11 | Castigo.

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A la mañana siguiente, Jeongin no se levantó temprano. Ni siquiera temprano, simplemente no se levantó.

Lo normal es que antes de la hora de irse a la universidad esté listo para desayunar, pero Seungmin notó que esta vez ni siquiera bajó las escaleras. Pudo no haber interferido, pero no quería que faltara otro día a clases porque sabía que a sus padres no les gustaría saber eso.

Subió a su cuarto y allí se lo encontró, dormido. Intentó todas las formas para levantarlo, pero lo único que hacía el menor era quejarse e insultarlo, somnoliento. Al final, se rindió, pero antes de salir de su habitación, tomó su teléfono... Es sólo un pequeño castigo, ¿no?

Las horas pasaron, y Jeongin apenas se despertó... Fue al baño para lavarse la boca y orinar. Cuando volvió a su cuarto en busca de su teléfono, no lo encontró.

—Uh, ¿qué?— susurró para sí mismo— ¡¿Seungmin?!— exclamó justo después, sospechando que él era el responsable.

Caminó fuera de nuevo, esta vez, dirigiéndose a la habitación donde Seungmin estaba quedándose hace días.

Sin ver antes, abrió la puerta. Lo primero que vió fue a Seungmin parado frente a la cama, usando una toalla que tapaba apenas de su cintura para abajo. Podría haber sido peor, pero Jeongin siempre se llevaba un mini susto.

—¿Qué pasa?— preguntó el castaño después de sacudir su cabello medio húmedo.

—Amm... ¿Has visto mí teléfono?

—Sí, lo tengo yo.

Jeongin frunció el ceño ante la serenidad con la que decía eso.— Emh, ¿ajá? ¿Por qué me lo quitaste?

—¿Cuántas veces te dije que te levantaras?— habló, girando la cabeza para ver bien al chico aún parado frente a la puerta.

—Ugh, no me vengas con tus cosas.

—Sí, vengo con mis cosas. Estás castigado, Yang Jeongin. Tendrás tu teléfono en cuanto escribas todo lo que vieron en clase ayer y hoy.

—¿Qué? ¿Y tú quién eres para decirme eso?— se adentró en la habitación, buscando en una mesita de noche.— ¿Dónde lo tienes? ¡Sólo olvídalo, lo necesito!

—¿Sabes lo que es un castigo? No te lo devolveré hasta que hagas lo que te dije.

—¡Ugh, no! Seguro es mucho— se quejó, haciendo una pataleta frente al mayor— Además, ¿cómo lo haré si no tengo mi teléfono para decirle a mi amigo que me pase las fotos de la clase?

Seungmin mostró una sonrisa al escuchar esto.— Eres listo, pero no tanto. No te preocupes por eso, puedo llevarte a la casa de ese amigo para que te preste los apuntes.— le guiñó un ojo.

—¡No-! Vaya que te inventas cosas, ¿ah?

—A la próxima piénsalo dos veces antes de desobedecerme.

—¡No me interesa! No saldré de aquí hasta que me des mi teléfono, Seungmin— renegó, caminando hacia los cajones.

Jeongin comenzó a revolcar todo, hasta la cama; Seungmin sólo lo miraba en silencio con los brazos cruzados.

—Eso es inútil, mocoso. Espero vuelvas a acomodar todo después.

—¡No molestes, Seungmin!— exclamó, rodando los ojos. Dió unos pasos para acercarse al contrario, imitando su pose de los brazos cruzados.— A ver, ¿qué es lo que quieres?

—Mmh, que entiendas, ¿tal vez?— se dió la vuelta, quedando de espaldas a la cama pero de frente al chico. Le dió una sonrisa pícara, ya que estaba comportándose como si estuviera intentando enfrentarlo.— ¿Qué harás al respecto, mmh?

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