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Se acercaba el aniversario del día en que Berk y los dragones se unieron

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Se acercaba el aniversario del día en que Berk y los dragones se unieron. Hiccup y Astrid decidieron organizar una gran celebración. La aldea estaba llena de actividades, desde carreras de dragones hasta banquetes con delicias preparadas por los mejores cocineros de Berk.

Hiccup estaba ocupado supervisando los preparativos, asegurándose de que todo estuviera perfecto. Caminaba por la plaza central, observando a los aldeanos decorar con guirnaldas de flores y luces.

—¿Cómo van las cosas por aquí?— preguntó Hiccup acercándose a Bocón, quien estaba terminando de colocar una enorme pancarta que decía "¡Feliz Aniversario de Berk y los Dragones!".

—Todo en orden, muchacho— respondió Bocón dándole una palmada en la espalda. —Va a ser una fiesta que nadie olvidará.

—Espero que si— sonrió el castaño. —Al propósito, ¿Sabes si Astrid ya...?

Bocón ni siquiera lo dejo terminar de hablar que señaló hacía una dirección con una sonrisa divertida en su rostro, el ojiverde sonrió al encontrar por fin a la rubia de sus sueños.

A lo lejos, Astrid coordinaba los entrenamientos y competencias. Estaba en el campo de vuelo, dando instrucciones a los jinetes de dragones.

—Ha estado ahí toda la mañana.

—Lo sé, me he vuelto loco buscándola.

El hombre soltó una carcajada.

—Mientras tu te vuelves loco sin ella, los jinetes se están volviendo locos su culpa.

—¡Recuerden mantener la formación! Y no olviden las señales de mano para evitar colisiones— les indicaba Astrid con firmeza pero con una sonrisa en el rostro.

—Estas haciendo un buen trabajo, M'Lady— halagó Hiccup mientras se acercaba a la rubia con una sonrisa divertida. 

—Lo sé, soy la mejor, ¿Verdad?— la rubia sonrió de forma engreída mientras colocaba sus manos en su cintura.

Hiccup soltó una suave risa antes de observarla con cariño.

—Claro que lo eres, cariño.

Finalmente la noche llegó y toda la aldea se reunió para celebrar. El aire estaba cargado de emoción y expectación. Las antorchas iluminaban la plaza, y los dragones se alineaban junto a sus jinetes, listos para el espectáculo de la noche.

Los niños corrían de un lado a otro, emocionados por las carreras de dragones. Habían construido pequeños modelos de dragones y competían para ver quién tenía el más rápido.

—¡Mi Nadder es el mejor!— gritaba uno de ellos.

—¡Pero mi Gronckle puede volar más alto!.

Hiccup y Astrid subieron al escenario, junto con sus dragones.

—Hoy celebramos más que nuestra alianza con los dragones— dijo Hiccup, su voz resonando por la aldea.— Celebramos nuestra unidad como familia.

Astrid dió la orden, dando inició a un espectáculo de luces con los dragones, iluminando el cielo con colores deslumbrantes.

Los dragones se elevaron en el aire, sincronizados en una danza magnífica. Chimuelo lideraba el grupo, lanzando explosiones de plasma que explotaban en destellos de azul y morado. Tormenta lo seguía de cerca, disparando espinas que estallaban en chispas doradas. Cada dragón tenía su propio papel en el espectáculo, creando una sinfonía de luz y color que dejaba a todos boquiabiertos.

Mientras el espectáculo continuaba, los aldeanos miraban hacia arriba, con ojos llenos de asombro. Había risas, aplausos y algunas lágrimas de alegría. Los niños se aferraban a las manos de sus padres, señalando los dragones con entusiasmo.

Cuando el último dragón aterrizó y el cielo volvió a oscurecerse, Hiccup y Astrid se dirigieron de nuevo a la multitud.

—Gracias a cada uno de ustedes por hacer de Berk el hogar que es— dijo Astrid, su voz llena de emoción. —Juntos, hemos creado algo verdaderamente especial y esperó, que esta gran familia siga creciendo.

La noche continuó con música, baile y un festín que duró hasta bien entrada la madrugada. Los aldeanos compartían historias, reían y disfrutaban de la compañía de amigos y familia. Hiccup y Astrid se tomaron un momento para ellos, observando a su comunidad y sintiendo un profundo orgullo por lo que habían logrado juntos.

Al final de la noche, cuando las luces se apagaron y la aldea quedó en silencio, Hiccup y Astrid se quedaron en la plaza vacía, bajo el cielo estrellado.

—Hoy ha sido un día increíble— dijo Hiccup, mirando a Astrid con una sonrisa.

—Sí, lo ha sido— respondió Astrid, apoyándose en él con una sonrisa, sujetó su mano entrelazando sus dedos. —Creo que no lo hacemos tan mal, ¿No es cierto jefe?

El joven sonrió divertido y acercó su mano a sus labios para besar el dorso de esta.

—Yo creo que lo hacemos muy bien, futura jefa.

—Yo creo que lo hacemos muy bien, futura jefa

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Siendo sincera, no me convence. Pero ojalá les guste a ustedes ✨.

RAMÉ - Hiccstrid Ones ShortsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora