado mucho. Eran las 11 a. m. cuando salió de su habitación.

Había mucho ruido, por lo que bajó las escaleras extrañado. Se sorprendió un poco al ver a sus padres parados en la sala... Acompañados de Seungmin.

Fue casi corriendo hacia allá.

—No puedo creer que te hayamos dado nuestra confianza y nos hayas pagado así, jovencito— decía el hombre, visiblemente estresado.

—Ugh, ¿ya le contaste a mi papá, ma?— se metió el menor a la conversación, ahora mostrándose un poco enfadado.

—¡Por supuesto que lo hice! Te vas a dormir, ¿y metes a un hombre a la habitación? ¡Quién sabe qué cosas hacían!

—No hacíamos nada-

—¡Silencio, Seungmin!— exclamó el padre.

—Oh... Disculpe, pero creo que tengo todo el derecho de opinar en un asunto que tiene que ver conmigo.— dió unos pasos para alejarse de la pareja y a cambio, estar cerca de Jeongin. Apenas estuvo a su lado, sus manos se buscaron y terminaron sujetándose.

—Pero esto no es moralmente correcto, ¿te das cuenta? ¿En qué momento se te pasó por la cabeza meterte con mi hijo?

—Sr. Yang, el corazón manda, ¿no? Además no creo que sea tan grave. ¿Le hice algún daño?

La mujer soltó un suspiro alto, por alguna razón, se veía frustrada.— Hijo mío, ¿por qué no nos dijiste que eras gay?... Siempre traías chicas a la casa, esto es lo que menos esperaba.

—Mamá, no soy gay. Ni siquiera sabía que me gustaban los hombres.— miró de reojo al castaño, para luego volver la mirada— ¿Te molesta eso?

—Por supuesto que no, mi amor— respondió la madre al instante— Sólo decía que no lo sabía, por eso mi sorpresa.

—El dilema no es ese, ¡el dilema es que es indebido! Seungmin es mayor que tú, y no lo traje aquí para que te enrrollaras con él.— el padre parecía comenzar a alterarse.

—Lo siento, señor... Esa no era mi intención.

—Ningún lo siento ni nada. Ustedes dos van a terminar, ahora mismo.

El par de jóvenes se miraron, quien reaccionó al momento, fue Jeongin.

—¡Claro que no!

—Soy tu padre, no puedes reprocharme nada.

—¡Sí puedo!— insistió el pelinegro— ¡Soy un adulto, y hago lo que quiera con mi vida!

Seungmin apretó su mano y susurró.— Baja el tono, bonito... Puedes hablar con tranquilidad.

Jeongin rodó los ojos y suspiró para calmarse.

—Mientras vivas bajo mi techo, me obedeces, niñito.

—¡Pues me largo de aquí!— en una rabieta, se soltó de la mano de Seungmin. Los tres lo miraron, extrañados por lo que decía.

—¿Qué?— soltó la madre en un tono bajo.

—Según, ¿a dónde vas a ir?

—¡A-! A cualquier lugar.— buscando ayuda, miró a Seungmin, este lo veía con un poco de preocupación.

—No, por supuesto que no.

—¡Que sí!

—Ush.— el mayor de allí parecía estresado— Pensé que habías mejorado, pero parece que estás peor de rebelde. ¿Todo por culpa de este chico? No los quiero ver más.

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