07 | Extraño.

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—¿Así?

—Sí, Jeongin. Justo así.

Seungmin tomó la cadera del chico a un lado para apartarlo por completo de la estufa, ya que sospechaba que algo malo iba a pasar.

Aunque haya sido un desastre, no lo reprochó, porque al menos Jeongin estaba poniendo algo de su parte para hacer algo. Era ciertamente tierno.

—¿Qué?— se quejó, apretando la mano del contrario que aún reposaba en su cadera.

—Te quemarás, déjame hacer esta parte a mí.

—Por Dios, olvidas que soy un adulto.

—Pareces un niño pequeño con esa personalidad, así que haces que me confunda— admitió, soltándolo por fin.

Jeongin se devolvió apenas pudo. Vaya que quería hacer lo de la sartén.

—Bien, como sea. Sólo no los dejes quemar.

—Eso no pasará— respondió con una sonrisa orgullosa.

Seungmin, con su expresión seria, se dió la vuelta con intenciones de retirarse de la cocina e ir a buscar su teléfono.

No pasó más de un minuto cuando escuchó un grito venir del mismo lugar del que salía. Apenas y había podido encender la pantalla de su teléfono.

Retrocedió casi corriendo.

—¡¿Qué?!

—Ouch, no fue nada.— quitó ambas manos que tenía sobre el sartén rápidamente, ocultando una de ellas trás su espalda.

—Te quemaste, ¿no es así?

Jeongin rodó los ojos muy ligeramente.— No quiero escuchar un "te lo dije".

—Sé que no quieres, pero a ver, te lo dije. Déjame ver— dijo, acercándose hacia él, no sin antes apagar la estufa para ahora sí poder quedar frente a él del todo.

Por más que Jeongin no tuviera ganas de mostrarle, no le vió más remedio que hacerlo. Había sido su dedo índice, el cual alzó frente a los ojos del otro. Tenía un rojo tornándose a lo largo de toda su yema, aún no estaba inflamado.

—Pudo ser peor. ¿Qué fue? ¿Reacción rápida?

—Bien, tal vez quería probar un poco del panqueque, pero el sartén no estaba muy frío que digamos.

—Que inteligente, Yang Jeongin.

El menor iba a reprochar ante esto, pero se calló al momento que Seungmin tomó su dedo alzado con una mano y se la llevó a la boca. Literalmente de la nada, pasó su lengua de manera suave sobre la irritación y luego lo sacó, rozándolo en parte con su labio inferior.

Jeongin tenía el ceño fruncido. Reaccionó del todo cuando un sentimiento de asco y una que otra sensación lo atacaron. Se safó de la mano del otro y soltó un ruido.

—¿Me vas a explicar por qué acabas de hacer tal cosa?

—Oh, lo siento.— aunque pareciera que lo hubiera hecho con toda la intención, era cierto que se veía sorprendido de igual manera.
—La costumbre... No lo sé. Lávate la mano con agua fría.

—Sí, Dios... Que raro— susurró, retrocediendo para ir a hacer lo que le dijo, aunque el agua no estaba precisamente fría.

Seungmin, en su lugar, sacó un plato y comenzó a sacar el panqueque del sartén. Estaba hirviendo, era entendible que se quemara.

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