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Ambientado después de HTTYD 3

El corazón de Hiccup latía con fuerza mientras más recorría el Salón con su mirada esperando encontrarse con aquellos ojos azules que lo volvían loco

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El corazón de Hiccup latía con fuerza mientras más recorría el Salón con su mirada esperando encontrarse con aquellos ojos azules que lo volvían loco.

No había visto a Astrid desde que despertó de su siesta hace unos minutos y ella no estaba a su lado.

Preocupado, se había dedicado a buscarla por el lugar pero su trabajo siempre se veía interrumpido por jefes que querían hablar con él por unos segundos y como sabemos, Hiccup jamás podría decir que no.

Había pasado un año desde que los Dragones se habían marchado a el Mundo Oculto, Astrid y él se habían casado unos meses después y ahora estaban en una isla llamada Birkeland para asistir a una asamblea de jefes que se realizaba todos los años.

El año anterior había ido con su madre, está vez su esposa lo acompañaba.

Y él no encontrarla lo ponía nervioso.

No conocía a nadie de esa isla, el año anterior había ido a la Isla Berserker y el jefe de Birkeland no había asistido así que no tuvo el placer de conocerlo hasta ese día.

La mirada de odio que le dedicó cuando se conocieron lo incómodo.

Los Birkeland's habían perdido varios de sus negocios cuando muchas de las Islas decidieron dejar de matar a los dragones y aliarse con ellos.

No era de extrañar que lo odiara.

Y por eso temía por Astrid.

Su corazón se calmo al ver a su preciosa rubia acercándose a él, llevaba su capa de jefa para protegerse del frío, le sonrió con cariño al estar cerca de él.

—Hola...—

—Estaba preocupado— la interrumpió mientras repartía pequeños besos por su rostro, rodeo su cintura con firmeza acercándola a su pecho. —No vuelvas a irte sin avisarme Astrid.

—Estabas cansado, no quería despertarte— le sonrió la rubia en modo de disculpa mientras colocaba sus manos en su pecho.

—Sabes que el jefe de Birkeland no nos quiere aquí As...— murmuró él castaño en voz baja mientras sus pulgares trazaban pequeñas caricias en la cintura de su esposa —me asusta que pueda hacerte algo.

—Puedo cuidarme sola.

—Creeme, lo sé, pero no puedo evitar preocuparme ¿De acuerdo?

La rubia solo pudo sonreír sintiendo como su corazón se calentaba ante la preocupación que reflejaban los ojos de su marido, apoyó su frente contra la suya dejando que sus narices se rozaran tiernamente.

—Eres lindo preocupado.

Hiccup soltó un quejido de cansancio.

—A ti solo te gusta verme correr detrás de ti como un niño.

La jefa de Berk se alejó de él con una sonrisa divertida sujetándose de sus antebrazos.

—No lo niego, es divertido ver a el Gran Maestro de los dragones y Jefe de Berk correr detrás de una simple aldeana.

—Tu no tienes nada de simple— sonrió divertido. —Y aún siendo una aldeana me hubiera fijado en ti, es decir, mírate. Eres preciosa, valiente e inteligente— pronunció con palabras dulces.

—Bastaaa, me harás sonrojar— soltó una pequeña risa escondiendo su rostro en su pecho.

—¿Dónde estabas?— preguntó tomando su mano con delicadeza acariciando suavemente el anillo de compromiso de su esposa.

—Mala y Heather me fueron a buscar para ir a una reunión con las demás jefas, estuvo bastante divertido, tengo que admitir aunque no esperaba que te asustaras de esa forma.

—Casi pierdo la cabeza.

—¡Oigan tórtolos!— la voz de Dagur los sacó de su burbuja de amor, la pareja observó al pelirrojo que les gritaba y hacía señas desde la Sala de Reuniones. —¡Ya vengan!

—¿Es muy tarde para dar marcha atrás?— el ojiverde miró a su esposa, se podía notar su nerviosismo y miedo en ellos.

—Si, andá, yo estoy contigo. Y si alguno te molesta siempre puedo lanzarle un hacha.

—Que adorable.

Finalmente la reunión de jefes resultó se una maravilla, varios tratados de paz se firmaron ese día entre ellos el tratado de paz entre Birkenland y Berk. Aunque Daven no estaba tan feliz con la visita de los Haddock tuvo que aceptar a regañadientes. No necesitan una guerra ahora.

Y menos cuando la Jefa de Berk lucía tan intimidante.

Hiccup por su parte se sentía más tranquilo y eso permitió que pudiera empezar a disfrutar de la fiesta que se estaba llevando a cabo en el Gran Salón, Astrid estaba del otro lado del Salón hablando animadamente con Heather y otras mujeres.

—¿Lo haz notado, cierto?—

—¿Notar que?— Haddock observó a Dagur con una mirada confusa, el Berserker soltó un quejido de irritación.

—¡Pero que ciego eres!— le dió un golpe en la nuca —¡La manera en la que Daven mira a Astrid, niño tonto!— protestó él pelirrojo ofendido por la falta de atención de su hermano.

—¿Qué?¿Qué?—se atragantó con su saliva, tosió varias veces hasta finalmente recuperar la compostura —¿De que hablas Dagur?¿Qué viste?

—¿Acaso no me estás prestando atención?— se quejó el jefe Berserker malhumorado —Daven mira demasiado a Astrid, desde que ella lo enfrentó en la sala de reuniones.

—¿Y que quieres que haga?— protestó el castaño. —¿Qué la esconda?, no puedo evitar que Daven la mire Dagur.

—Yo le rompería la cara— se quejó el pelirrojo irritado.

Hiccup negó suavemente mientras dirigía su mirada a dónde se encontraba su esposa, frunció el ceño al ver cómo Daven se acercaba disimuladamente para hablar con ella.

—Bueno... tal vez esconderla no sea mala idea— murmuró de mala gana.

—Yo te dije— se burló él pelirrojo.

—Yo te dije— se burló él pelirrojo

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RAMÉ - Hiccstrid Ones ShortsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora